No estaría de más, Enrique, que aclararás donde termina la clase trabajadora y empieza la clase media. ¿Aquellos serían los menestrales y estos los profesionales liberales, o es más difuso y poroso el asunto?
Dice el artículo: "La crisis, que ya se ha cebado sin misericordia con la clase trabajadora, viene a por la clase media". Y, a partir de ahí, un relato de la tragedia que supondría la extinción de dicha clase media. Se me ocurren algunas preguntas. La "clase trabajadora" ¿ya está extinguida, y por eso no vale la pena ocuparse de ella? ¿No lo está, pero el proceso de extinción, aunque más avanzado por lo visto -por lo dicho- que el de la clase media, no tiene importancia? ¿Puede "cebarse sin misericordia" con ella sin que eso tenga que preocupar a nadie -salvo, imagino, a la propia "clase trabajadora"? ¿No hay "épica" para ella, ni escudo, sólo resignación y silencio? En fin, que no lo veo claro.
No recuerdo la definición de clase media de 1984, y es ya la gota que colma el vaso de las muchas que han caído últimamente: he de releer la novela.
Cada vez que usted no lo ve claro me ilumina algo, en este caso cosas que daba por sabidas. La clase trabajadora no puede extinguirse, porque lo que quieren es que todos seamos clase trabajadora, por supuesto lo más arrollada posible. Y claro que tiene su épica: la de la obra bien hecha, que hicieron JRJ y Eugenio d'Ors a menudo, por poner ejemplos excelsos. Tiende usted a olvidar que un artículo es, como explicaban Enrique Baltanás y Fernández de Mora el otro día, una pequeña articulación de un todo. En mi caso estoy limitado a 2877 caracteres con espacio. Con menos límites, Lampedusa cantó sólo a la aristocracia y su canto de cisne y no creo que nadie pueda afeárselo.
Muy interesante la pregunta de Suso. El otro día en clase la hice y se me partía el corazón oyendo a un alumno (excelente) defender cargado de razón que quien gana 1000 euros es ya la clase media. Luego, he pensado que mi alumno tenía más razón de la que yo le di en la clase. Ninguna de las teorías más o menos científicas y economicistas es del todo convincente. Yo apuesto a que depende de la conciencia de clase (media). O sea, quien se considere que ocupa ese puesto intermedio que le exige hacer equilibrismos sociales, presupuestarios, educativos y de cuidado de las apariencias. En bastantes cosas, es heredera de los hidalgos de nuestro siglo de Oro.
Mi intención no es criticar, sólo preguntar. Y preguntaba, si lo que puede ocurrir (ojalá no) con la clase media merece esas consideraciones, lo que ya está ocurriendo con la clase trabajadora, ¿no hubiera merecido siquiera unas palabras? Porque en este caso, entiendo, no se trata de una posibilidad más o menos amenazante, sino de una dramática realidad. Pero en fin, las palabras de EGM algo aclaran al respecto.
Estoy más de acuerdo con la concepción "mental" de la clase media. No depende en todo caso del dinero, del poco dinero, quiero decir. El que se hace millonario escapa siempre de la clase media, aunque muchas veces no se integre, por educación, en la clase alta, esa que se identifica así mismo exclamando "estaba toda Sevilla, o Madrid o el Puerto de Santa María" y sólo son tres gatos aunque, eso sí, muy orgullosos. La viejecita solterona, hija de un militar antiguo, que apenas llega a fin de mes y que con su abrigo raído va a misa de doce, e incluso da una moneda al "pobre" de la puerta es, indudablemente clase media...
Sí, sí, tiene gracia... o esa otra: "Es que en Sevilla nos conocemos todos". ¡En una ciudad de casi un millón de personas! Es claro a quien se refiere ese todos tan “solidario”.
Las muy pertinentes observaciones de Ignacio Trujillo me recuerdan una historia que leí hace años. Se trataba de un escritor, creo que chileno, que vuelve al cabo de años a su ciudad. Una dama de alta alcurnia que allí conoce se ofrece a llevarle a la playa, a un sitio poco conocido que está muy bien, aunque hace años que ella misma no lo visita. Cuando llegan, resulta que está de gente hasta arriba. Comentario de la señora ante el panorama: "Ahora comprendo por qué aquí no viene nadie".
Impagables. La frase de "nos conocemos todos" no la tenía destripada, y es desternillante. Lo de Chile ya se sale. Lo contaré con fruición. Gracias a ambos.
Me encanta tu elocuencia ,Enrique eres un fenómeno ,y no me cabe la menor duda de tu cualificaron ni de tu capacitación ,y veo con sorpresa después de mucho tiempo sin entrar en tu blog que sigues como siempre y los que siempre te siguen...............aunque se van cambiando de nombre y no de filosofía .
15 comentarios:
Y una oración por la casa ajena
No estaría de más, Enrique, que aclararás donde termina la clase trabajadora y empieza la clase media.
