jueves, 10 de junio de 2010

Huele o no huele, esa es la cuestión

“Algo huele a podrido en Dinamarca”, clama Marcelo; y el espectador ha de preguntarse entonces si Shakespeare está hablando de cualquier país o de Inglaterra en concreto. A pesar de la contundente sonoridad del endecasílabo español, a la que debe parte de su popularidad, se ve aquí también la miseria irremediable de la traducción. En inglés está todo más claro: Something is rotten in the state of Dennmark. Y entonces sí que sale solo preguntarse: In every state or in our state? La palabra “Estado” ayuda mucho, como se ve. Y otra cuestión fundamental: el olor. Parece que en la versión original no hacía falta que nos huela, que puede haber una podredumbre inodora. Eso explica muchas cosas.

9 comentarios:

Nicolás Gómez Dávila dijo...

Frecuentemente tropezamos con gente convencida de haber leído un libro porque leyó su traducción.

Marcan dijo...

El único elemento inodoro es el agua, a no ser que esté podrida. El problema de la gente es la falta de olfato. Esto lleva a dejarse engañar con todo, con las traducciones, con los anuncios y con las campañas electorales.
¿Cuando aprenderemos que nadie puede dar nada gratis? O te lo quita a ti o se lo quita a otro.

Manolo dijo...

Otra vez: Traduttore, traditore.

Manolo dijo...

El agua no se pudre: huele mal cuando lleva cosas podridas, sólo es vehículo de lo podrido.

En el lenguaje sí hay putrefacción: cuando las palabras dejan de significar y nombrar al mundo y a la realidad.

Mora Fandos dijo...

Muy de acuerdo con Manolo. Enrique, ¿conoces el ensayo de Ortega, Esplendor y miseria de la traducción? Muy interesante y radical. Está en Obras completas, vol. 5.

marinero dijo...

En desacuerdo con "Nicolás Gómez Dávila": es legítimo decir, y creer, que has leído un libro si conoces una buena traducción -o mejor varias-, aun a sabiendas de que una traducción no es (ni pretende ser) el original. Algunas de las cosas más lúcidas y hondas que se han dicho sobre Homero, Virgilio, Dante, Cervantes, Shakespeare..., proceden de personas que no podían leerlos en sus originales respectivos. La descalificación, en bloque y sin matices, que me parece contener la opinión de NGD es, en mi opinión, equivocada y absurda. Borges, sin ir más lejos (que dijo cosas tan sugestivas acerca, por ejemplo, de Dostoievski o de literaturas orientales, desconociendo los correspondientes idiomas), no habría estado de acuerdo..., y con razón, pienso.

Don José Ortega y Gasset dijo...

* Verdad es que cada día me acuesto más a la opinión de que lo que el hombre hace es utópico.

* El asunto de la traducción, a poco que lo persigamos, nos lleva hasta los arcanos más recónditos del maravilloso fenómeno que es el habla.

* La existencia del hombre tiene un carácter deportivo, de esfuerzo que se complace en sí mismo y no en el resultado.

* NO HABLAMOS EN SERIO es un capítulo genial que pone el dedo en la llaga de por qué la poesía tiene que ser irónica y juguetona. O al menos ayuda a entenderlo.

* Nuestras lenguas son anacronismos (…) Al hablar somos humildes rehenes del pasado.

* La traducción es un género literario aparte.

* Por eso será necesario repartirse el trabajo y hacer de una misma obra traducciones divergentes según las aristas que de ellas queramos traducir con precisión.

Cristina Brackelmanns dijo...

El otro día me encontré con una cita traducida de unos versos de Hölderlin, que decía "Y mucho hemos/de soportar encima de los hombros/como si fuera leña".
Como me olió tan podrido como Dinamarca, busqué el original y encontré que dice: "Und vieles/Wie auf den Schultern eine/ Last von Scheiten ist/Zu behalten", que literalmente significa "Y mucho, como sobre los hombros una/carga de leños hay/que soportar".
No es lo mismo, ¿no? La primera traducción empequeñece el significado y se carga la imagen. Hölderlin dice que soportamos, en el corazón, en el alma, que tenemos mucho que soportar, y nos trae la imagen del leñador encorvado bajo el peso de los leños, y otras muchas más relacionadas con el cargar leños sobre los hombros, incluso la de Cristo cargando la Cruz. Todo eso, mueves el "como" de sitio, y desaparece.
Lo primero que hay que hacer para traducir es ponerse en el pellejo del escritor y sentir e imaginar con él, y respetarlo. Y creer que lo que dice es exactamente lo que quiere decir, y que si quisiera decir lo que a nosotros nos parece, porque nos suena mejor o nos convence más, lo habría dicho.
Así que estoy contigo, si Shakespeare no dice que algo atufa, es que no quiere decirlo. Y lo que no se dice también significa: significa que no huele.

E. G-Máiquez dijo...

Qué precioso ejemplo, CB. Y qué magnífica conclusión: "ponerse en el pellejo del autor". Eso es clave hasta literalmente, porque la piel de gallina que pone el texto también es algo fundamental a conservar. Los silencios hay que traducirlos igualmente. Muchas gracias.