martes, 31 de marzo de 2009

Prólogo y reseñas


Uno siempre vuelve a donde fue feliz. Por eso compro todos los libros de y sobre Julián Ayesta. Su pequeña novela Helena o el mar de verano está entre mis favoritas, y es muy probable que, si alguna vez tengo que hacerle a usted algún regalo —porque me invite a cenar, por ejemplo—, aparezca con ese librito de Ayesta bajo el brazo.

Me he comprado, por supuesto, Dibujos y poemas de Julián Ayesta, editado por Trotta. La primera impresión es decepcionante, dicho sea sin remilgos. Antonio Pau en el prólogo califica (con benevolencia) a los dibujos de garabatos (porque tienen gracia, explica). Garabatos a los que, para colmo, dejan en evidencia los deliciosos cuadros de Dufy que pueblan el volumen. Los poemas son indiferentes, esto es, ni tan siquiera rematadamente malos.

Sin embargo, el libro merece la pena, porque esconde un buen puñado de felicidades. El propio prólogo de Pau es muy interesante y, tras repasar muy objetivamente la trayectoria de Ayesta posterior a Helena, comentando una prosa poética final, que recupera su estilo primero, remata con esta confesión: “¿Pueden aparecer de pronto treinta, cuarenta líneas que ignoran —afortunadamente, habría que decir, quizá en voz baja— una evolución de medio siglo?” Junto al prólogo y a la prosa mencionada, son extraordinarias la carta de Ayesta a su editor y sus reseñas teatrales, llenas de frescura y perspicacia. Lo peor del libro es su título, que destaca lo peor. Tendría que haberse llamado Prólogo, prosa, carta y reseñas.

lunes, 30 de marzo de 2009

Blogger me lee el pensamiento

¿Misterios de la informática? Sí, pero mentiría si dijese que no sé porqué blogger ha colocado en el sábado la entrada que ahora mismo acabo de escribir. Simplemente la había pensado entonces, aunque la dejé para hoy. La máquina, no me pregunten cómo, me ha leído el pensamiento.

domingo, 29 de marzo de 2009

Admiraciones hay muchas

Admiramos a muchos, y además no del mismo modo, naturalmente. Hay textos, por ejemplo, que me gustan a morir, pero que no incluiría en un libro mío ni regalados; en cambio, otros, que me gustan a morir, pero de otra manera, los admiro algo agridulcemente, con la pena de no haberlos escrito yo. Eso me pasa con este poema que me mandó por e-mail Rafael García Angulo, y que corto y pego aquí con la esperanza de que se me pegue algo:
-----------CENICIENTA

Si encajaste tu pie en aquel zapato
y fuiste la escogida, y no era un sueño
¿porqué sigues temblando cada noche
cuando suenan las doce campanadas?
¿Un ejemplo de lo contrario? Vale, os pondré unas frases aceradas de Cioran, que me encontré precisamente ayer, que no comparto en absoluto, aunque mi admirado Borges era de la misma opinión, y que vienen sobre todo muy bien para documentar mi artículo de hoy. Así veis que cuando hablo de aversión a la paternidad y contravalores del 68 no lo hago a humo de pajas:
La única cosa que me precio de haber comprendido muy pronto, antes de cumplir los veinte años, es que no había que engendrar. A eso se debe mi horror del matrimonio, de la familia y de todas las convenciones sociales. Es un crimen transmitir las taras propias a una progenitura y obligarla, así, a pasar por las mismas duras pruebas que nosotros, por un calvario tal vez peor que el nuestro. Dar vida a alguien que heredaría mis desgracias y mis males es algo que nunca he podido consentir. Todos los padres son irresponsables o asesinos. Sólo los animales deberían dedicarse a procrear. La piedad impide ser "genitor": la palabra más atroz que conozco.

sábado, 28 de marzo de 2009

Entreluces

Qué gran alegría me dio que Ale en su comentario a mi entrada sobre el trueno y la lluvia hablase con nostalgia telúrica de los chaparrones andaluces. Llovía sobre mojado, porque a la alegría de no tener que regar, se había unido un recuerdo alborozado a Borges. En un soneto prodigioso habló de “la lluvia minuciosa”, y yo siempre había pensado que esa minuciosidad era una imagen del chirimiri, como “la lluvia en cursiva” de d’Ors. Pero el sábado atisbé que Borges hablaba de otra cosa. La lluvia es minuciosa porque lo riega todo, a fondo, puntillosamente, no como la manguera, que va apagando fuegos a brocha gorda. Yo, además, estaba muy sensibilizado con el repicante meteoro porque acababa de leer el último poemario de Aquilino Duque, donde se deja caer con la lluvia a menudo, como he dicho a menudo:

El nubarrón, el vendaval, el trueno,
el remolino, el rayo.
Todo eso para el alma es bueno
porque es agua de mayo.
[Las negritas, o azulitas, son naturalmente mías.]

