viernes, 27 de julio de 2007

La edad de oro

Más tarde el traqueteo estrepitoso de las motos lo estropeará todo. O el deseo de ellas. La edad de oro, mientras tanto, puede verse brillar en los ojos de los niños que dejaron atrás las ruedecitas de sus bicis y pedalean enérgicamente con caras radiantes de velocidad.

8 comentarios:

Ángel Ruiz dijo...

¡Sí!

Anónimo dijo...

Demoledor y certero.

Anónimo dijo...

adjetivación, recuerde el balón ceñudo, ¿"caras de absoluta velocidad"?, seguro que hay algún adjetivo para describir esas caras, a mi ahora no se me ocurre ninguno.

E. G-Máiquez dijo...

Gracias, anónimo. ¿Y ahora? Si no, seguiremos pedaleando.

Juan Manuel Macías dijo...

Joder, qué nostalgia me ha entrado leyendo esta perlita de entrada. ¡Mi reino por una bici!

Anónimo dijo...

me encanta su blog, sus poesías son estupendas. la definición del "verdadero arte" impresionante, desde entonces me enganché a su blog, es curioso como la memoria no tiene que hacer casi esfuerzo con estas definiciones luminosas, no hay muchas, normalmente tiene que trabajar mucho así que se agradece encontrar, de vez en cuando, algunos de esos puntos luminosos (entiendo que no hay muchos porque sino iríamos por ahí deslumbrados, y no se trata de eso, de alguna manera sería inhumano)

Juan Ignacio dijo...

Si lo estoy viendo...

Muy bueno.

Yo recuerdo una edad prometida del gozo;
ha dejado en mi lengua un entrañable sabor de paraíso.

Coni Danegger dijo...

Enrique, si les pueden seguir brillando los ojos no pasa nada; cada vez más oro.