¿Aquellos serían los menestrales y estos los profesionales liberales, o es más difuso y poroso el asunto?
Es muy interesante la clase media retratada en 1984 de George Orwell...
Dice el artículo: "La crisis, que ya se ha cebado sin misericordia con la clase trabajadora, viene a por la clase media". Y, a partir de ahí, un relato de la tragedia que supondría la extinción de dicha clase media. Se me ocurren algunas preguntas. La "clase trabajadora" ¿ya está extinguida, y por eso no vale la pena ocuparse de ella? ¿No lo está, pero el proceso de extinción, aunque más avanzado por lo visto -por lo dicho- que el de la clase media, no tiene importancia? ¿Puede "cebarse sin misericordia" con ella sin que eso tenga que preocupar a nadie -salvo, imagino, a la propia "clase trabajadora"? ¿No hay "épica" para ella, ni escudo, sólo resignación y silencio? En fin, que no lo veo claro.
No recuerdo la definición de clase media de 1984, y es ya la gota que colma el vaso de las muchas que han caído últimamente: he de releer la novela.
Cada vez que usted no lo ve claro me ilumina algo, en este caso cosas que daba por sabidas. La clase trabajadora no puede extinguirse, porque lo que quieren es que todos seamos clase trabajadora, por supuesto lo más arrollada posible. Y claro que tiene su épica: la de la obra bien hecha, que hicieron JRJ y Eugenio d'Ors a menudo, por poner ejemplos excelsos. Tiende usted a olvidar que un artículo es, como explicaban Enrique Baltanás y Fernández de Mora el otro día, una pequeña articulación de un todo. En mi caso estoy limitado a 2877 caracteres con espacio. Con menos límites, Lampedusa cantó sólo a la aristocracia y su canto de cisne y no creo que nadie pueda afeárselo.
Muy interesante la pregunta de Suso. El otro día en clase la hice y se me partía el corazón oyendo a un alumno (excelente) defender cargado de razón que quien gana 1000 euros es ya la clase media. Luego, he pensado que mi alumno tenía más razón de la que yo le di en la clase. Ninguna de las teorías más o menos científicas y economicistas es del todo convincente. Yo apuesto a que depende de la conciencia de clase (media). O sea, quien se considere que ocupa ese puesto intermedio que le exige hacer equilibrismos sociales, presupuestarios, educativos y de cuidado de las apariencias. En bastantes cosas, es heredera de los hidalgos de nuestro siglo de Oro.
Mi intención no es criticar, sólo preguntar. Y preguntaba, si lo que puede ocurrir (ojalá no) con la clase media merece esas consideraciones, lo que ya está ocurriendo con la clase trabajadora, ¿no hubiera merecido siquiera unas palabras? Porque en este caso, entiendo, no se trata de una posibilidad más o menos amenazante, sino de una dramática realidad. Pero en fin, las palabras de EGM algo aclaran al respecto.
Estoy más de acuerdo con la concepción "mental" de la clase media. No depende en todo caso del dinero, del poco dinero, quiero decir. El que se hace millonario escapa siempre de la clase media, aunque muchas veces no se integre, por educación, en la clase alta, esa que se identifica así mismo exclamando "estaba toda Sevilla, o Madrid o el Puerto de Santa María" y sólo son tres gatos aunque, eso sí, muy orgullosos.
La viejecita solterona, hija de un militar antiguo, que apenas llega a fin de mes y que con su abrigo raído va a misa de doce, e incluso da una moneda al "pobre" de la puerta es, indudablemente clase media...
¡Viva esa viejecita!
Por cierto, qué expresión tan graciosa esa del "estaba todo Sevilla", ¿verdad?
¡Viva!
Sí, sí, tiene gracia... o esa otra: "Es que en Sevilla nos conocemos todos". ¡En una ciudad de casi un millón de personas! Es claro a quien se refiere ese todos tan “solidario”.
Las muy pertinentes observaciones de Ignacio Trujillo me recuerdan una historia que leí hace años. Se trataba de un escritor, creo que chileno, que vuelve al cabo de años a su ciudad. Una dama de alta alcurnia que allí conoce se ofrece a llevarle a la playa, a un sitio poco conocido que está muy bien, aunque hace años que ella misma no lo visita. Cuando llegan, resulta que está de gente hasta arriba. Comentario de la señora ante el panorama: "Ahora comprendo por qué aquí no viene nadie".
Impagables. La frase de "nos conocemos todos" no la tenía destripada, y es desternillante. Lo de Chile ya se sale. Lo contaré con fruición. Gracias a ambos.
Buenísimo lo de la playa chilena, Gatoflauta.
No es mérito mío, me limito a citar.
Me encanta tu elocuencia ,Enrique eres un fenómeno ,y no me cabe la menor duda de tu cualificaron ni de tu capacitación ,y veo con sorpresa después de mucho tiempo sin entrar en tu blog que sigues como siempre y los que siempre te siguen...............aunque se van cambiando de nombre y no de filosofía .
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