Daba gusto leer a Aquilino --era otro regalo-- mientras la lluvia regaba blandamente el jardín. Y qué difícil ahora escoger un poema nada más para acabar esta entrada. Copiaré el que más me autorretrata, al menos en las intenciones. Ahí va:
.......PASATIEMPOS

Paso el tiempo leyendo y haciendo solitarios,
viendo películas antiguas,
jugando al toro con las musarañas,
con la idea de que los versos
que he de escribir aún se escriban ellos solos,
mientras duermo la siesta, por ejemplo.

Fueron malos mis años de alimaña errabunda;
me dejaron secuelas en el alma.
Luego he tratad0 de que lo que quería
para todo el país, para toda la tierra
fuera al menos posible en unos pocos

metros a la redonda.

Rayos, trueno, gracias

Entre las ingentes gestiones que en mi agenda se arrebujan, estaba regar minuciosamente el jardín, seco como una mojama, y amarillo. A las siete menos cuarto, de repente, nos ha despertado un trueno tremendo y una tormenta trepidante. Entre el sobresalto me pareció que el trueno tronaba: “Yo me encargo de regar, tú concéntrate en Rosales, que se acerca el día de la conferencia, dormilón”.
¡Rayos, qué bien! Muchas gracias.

viernes, 27 de marzo de 2009

Lo sguardo effimero

La mirada efímera/Lo sguardo effimero recoge los haikus de Herme G. Donis y su traducción al italiano por E. Coco. Han sido publicados por Levante Editori, de Bari, 2009. Personalmente me ha hecho muchísima ilusión enterarme de que “Salta la rana” se dice en italiano “Salta la rana” (p. 48). Da gusto saber idiomas. Y no es la única chispa que salta del roce entre las dos lenguas: la traducción mejora algún haiku, como éste: "Inverno, neve. / Sentirò questo fredo, / quando finisce?", que en versión original dice:
Invierno, nieve.
Cuando todo termine,
¿tendré este frío?
O también pasa que una mala lectura mía del texto en italiano lo salva (al menos para mi gusto). Leo: "M’ignora l’aqua./ Mai la sua trasparenza/ m’ha regalato"; y yo lo interpreto: “Me ignora el agua. / Pero su trasparencia / me ha regalado”. Compruebo el original español y me entero de que no:
Me ignoró el agua.
Nunca me regaló
su transparencia.
Pero poliglotismos aparte, Herme G. Donis, como nos tiene acostumbrados, consigue algunos haikus emocionantes, para nada efímeros. Ahí van los que yo he visto mejor:
Cuenco de agua.
Las manos adormecen
brillos de luna.

*
Hay una vida
detrás de estas sílabas
que envejece.
*
Nunca lo olvides.
Sobrevive la luna
más que el poema.

jueves, 26 de marzo de 2009

Skerryvore

For love of lovely words, and for the sake
Of those, my kinsmen and my countrymen,
Who early and late in the windy ocean toiled
To plant a star for seamen, where was then
The surfy haunt of seals and cormorants:
I, on the lintel of this cot, inscribe
The name of a strong tower.

[R. L. Stevenson, Monte bajo, 1887; las negritas a la mejor definición de faro que jamás se ha escrito son mías y la traducción, ay, también:
Por amor a los nombres, y en honor
de mis parientes y de mis compatriotas
que trabajosamente en un mar tormentoso
alzaron una estrella
para los marineros sobre un palmo
de espuma de las focas y de los cormoranes;
yo, en el dintel de mi casita, inscribo
el nombre poderoso de la torre.]

