Mi madre era una santa, pero yo soy un hijo de mi época y no me consigo quitar de encima el manido prejuicio de la originalidad. A estas alturas me sorprendió releer "
El bastón de laca" de
La cifra (1981) y descubrir que el poema de d'Ors, "'Made in Pakistan'", de la sección de inéditos editada en
El misterio de la felicidad (2009) es una variación. Dice Jorge Luis:
[...]
Lo miro. Pienso en el artesano que trabajó el bambú y lo dobló para que mi mano derecha pudiera calzar bien en el puño.
No sé si vive aún o si ha muerto.
No sé si es taoísta o budista o si interroga el libro de los sesenta y cuatro hexagramas. No nos veremos nunca.
Está perdido entre novecientos treinta millones.
Algo, sin embargo, nos ata.
No es imposible que Alguien haya premeditado este vínculo.
No es imposible que el universo necesite este vínculo.
Luego canta d'Ors:
Manos pakistaníes
que en un insospechado rincón del tiempo, anónimas
y remotas, pasasteis sobre este mismo pliegue
en que ahora están las mías [...]
y luego os alejasteis para siempre,
al fondo de una oscura cadena de trabajo.
[...] Manos
que ahora mismo las mías adivinan y sienten
ligadas a una vida
desconocida pero que misteriosamente
es la mía también [...]
[...] en una camisa comprada en las rebajas
vi que todas las vidas son una misma Vida.
Todas las vidas son una misma Vida y todos los poemas son, por lo visto, un mismo Poema. Bien, ¿y qué? Eso no le quita nada a "'Made in Pakistan'". La poesía de d'Ors está en los detalles, en el tono, en su insobornable admiración por Borges, en la sutil diferencia irónica que va de un exquisito bastón de laca a una camisa comprada en las rebajas y, sobre todo, en las propias imágenes. En ésta, por ejemplo, inolvidable, brillante y colorida como una portada del
National Geographic:
¿O las manos de un niño —al que le estaban grandes
la camisa y los ojos—
11 comentarios:
Querido Enrique:
Anoche hablaron elogiosamente de tí y de tu post sobre los peligros del deporte en la tertulia Más se perdió en Cuba, de Radio Intereconomía. Todos los contertulios parecían conocerte, o al menos conocer tu obra.
Me puse tan contento como si hubieran elogiado a un primo mío.
A estas alturas del partido sólo los muy tontos o desinformados creerán en la originalidad pura. "Made in Pakistán" es un poema excelente gracias, en parte, a su capacidad de variar un tema ya dado. No había visto yo la relación con el poema de "La cifra". Mil gracias.
Qué dos poemas. El de Borges no lo conocía y ahora el de d’Ors me gusta aún más. Gracias a los tres (por lo menos)...
Gracias por el dato, Fernando, querido primo.
Y queridos Javier y A., efectivamente, el poema de d'Ors gana, aún más, apoyado en el bastón de laca. A mí me hace especial gracia la ironía (¿inconsciente?) entre la laca del bastón y las rebajas de la camisa.
Pues a mí me parece que d'Ors -incluso Miguel d'Ors!- no aguanta con Borges... Con el que por cierto, no aguanta casi nadie. J
El prejucio de la originalidad parece inevitable; lo grave es cuando da en superstición. La "originalidad" a toda costa conduce al despeñadero, ya que nos fuerza, lo queramos o no, a ir a la contra. La verdadera originalidad sería la que nace de nosotros mismos; la otra, la originalidad buscada, más parece empeño de taxidermista que otra cosa.
Pues a mí me parece que d´Ors dialoga divinamente bien con Borges, y por otro lado ¿de qué Borges estamos hablando...? Lo digo porque todos los genios tienen un mal día en el que ay, escriben, y siempre se puede hacer la trampa (que por otro lado algunos andan haciendo siempre) de comparar un católico terrible con un ateo seráfico...
No digo Miguel d´Ors, que es un gran poeta, pero es que yo creo que hasta podríamos poner la mejor canción de Sabina al lado del peor poema de Borges... y sale ganando la primera.
Je, en su blog de Antonio Rivero te llama joven poeta. Eso me deja un margen.
Vuelvo a leer despacio los dos fragmentos y sigo prefiriendo a d'Ors, qué le vamos a hacer.
Según Dámaso Alonso, el afán de originalidad no es anterior al Romanticismo. Sólo después, en el siglo XX, se descubrió que en el Polifemo Góngora había plagiado la Fábula de Acis y Galatea de Villamediana, ambas obras con el mismo dedicatario, el Conde de Niebla, que seguramente vería emulación más que plagio en la coincidencia temática.
Jilguero
Y qué borgiana manera la tuya de recordar, con este pretexto, a los rostros queridos que faltan.
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