sábado, 30 de octubre de 2010

A mano alzada

El último libro de Enrique Baltanás impacta desde el título: Minoría absoluta. Se podría pensar que, siendo una colección de aforismos, es un guiño al tamaño del género (minoría) y a su ansia filosófica (absoluta). Y sí; pero sobre todo defiende un ámbito donde el juego de las mayorías no deje fuera de juego a la persona, donde cada uno pueda alzar la mano, y cantar las cuarenta.


Ese tono rebelde y respondón lo confirma pronto el propio autor: “Me he pasado la vida siendo un izquierdista serio y aburrido. Creo tener, pues, ganado el derecho a pasarme la otra media siendo un divertido y gamberro reaccionario”. E insiste: “Toda filosofía progresista parte necesariamente de esta petición de principio: la naturaleza no existe… Y si existe, ya la cambiaremos” o “Petición de principio de todo conservador: ‘Las cosas son como son… por algo’”; y de remate: “A los, muchos, que me dicen ‘Yo creo en Dios, pero no en los curas’, les desconcierta a veces mi respuesta: ‘Yo a veces dudo de Dios, pero de la Iglesia, nunca’”.

La minoría no es soledad. En muchos aforismos del libro se escuchan ecos. De Ortega y Gasset (“Occidente, ¿lleva escrito en su nombre su destino?”), de JRJ (“El ingenio es una trampa en la que están deseando caer todos los tontos”), de Eugenio d’Ors (“Metáfora: chispa que se produce cuando corazón y cerebro contactan”), de Antonio Machado (“El primero y principal de los derechos humanos es el derecho a equivocarse”, y a renglón seguido: “El primer deber de todo hombre es el deber de rectificar”), de G. K. Chesterton (“Para practicar el amor libre hay, primero, que librarse del amor”), de Ramón Gaya (“Todos somos indigentes… de algo”) y, por supuesto, de Gómez de la Serna (“La tinta china debería ser amarilla”).

La voz de Baltanás no se ahoga en esos ecos, lo que no es mérito pequeño. Lo más suyo es el cruce entre el humor y la hondura. Ejemplos: “Bien escaso: redundancia”, “Declaración de amor: ‘Podría vivir sin ti, pero no me da la gana’”, etc.

Acompasado con el contenido, el volumen de La Veleta es una pequeña joya. La portada, hermosísima. Lo comprará una minoría, claro, y acertará absolutamente.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Carlos dijo:

Qué grande es nuestro Enrique Baltanás.