Cormoranes

Con los cormoranes tengo (o tenía) el corazón partido. Por un lado, me recuerdan un poema de Stevenson, nada menos, y me gusta mucho su vuelo esforzado y potente, como de todoterrenos del aire, y un poco antes me hace gracia su torpe despegue, palmoteando el agua en una carrerita escolar, para coger impulso. Por el otro lado, cuando toman el sol parecen lagartos y todo el mundo dice que son unos pájaros voraces que están esquilmando las salinas. Así estaban las cosas hasta que el fin de semana, navegando por el río, los vimos a los pies de la imagen de la Virgen del Carmen que hay en el espigón de babor. Casi no parecían lagartos ni cuervos, de tan marinos y marianos. Y me dan una excusa para colgar aquí esta foto, que es a lo que vine.

La escultura es de Juan Botaro, artista que fue local, y la foto de Jaime Arias Hormaechea.

miércoles, 25 de marzo de 2009

Soliloquio:

Amarme es conformarme con poco.

[Claro que si yo hubiese escrito esto, en vez de Marco Denevi, me amaría o, al menos, me admiraría más.]

martes, 24 de marzo de 2009

El espasmo del spam

Desconozco la etimología de “spam”... Pero, ¿cómo me atrevo? ¡En la era de la información no se puede desconocer nada!, así que corro a Wikipedia y me entero instantáneamente de todo: “La empresa charcutera estadounidense Hormel Foods lanzó en 1937 una carne en lata originalmente llamada Hormel's Spiced Ham. El Spam fue el alimento de los soldados soviéticos y británicos en la II Guerra Mundial, y desde 1957 fue comercializado en latas que ahorraban el uso de abrelatas. Más adelante, el grupo británico Monty Python empezó a hacer burla de aquella carne. Su divertidísima costumbre de gritar la palabra spam en diversos anuncios publicitarios se trasladó al correo electrónico no solicitado”.

Ya me temía yo que no tendría que ver con el espasmo, a pesar de que sea lo que me da a mí. No por el tiempo que me hace perder, que es poco: borro spam a una velocidad de pasmo, aunque alguna vez en el frenesí haya arrastrado algún correo importante y luego haya tenido que rebuscarlo por la papelera. Tampoco por el espacio: los buzones electrónicos no tienen fondo.

El spam me fastida por la desilusión. Mi ordenador me avisa cada dos por tres de que tengo seis nuevos correos, y yo los abro esperando encontrarme cartas de amigos, comentarios halagüeños a mi blog o una nota de mi mujer anunciándome que llegará antes a comer. Cualquier cosa menos esto, qué espanto.

viernes, 20 de marzo de 2009

Donde el bloguero descubre una verdad

Y yo que me creía que la entradita diaria era una deferencia con ustedes, que mis prejuicios de clase media me exigían, cada vez que alguno llamase a la puerta (click-click), salir repeinado y servicial a ofrecer al menos un café y unas pastas. Pero veo que no, que soy un blogg-adicto y nada más. Estos días que corrijo las últimas pruebas de Lo que ha llovido [Rayos y truenos, 2006-2008], calmo mi sed con el agua pasada. Por eso, no escribo aquí. Aunque un rescoldo de educación burguesa sí me queda, y les pido perdón.

miércoles, 18 de marzo de 2009

Termitas en la Cartuja

Ahora mi vida gira alrededor de las termitas (quod erat demostrandum). Y no todo tiene por qué ser desagradable. Busqué asesoramiento técnico en un amigo (F.J.P. de E. V.), que es el arquitecto de la restauración de la Cartuja de Jerez y oyéndole contar cosas de las Hermanas de Belén, que ahora viven allí me olvidé hasta del Reticulitermes Lucifugus.

Fue a la celda de una monja joven. Las altísimas vigas estaban llenas de termitas. La monjita ("muy joven, oye, y guapa, de Toledo") le explicó que no le importa la arenilla que cae del techo, que ella se tapa con la sábana, pero que no puede soportar el ruido horrible de las termitas. Cuenta mi amigo que las celdas son enormes, altísimas, y se le encendían los ojillos y comentaba: "Vamos, que en cada celda me cabe a mí un unifamiliar". Pero enseguida le podía la admiración por las monjas. En cada celda tienen unos pobres muebles, y me contó que están atornillados al suelo para vencer la tentación de la decoración. Con tanto tiempo, espacio y soledad, podría suceder que alguna hermana se dedicase a mover la mesa continuamente. Para mí ha sido un ejemplo grandísimo: ya he empezado a atornillar cosas.

