Un refrán que en mi niñez me
causaba una absoluta perplejidad es “Dime de qué presumes y te diré de qué
careces”. “¿Cómo presumir de lo que no se tiene sin caer en un espantoso
ridículo?”, me preguntaba yo, en mi candidez, aunque escamado, porque yo era
muy presumido. Ver a algunos presumiendo de humildad o de inteligencia me hizo
entender la perspicacia del dicho, y también una frase de Oscar Wilde, genial
como todas las suyas: “Las buenas maneras son lo primero que se pierde cuando
no se tienen”. Pude aplicarme por fin el refrán y comprobar su veracidad, ay, en carne propia. Quedaba sólo la duda de los que presumen de bienes materiales y
muchos posibles…, pero con una leve variante la cosa sigue teniendo la misma
punta afilada: “Dime de qué presumes y te diré de qué careciste”. Presumo que lo mejor es no presumir. O, si no podemos evitarlo, hacerlo de nuestras carencias.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
2 comentarios:
Presumir de nuestras carencias..., hace falta mucha siceridad para eso, ¿no crees?
Miguel
Me hacen gracia quienes dicen: yo tengo muchos defectos; pero no ese que se me atribuye,Y como se le atribuyen muchos, nunca tienen ninguno. Lo contrario (yo tengo muchas virtudes, pero no ésa que se me asigna)no lo he oído hasta la fecha.
Jilguero.
Publicar un comentario