viernes, 31 de julio de 2009

La carità

[En mi artículo del Semanario Alba para antes de las vacaciones de agosto recomiendo, como siempre, la Divina Comedia. Y aprovecho la ocasión para introducir una nueva impresión de lectura. Quería haber escrito un ensayo sobre el particular, fatigando estudios y monografías, pues es bastante probable que esto ya lo hayan dicho otros, pero la vida no me ha dado para más, sí que expongo mi intuición desnuda. Va:]
Como se sabe, Dante, en el Infierno, camina apiadándose continuamente de casi todos los condenados. Por piedad de ellos llega a perder el sentido. Según Borges, esto es una argucia literaria para dar más verosimilitud a la obra: los condenados lo estarían por Dios, y no colocados allí por el autor, que se enmascara en su lástima. Pienso que el motivo es aún más sutil y mucho más teológico. En el Infierno, Dante es el único cristiano. Lo guía Virgilio, que, como se repite sistemáticamente, no tuvo la fortuna de conocer a Cristo. En el canto IV del Infierno, donde se explica su situación, se dice que esas almas nobles sin bautismo, entre las que Virgilio se cuenta, tienen un semblante que no es ni alegre ni triste. La compasión que siente Dante, y que Virgilio no comprende, es, en realidad, un reflejo de la misericordia de Cristo, cuyas tristezas y alegrías llegan así incluso a las profundidades infernales.

Dante pone un cuidado especial, y de eso hablaremos más otro día, en diferenciar el reflejo de lo reflejado. ¿Recordáis que dijimos que Beatriz es una imagen divina, pero a la vez imperfecta, y que gracias al mal carácter de la musa se evita la idolatría? Pues bien, tampoco quiere Dante (ni puede) presentarse como un perfecto representante del amor de Cristo. Quizá por eso, muestra tanta inquina contra Filippo Argenti (Canto VIII). Su ataque de mala leche resulta tan sorprendente que el lector sospecha que tiene que tener un motivo personal, biográfico, que no se nos explica. En cambio a Virgilio, esa rabia repentina le entusiasma, y abrazándole exclama: "Alma sdegnosa / benedetta colei che'n te s'incinse!", o sea, "¡Viva la madre que te parió, alma desdeñosa!" Ya se ve que Virgilio andaba muy mosca con las ternuras que Dante venía prodigando con los pobres condenados.

Pero Dante, a pesar del abrazo, seguirá prodigándolas: confiesa en el Canto XIII que "Tanta pietà me accorà!" [¡Tanta piedad me azora!] En el Canto XIV es todavía más explícito: en el verso 1º justifica un gesto de cariño hacia un suicida con la palabra mágica "la carità", y sólo cinco versos más abajo describe los castigos de esta manera: "si vede di giusticia orribil arte", esto es, "se ve de la justicia el arte horrible". Qué contraste, eh. (Un contraste, por otra parte, irremediable.)

Que Virgilio representa el mundo precristiano está claro, además, por la insistencia con que llama la atención de Dante sobre personajes ilustres de la Antigüedad. Hay momentos en los que Virgilio parece fastidiado de tanto florentino, como pensando: "Vaya cateto localista que me he traído al Averno..." Igual que El Quijote, la Comedia es la historia de una amistad, de una larga conversación, y compensa oír sus acentos, matices y leves desencuentros.

3 comentarios:

Jesús Beades dijo...

Con todo, no puedo imaginarme a Virgilio (y a tantos) más que en el Cielo.

Anónimo dijo...

traduce, enrique, traduce

E. G-Máiquez dijo...

A sus órdenes, anónimo: ya traduje.

Claro, Beades, Dante también puso a algunos (Trajano, por ejemplo) en el Cielo a pesar de que no habían conocido el Bautismo.