Finalmente, recordó una visita de Bibiana Aído cuando era Delegada Provincial de Cultura. Le preguntó: "Dime, Javier, ¿qué es lo más valioso del Monasterio". Y él le respondió: "El patrimonio espiritual, piense que aquí llevan rezando casi ininterrumpidamente cerca de ochocientos años". Ea.

martes, 17 de marzo de 2009

Termitas

He descubierto que nuestra casa, la que empezamos a reformar hace tres años, como lloré aquí, a la que nos mudamos hace sólo unos meses, como resoplé aquí, en la que saltan los fusibles, como me quejé aquí, nuestro hogar, dulce —a pesar de todo— hogar está infestado de termitas. Fue ver unos repugnantes gusanos y unas hormigas con largas alas saliendo de debajo del rodapié de madera, y saberlo: termitas. No las había visto en mi vida, pero como tengo el cenizo no tuve duda.

Aunque bien pensado, no es cierto. Las había visto y todavía más: las había buscado con afán. Sólo que entonces no sabía que se llamaban termitas. Les decíamos “lúas”. En mi infancia agropecuaria eran muy valoradas como señuelo en las perchas, unas trampas para pajaritos. Todo bastante salvaje, como ven y veo ahora, pero aquellas trampas parecían ballestas en miniatura de las que salían en Ivanhoe, una de mis películas favoritas. Encontrar en un tronco podrido un nido de alúas era una emoción comparable al hallazgo del tesoro en la Isla del ídem.

Al asco inmemorial por los gusanos, al terror a las termitas, se ha sumado ahora el remordimiento. En mi descargo alegaré que las usé poco: la emoción de ponerlas no justificaba la desolación de haber matado a un pajarillo. Pero alguno cayó. Descubro que aquellas alúas son estas destructoras termitas, y algo de mi congoja me consuela: la merezco.

lunes, 16 de marzo de 2009

Ubi sunt?

Lo que han envejecido los poemas
escritos hace años (tres de ellos
pudieron ser entonces la razón de la vida
y ahora no los quiere ni el recuerdo).

También nosotros éramos mejores.
También los días eran otra cosa…
En su rincón perduran las fotos de aquel tiempo
y guardan la verdad de aquella historia.

Quizás en el futuro nuestros libros
parezcan trasnochados
en la memoria de alguien.
......--------------------. .... Por lo menos
no hablábamos muy alto.
[Vicente García, De ayer a hoy, Renacimiento, 1996]

domingo, 15 de marzo de 2009

Antonio Casado da Rocha

Ayer, hablando de privilegios, estuve tentado a inaugurar una etiqueta de “Vanitas vanitatis”. Menos mal que no lo hice, porque me habría dejado en evidencia. Todas mis entradas se merecen ese etiquetazo, incluso ésta, donde vengo a hablar de Quién me mandaría a mí (Bermingham, San Sebastián, 2009) de Antonio Casado de Rocha (San Sebastián, 1970). De este poemario, lo que más me afecta es lo que me afecta. El autor y yo somos casi coetáneos, además de compatriotas, hemos recibido las mismas (más o menos) influencias y hemos realizado la misma apuesta estética. La consistente en no renegar de la herencia de nuestros mayores (en los dos sentidos) poetas de línea clara. Jon Juaristi decía con mucho tino en Sermo humilis que pase lo que pase con las modas, la poesía clara ha creado un tipo de lector [y un tipo de poeta, añado yo], y que eso era incontestable. La contestación la tenemos que dar nosotros, demostrando que no es una vía sin salida, ni un tiovivo, sino un camino, que además arranca desde muchísimo antes de los años 70 de España: pienso en el cancionero tradicional hispánico, en Manrique, en Lope, en Fernández de Andrada, en Arguijo, en Medrano, en Bécquer, en Machado, en cierto JRJ, en Panero, en Otero, en Muñoz Rojas, en Rodríguez, en Gil de Biedma, en Duque, pienso en tantos, por no hablar de poetas de otros países. Para mí la clave está en ser muy conscientes de la viva tradición que digo; en la exigencia técnica, que en este libro cojea un poco como reconoce el autor en “En el que se renuncia a las formas”; en una búsqueda sin resquicios de la autenticidad y, por tanto, indirectamente de la voz propia; y en encontrar de paso un mundo personal. Esto es lo que consigue mejor Quien me mandaría a mí, que habla mucho del padre, pero no de su muerte sino de su vida:
........Y MI PADRE
que durante más de treinta años
(saliendo pronto y llegando tarde,
no lo vi al sol en laborable)
subió cien botellas de butano

cada día por estos rellanos
y escaleras, que subía amable
hasta el quinto piso de estos lares
de Lezo y Rentería y ambos

