jueves, 2 de julio de 2009

Nostalgia de Abel Feu

Al tercer e-mail en dos días corrigiendo cosas de mi reseña de Carlos Marzal en Poesía Digital, Javier García Clavel, su editor, se ha plantado, terminante: “¡Basta ya!”. Lo entiendo al hombre, por supuesto. Sólo se deja de corregir por aburrimiento o por la muerte del autor, dijo Borges, y yo no me aburro de perseguir la perfección, que me lleva muchísima ventaja.

En teoría, la publicación también calma (un poco) las ansias correctoras, pero ese calmante sólo funciona en papel. En Internet, no tiene efecto ninguno. Internet exacerba las ansias, porque se puede corregir infinitamente y porque no sólo suprime el espacio sino el tiempo. Cuando cualquiera busque en Google, ahora o dentro de diez meses o diez años, una reseña de Marzal podrá ver en un segundo, como recién salida del horno, la mía. No vale decir: “Lo escrito, escrito está”, que es una frase que me da especial rabia, y no solo por quién y cuándo la dijo, sino por lo que supone.

Me he puesto a recordar, con un ataque agudo de melancolía, los tiempos felices en que Abel Feu fue mi editor, en la revista Nadie parecía y en la editorial Renacimiento, cuando preparábamos Casa propia. Yo le telefoneaba infinidad de veces y a veces a horas intempestivas, incluso por una coma de más, o de menos, o por una titubeante, y él siempre se sorprendía con entusiasmo por los cambios (si eran buenos, que si no, no) y siempre, siempre, en todo caso me animaba a la obsesión: como Luis Rosales, corregía hasta en pruebas. Para él eso era un síntoma de la enfermedad de la literatura; y refunfuñaba de quienes no le molestaban ni una sola vez para cambiar nada. Además, como la publicación se solía retrasar bastante, siempre había tiempo, por suerte, para una penúltima revisión.

Claro que García Clavel, el pobre, podría decirme: “En pruebas, vale, pero es que tú corriges hasta con efecto retroactivo y en espiral”. Bueno, sí, es verdad, ya no revisaré más mi reseña, lo juro. Pero vosotros sí podéis leerla aquí. Tras los tres correos no está mal del todo, espero. Y si veis una errata o un fallo, no decídmelo, por Dios, que quiero seguir siendo amigo de JGC.

4 comentarios:

Juan Antonio González Romano dijo...

Qué suerte, pues, tener al lado a Abel Feu. Yo acabo de mandarle tres folios completos de correcciones...

ACdR dijo...

Excelente reseña, Enrique. Fino el análisis y amplias las miras, porque supongo que no compartes las coordenadas filosóficas de Marzal, pero aún así reconoces sus logros.

Jesús Beades dijo...

Pues para decir -me refiero a Marzal- que todo es del gusano, no hace falta tantos alambiques. Cincuenta y nueve poemas bamboleando con palabras comunes, y trufándolos con palabras rimbombantes, es la declaración: "nada importa. Entre tanto, me entretengo". En fin, metafísica de nada. Me vuelvo a Claudio Rodríguez.

Javier Sánchez Menéndez dijo...

Y yo Jesús, me vuelvo a Claudio y a Nicanor.