miércoles, 18 de abril de 2007

Qué extraño mundo el corazón

Íbamos con prisa por el centro del Puerto cuando a lo lejos --se llama la Calle Larga-- vemos a uno que, dentro de aquella división de Pla entre amigos, conocidos y saludados, entra de lleno en la categoría de conocidos, en el subapartado de conocidos pesados. Leonor y yo nos miramos con terror, como diciéndonos "Uff, lo que nos espera". Pero él nos ha visto y no ha visto que le hemos visto, y ágilmente se cruza de acera. O sea, que el "uff" es mutuo. Al llegar a nuestra altura, nos sonríe con cara de lamentar muchísimo el tráfico interpuesto. Gracias a lo cual, nosotros llegamos por los pelos a nuestra cita. Sin embargo, en vez de alegrarnos por el tiempo ganado y por el aburrimiento perdido, nos quedamos (qué extraño mundo el corazón, esposa) de lo más chafados.

Y por si fuera poco, dos tazas. Auden en un poema alaba (y envidia) la perfecta castidad de los perros, excepción hecha de los períodos de celo. Me acuerdo ahora de Auden porque Pukka ha entrado en el período de celo. Para evitar una unión morganática, le hemos buscado una casa a Carbón. Lo entregamos con el alma en vilo, pues Carbón, además de nervioso y meón, es muy de sus dueños y aúlla cuando no está con nosotros. Anoche nos acostamos compadeciendo a los habitantes del bloque de pisos donde se había quedado y apuradísimos por lo que pudiera ocurrir. Dormimos regular. Y ahora nos cuentan que el perro está contentísimo, que se porta de maravilla y que se pasa el día jugando con los niños de la casa como uno más. Vaya.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Es extraño vernos desde la cabeza de otros, ya sea Carbón un conocido pesado o tu mejor amigo, nunca nos verán como nos gustaría que nos viesen. Lo malo es cuando nos enteramos de como nos ven. Entonces nos quedamos sin palabras (o gritamos demasiado)...extraño.

Anónimo dijo...

Sólo hay una cosa peor a que te inviten a una fiesta: que no te inviten.

Adaldrida dijo...

Ayyy. Lo cuentas muy bien, y nunca se me había ocurrido. PO quizás sí, pero distinto. Yo creo que a las madres les consuela que sushijos se porten mal en otras casa, aunque no lo digan. Y cuando la vecinita te cuelga eso de "han sido mu formales", aprietas los dientes y los puños.

Anónimo dijo...

Está claro que lo importante es mover la colita, y en tu casa no la movía.