Pasajes, con la ropa mojada
oxidándose en el horno tibio
y el camión a la vista de casa

esperando a que llegue mi tío,
con las bombonas encadenadas
para que no se las lleve el frío,

va y dice
.................que echa de menos el trabajo…

sábado, 14 de marzo de 2009

Privilegios

Me gustaría poder decir que me preocupan más mis deberes que mis derechos, pero me da miedo una declaración tan magnánima. Lo que sí puedo declarar con la certeza de no equivocarme es que prefiero un privilegio a mis derechos. Desde luego, a mis derechos de autor. Fíjense como Llir entre cards se los salta dos veces: primero fotocopia mi viejo libro, y después cuelga mi vieja décima en su blogg. Ea. Pero yo tan contento, es más, tan orgulloso, es más, tan vanidoso, se lo agradezco de todo corazón: es todo un privilegio su interés y su lectura. Ojalá Dios se lo pague con una buena plaza.

Y ayer, cuando paso la hoja rutinaria del calendario, me encuentro con un poema ¡mío! Y lo que fue aún más inquietante, uno que empieza: "El día que yo me muera". ¿Habría caído ahí por casualidad o sería una meditatio mortis propuesta para el viernes de Cuaresma? Lo pusieran por lo que lo pusieran, me vino de maravilla, enhebrándose limpiamente al hilo de mis pensamientos. Qué privilegio poder hablarme por sorpresa por encima de los años y los derechos de autor. Ah, y los pensamientos en los que andaba enredado no eran mortuorios. Probablemente dejaron de serlo desde que escribí los tres últimos versos del poema aquel, que sigo queriendo que sean mi epitafio en el mármol, qué menos, del cementerio, y que rezan:
Esperanza, compañeros,
las almas viven y, encima,
resucitarán los cuerpos.

viernes, 13 de marzo de 2009

Chesterton for ever!

Ha querido la casualidad que justo cuando sale mi artículo de Alba sobre Chesterton, yo termine la lectura de su primera novela, Basil Howe (trad. de Diana Pérez García, Editorial El Olivo Azul, Córdoba, 2009). Tenía mis más recios prejuicios contra ella. Gilbert la había escrito con ¡20 años! y la había dejado inédita. Todo lo cual hacía presagiar que sería el típico borrador de aprendiz. Pero uno es chestertoniano incluso contra sus prejuicios, y me la compré de inmediato, y qué sorpresa. Ahí está ya todo su mundo: su defensa del romance, del periodismo, de la felicidad, de las paradojas y del sentido común. Además deja vislumbrar algunas claves biográficas de un interés extraordinario. Tiene algún leve fallo de construcción, sí, pero ninguno comparable al de la traductora que pone un capítulo introductorio rescatado de una versión anterior en la que los personajes tienen distinto color de pelo y distintos nombres. Te vuelve loco. Lo mejor, desde luego, es arrancarle esas hojas primeras nada más comprar el libro. El barbero, en cambio, ha tratado de arrancarle los mejores momentos:

—Adoro las flores —dijo Cécile con languidez, y aunque era tonta, de verdad las adoraba.
*

Bueno, es una experiencia, como dice la gente cuando quieren decir que algo es irremediablemente desagradable.
*

¿Les puedo ayudar en algo? Esta pregunta me la llevo haciendo desde muy temprana edad; como dice el Arnold latino: “Se espera que la respuesta sea: No”.
*

[...] y participó de esa sensación callada de sacralidad, pureza y plenitud que las familias honestas, más que los individuos, transmiten a aquellos que son capaces de notarla.
*

