He disfrutado mucho la lectura de Impresiones provinciales, la última entrega del dietario de José Jiménez Lozano. No ha sido el menor placer haberla simultaneado con el magistral y apabullante diario de Andrés Trapiello. Siendo ambos inmejorables en su estilo, se equilibraban.
Por supuesto, he sacado, como siempre de JJL, noticias interesantes, ideas profundas y lecturas imprescindibles, pero me he llevado dos o tres impresiones muy personales que quiero compartir.
La primera este poema:
CANECILLO
Muchas veces he visto un canecillo
en una iglesia abandonada,
un bufón burlándose:
—¿Sigues riendo? —le pregunto.
—Aunque soy de piedra —dijo—,
¿qué podría hacer, si miro al mundo?
Yo hago mi oficio.
A mí también me han preguntado a menudo, con cierto tono de censura, si sigo riendo. Ya tengo mi contestación: hago mi oficio.
Más tarde habla del oficio del fotógrafo. Yo, que defiendo el yo en literatura, he recibido estas palabras como agua de mayo, claro: la fotografía es válida y salvífica "verdaderamente,
sólo si el fotógrafo, como el pintor lo hizo siempre, consigue constituirse en
el sujeto del fotografiar: esto es, capta el sentido y se lo otorga a la realidad
fotografiada".
Y una tercera impresión incluso más personal. ¿Más todavía? No, más no, pero más biográfica. Fui yo el que di el teléfono a un amigo que quería invitar a JJL a la Academia de Artillería. Me ha dado un alegrón ver que aquella visita, para la que puse mi granito de arena —o de agenda—, salió tan bien:
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