domingo, 30 de noviembre de 2008

Mira y pasa

Sin motivos, pero me encuentro en un estado de ánimo muy plácido y, por tanto, nada propicio para escribir una columna de opinión. Me siento —si me perdonan la petulancia y muy mutatis mutandis— como Virgilio en el Canto III del Inferno. O sea, que sí, que estamos en un infierno, con la crisis y con las cruces y con Lukoil y con la incompetencia de Garzón y con Almudena Grandes y sus chistes de sal —como era de esperar— gruesa sobre las violaciones y eso, pero lo que me pide el cuerpo es lo que el clásico aconsejó al Dante: “No hablemos de ellos, sino mira y pasa”.

Curiosamente Virgilio da su venerable consejo pasota cuando cruzan por delante de los indolentes, los que no hicieron nada cuando podían y ahora, en el Más Allá, corren de un sitio para otro sin fin y sin propósito definido. Lo que se parece como una gota de agua a las numerosas medidas contra la crisis, a cada cual más histérica, que toma el Gobierno que negaba la crisis hasta que se abrió bajo sus pies. Éste es el momento de darles el consejo del cojo: “No corráis que es peor”. Cada remedio contra la crisis de estos acelerados la azuza.

Luego están las cruces, que descuelgan de los colegios para regocijo progresista. Lo que, a su vez, recuerda a la novela de Chesterton La esfera y la cruz en la que un feroz ateo empieza arrancando crucifijos y acaba viéndolos por todas partes: en los postes telefónicos, en las vallas de madera, en las señales de tráfico. Entonces se le desata un furor destructivo. La esfera y la cruz se publicó en 1910, así que ya da mucha pereza insistir en lo mismo, aunque uno se malicia que, si siguen empollando esta obsesión, terminarán queriendo echar mano a la cruz que llevo en mi pecho. Y ésta no me la tocan si no me arrancan antes, por decirlo con la dulce expresión de Garcilaso, el sentido. Para darle el toque funéreo que faltaba, Zapatero ha equiparado las exhumaciones a las canonizaciones, con una lógica laica inquietante.

Pero hoy ni ZP me inquieta. Me temo que para hacer una columna de opinión esta serenidad estoica no ayuda mucho. Convendría sentirse muy irritado con el mundo y sus engaños o no poder resistir las ganas de reírse de todo (por no llorar). Hoy ni lo uno ni lo otro. Para colmo, a ratos, en la mesa camilla, supero la serenidad estoica y rozo el nirvana budista, con esos ojitos semicerrados de Buda que se ha puesto tibio de pato a la taiwanesa.

Entonces me susurro a Góngora: “Ándeme yo caliente/ y ríase la gente./ Traten otros del gobierno,/ del mundo y sus monarquías,/ mientras gobiernan mis días/ mantequillas y pan tierno,/ y las mañanas de invierno/ naranjada y aguardiente,/ y ríase la gente”. Claro que esto no resulta muy heroico, ni está nada claro hasta cuándo vamos a andarnos calientes, ni yo soy Góngora, ni Góngora tenía que escribir artículos de opinión... El miércoles será otro día y a ver si me levanto más Quevedo.
[Diario de Cádiz]

8 comentarios:

Escoliasta dijo...

Aunque no soy yo para consideraciones militares, me barrunto que antes de la batalla es la mejor actitud la de una plácida contemplación. Entiendo que esta actitud nos adviene, y no está en nuestras manos producirla o conservarla. Que Dios se la conserve mucho tiempo,,, porque - me temo - que llegarán a buscar su crucifijo.

Adaldrida dijo...

chapeaux. Qué coincidencia, tu tocayo don Enrique también hablaba de lo mismo en su blog, haciendo la misma referencia a la gran obra de GKC...

Jesús dijo...

Lo que tú ya sabes. En lo sucesivo, y como guiño cómplice: LQTYS, o bien, "elecutis". ¿Cuál prefieres?.

Juan Antonio González Romano dijo...

Si levantándote como Góngora has escrito esto, cómo será cuando te levantes como Quevedo...

Marulino de Italica dijo...

No mi señor Enrique, no. No caiga ud. en ese nirvana nihilista que a nada conduce y, precisamente hoy que recuerda ud. a Chesterton, rememore la genial novela que hoy cita, "La esfera y la Cruz", y piense sobre ella, su significado y sobre cómo encaró la vida su genial autor, que jamás se canso de flagelar con su palabra la sociedad en la que vivió.
Si decide ud. imitar al magnífico y gordo "apostol del sentido común", mejor para ud. que habrá ganado en mucho... y también para todos nosotros que seguiremos disfrutando de este su Blog.
Repase "La taberna errante" que también contiene un puñado de ideas enormes y supone una inyección de ánimo y sentido del humor.

Jesús Beades dijo...

Qué bien explicado ese estado de ánimo. Yo también en estoy en pijama y al calorcito artificial, mientras la tarde cae sobre todas las cosas, con un ánimo parecido: mullido, indolente, estable. Se ve que sí que sirve para hacer una columna de opinión (aunque sea para opinar sobre el propio ánimo); lo que no sirve es para escribir poesía, te lo aseguro. Hace falta incomodidad, extrañamiento, o una especie de euforia que nos coloca a unos centímetros del suelo, al menos hasta que se marche el ángel. Y esta molicie lo impide.

Manupé dijo...

Me preguntan Garzón, Almudena Grandes y Zapatero, abusando de mi confianza contigo, donde compraste el manual de serenidad estoica y quien te mandó la presentación en power point sobre como alcanzar el nirvana budista, a la vista de lo eficaz que ha resultado con tu columna de opinión.

E. G-Máiquez dijo...

Muchísimas gracias a todos. "Elecutis" tiene mucha gracia, Suso, y se te agradece más. Abrazo.