No culpe nadie a Howe por tener tales pensamientos en una iglesia; el interés que sentimos por otros parroquianos, lejos de ser decadente, es apenas el único vestigio de cristianismo que queda en la piedad convencional de hoy en día: se trata de un eco real de los primeros creyentes…
*

[…] pero me parece un escrúpulo innecesario, como casi todos.
*

[...] como la mayoría de los poetas, a cuyas filas pertenecía, Valentine tenía una manera un tanto dejada de expresarse en la vida ordinaria.
*

El caso es que los sabios atenienses iban con las mujeres malas cuando querían ingenio y con las buenas cuando querían la cena.
*

—Quiero que usted me diga cómo actuar correctamente.
—Con placer —contestó Howe—. Si me hubiera pedido que actuara correctamente, sería otro asunto.
*

Los caballeros medievales gozan del eterno honor de haber introducido el respeto a las mujeres, pero es manifiestamente falso que lo llevaran a su punto álgido.
*
[...] el mundo no es en absoluto cínico, sino por el contrario el más sentimental de los planetas.
*

Ojalá la lluvia fuera más seca.
*

El amor es una cosa curiosa, y todos los poetas escriben sobre él y dicen que es bonito.
*

—Tú y yo —dijo, con el tono bajo de una revelación repentina y vívida—. Tú y yo: en el muelle de piedra junto al mar, tú y yo; en el viejo bosque y al borde del viejo acantilado, tú y yo. En el salón de baile y en el invernadero, a la mesa del té con docenas de personas, tú y yo. Por el vacío de seis años, y durante la desconcertante contradanza, tú y yo. En el paraíso de amor de Valentine, y en la iglesia de Dios en que se casó, tú y yo. Nunca hubo otra cosa en la vida, excepto tú y yo.

jueves, 12 de marzo de 2009

Uf

Por fin, con cuarenta años cumplidos, voy descubriendo lo que de veras me gusta y lo que no. Quizá hasta ahora todo ha consistido en ir forjándome un criterio personal.
(Por suerte, veo que mi mujer me encanta.)

miércoles, 11 de marzo de 2009

Doble salto mortal

Pongo enlace a mi artículo, la verdad, para seguir la costumbre y para que la empresa vea que mi página se visita, pero me interesa comentar el artículo de Colón. Rápidamente, enumero sus aciertos:
1) Hablar del aborto el día del 11-M resulta muy pertinente. En lo mío, intento mostrar alguno de los nexos, pero no hacía falta. Entre las víctimas siempre existe una profunda solidaridad. Colón no pierde tiempo en explicaciones.
2) Usa el argumento de antiautoridad, que siempre me fastidia un poco, la verdad. Lo lógico sería que los argumentos valiesen por sí mismos y no porque los diga San Pío X o un ateo reconocido. Pero el argumento de antiautoridad es muy eficaz, y más en estos tiempos. O sea, que Colón hace bien en citarnos a Bobbio y, mañana, a Pasolini. Seguro que algún lector se cae del guindo.
3) Hay que descubrirse también ante la humildad de Colón, que le regala su columna a Bobbio, consciente de que él no lo va a decir mejor. Y además se repite, porque reincide en estas citas, que no es la primera vez que le leo. O sea, que, por amor a la verdad, renuncia a la originalidad y a la novedad.
y 4) Bobbio ataca el problema con gran inteligencia, desde luego: a) se asombra del honor que nos hacen a los cristianos de dejarnos solos en la defensa de la vida, b) detecta que en el fondo hay intereses políticos de control de natalidad, c) reconoce la inviolabilidad del derecho del más débil y d) denuncia la falacia de los argumentos proabortistas.

martes, 10 de marzo de 2009

Los malos

La agitada vida del profesor de secundaria desestabiliza emocionalmente a cualquiera. En la misma mañana asistí a las lágrimas de alegría de una alumna porque había aprobado un examen mío de recuperación y a los insultos de otro porque le supliqué que no bostezara tan ostensiblemente durante la clase.

Por la tarde me pesaba más el conflicto que la celebración. ¿Por qué? Y me extrañé aún más cuando recordé que, en cambio, en todos mis artículos dedicados a la enseñanza, que son ya un buen puñado, pongo muy bien a mis alumnos, sin mentir, eso no, pero sacándolos siempre del lado mejor. Cuando mis alumnos son tuertos, los miro de perfil.

Una explicación de andar por clase sería que de los alumnos malos hablamos tanto en la sala de profesores, en los equipos educativos, con los orientadores y los jefes de estudio y por los pasillos que agotamos el tema. O que los agotados somos nosotros.

Pero en realidad escribo de nuestros alumnos buenos o de lo bueno de nuestros alumnos porque a fin de cuentas lo escrito es lo que queda. Lo malo, aunque en su momento impresione, no tiene sustancia, más allá del disgusto. La chica lloraba porque había decidido que si no aprobaba al menos uno de los exámenes de recuperación dejaba definitivamente el instituto. Mi nota era la última que le faltaba por saber, y la única que aprobó. Ahora la veo muy seria, en la biblioteca, estudiando.

lunes, 9 de marzo de 2009

Un tema generacional

Nos recordaba Jesús Beades que Miguel d'Ors detectó un tema generacional en nuestra afición a los cafés, y añadía con lucidez Beades que la fuente (o cafetera) podría ser la humeante poesía de Carmelo Guillén. Lo he recordado al leer los nuevos poemas de Jon Juaristi en el último número de la revista Renacimiento, donde brilla con luz propia uno asombrosamente parecido a éste del mismo d'Ors. Como al astuto Juaristi no se le escapa una, el parentesco evidente entre ambos poemas será buscado, como subrayando un tema generacional (inquietante):
...........RESTAURANTE CHINO

Por favor, no te vayas.
Espera a que acabemos la Familia Feliz.
Come un poco de Pato Lacado y de Chop Suey.
No me pongas, amor, en evidencia
ante la concurrencia.

Pero, si quieres, huye,
Déjame.
Daré cuenta yo solo de esta cena agridulce.

Cuando tú te hayas ido,
Me envolverán las sobras.

domingo, 8 de marzo de 2009

Si me equivoco, el error no es mío

Uno de mis lemas es de Borges: "Piensa que los otros son justos, y si no es así, el error no es tuyo"; pero nunca pensé que lo aplicaría a los políticos, donde en principio prefiero el refranero: "Piensa mal y acertarás". Sin embargo, en el artículo de hoy estoy borgiano, o, si prefiere, ingenuo. El que está mosca es Juaristi, que conoce mejor el paño (y me deja, por tanto, en mosquito).

[Ah, a propósito: yo lo escribí con puntos y aparte y cursivas, como puede leerse en el trampolínk]

viernes, 6 de marzo de 2009

Un clavo ardiendo

Ya a las 11 y cuarto de ayer di por perdido el día. La mañana se me estaba complicando y la tarde la traía complicada con premeditación. Mientras me dirigía atropelladamente hacia mi coche, pensé: “la única solución para hoy es que un fulgor poético instantáneo se me cuele por algún intersticio, y agarrarme a él como a un clavo ardiendo”. La idea me salió de 17 sílabas:
Se me complica el día:
tan solo un haiku
podrá salvarlo.
Pero no era un haiku salvífico, ni mucho menos. El día seguía inútil. Inútil, sí, pero muy formal, porque iba cumpliendo lo que se esperaba de él, gestión tras gestión, sin solución de continuidad. En un atasco tuve, por suerte, un susto repentino. Con el viento largo y frío una palmera se agitaba talmente como la cabeza de Medusa: me quedé de piedra. Sólo los pitidos de los coches de atrás rompieron el maleficio o me lanzaron de nuevo al mío, que era el de un Sísafo burocrático con su carpetita de papeles de abajo a arriba.

Al final de la tarde, cuando salía a hacer otra tanda de gestiones, me deslumbró un reflejo naranja, miré y:
Deja el sol último
un rayo en la farola.
Juega a encenderla.
No me salvará para la posteridad, como decía Borges de quien una tarde oyó cantar al ruiseñor, pero, bueno, era muy bonito ese interés del sol por no dejarnos a oscuras, y me iluminó lo que quedaba de día, que eran aún unas horitas.

jueves, 5 de marzo de 2009

Obsesión y Vuelo

Cuando supe que Suso Ares Fondevila, nuestro contertulio, tenía libro de poesía (Obsesión y Duelo, Septem Ediciones, Oviedo, 2005), pensé: “A ver”. Conoce uno a un prosista y se le hace el oído a un ritmo, y ya no se lo imagina en verso. Yo no abrigaba dudas sobre el interés de lo que Suso Ares nos contara, pero sí sobre su cómo. Encima, cuando recibí el libro y lo hojeé, ojeé un verso libre y corto, que hacía presagiar una prosa cortada a trocitos y a correr.

Puedo declarar ahora con enorme satisfacción, que me equivoqué. El verso libre y corto, gracias sobre todo a un sentido muy fino del ritmo interno y a unos encabalgamientos altamente significativos, levanta el vuelo. De hecho es capaz de volar a pesar de un léxico poco ligero, lleno de palabrones poéticos, que pesarían como el plomo en cualquier otra poesía. Aquí hasta funcionan.

Sobre lo que nos cuenta, el título no podía ser más explícito: la obsesión por la muerte y el duelo por la del padre. Qué interesante la cantidad de poetas españoles, de Jorge Manrique a José Mateos, pasando por Juan Luis Panero, que han escrito obsesivamente sobre la muerte del padre. Un tema muy nuestro, parece.

Pero no nos vayamos por las ramas, o por las raíces. Ahí va un fruto:

SI ME ROBAS EL CIELO ME ROBAS
la vida, si me robas la tierra
la vida también robas.
En mi tierra déjame, déjame
en mi cielo. Los dos
son patria, un día
ya sólo tierra, ya sólo
cielo.

miércoles, 4 de marzo de 2009

Descubriendo Mediterráneos

Veinte años [justos] releyendo Retorno a Brideshead, y sólo ahora descubro la inmensa deuda que Waugh tiene [y reconoce] con el John Henry Newman de Loss and Gain. De muestra, un botón: los nombres de los protagonistas, Charles Reding y Charles Ryder, nada menos.

Qué bien me hubiera venido leer la novela (que como novela no es gran cosa, pero como libro, ¡ah amigo!) en aquellos años míos de Universidad. Y qué pena no haber manejado el dato cuando hablamos de los nombres propios de Brideshead. Hace poco Manupé apuntó que tal vez Cordelia podría venir de Kierkeegard. Jo, en cada retorno una novedad.

Y así seguimos, descubriendo Mediterráneos. Otro: la deuda del Chesterton de Ortodoxia también con Newman. ¿Recuerdáis aquel épico fragmento en el que GKC explica que a los cristianos se les acusa simultáneamente de cobardes y de sanguinarios, de puritanos y de carnales, de pobres y de ricos, etc., según el punto de vista del que los mira, como a un hombre normal lo ve gordo un anoréxico y anoréxico un gordo? Bien, pues lean a Newman. Lean:

He becomes the paradox witch Scripture enjoins. This is variously fulfilled in the case of men of advanced holiness. They are accused of the most opposite faults; of being proud, and of being mean; of being over-simple, and being crafty; of having too strict, and, at the same time, too lax a conscience; of being unsocial, and yet being worldly; of being too literal in explaining Scripture, and yet of adding to Scripture, and superseding Scripture.

[Parrochial and Plain Sermons, Vol. V, Longmans, Green and Co., London 1891, p. 67. Para la traducción esperaremos a que el sabio Víctor García Ruiz llegue al V. V.]
Newman me perdonará esta mediterranitis profunda. A fin de cuentas, él, tan británico, ergo tan atlántico, también descubrió en su momento el Mediterráneo, el mare nostrum, la madre de todos los mares.

Y qué alegría descubrir anoche que el mismísimo Papa de Roma está (o estuvo) leyendo a Newman con una pasión parecida [mucho mejor, pero parecida] a la mía. De rebote, Ratzinger me descubre otro Mediterráneo nuevo. San Agustín, con San Gregorio de Nysa, pensó al principio que, una vez convertido, todo sería una caída hacia la luz, como la de la gravedad, pero hacia la gracia. Enseguida se dieron cuenta, ay, que más que ascensus alado la cosa era un iter áspero, lleno de las curvas y los recodos de las reconversiones. Encuentro aquí otro motivo para seguir admirando a Dante, pues en la Divina Commedia, si uno cae, él no deja que nada se pierda: conjuga a la perfección la idea del iter [a través del inferno y en la primera parte del Purgatorio] con la del feliz ascensus [el segundo Purgatorio y, sobre todo, el Paraíso].

martes, 3 de marzo de 2009

Lo llevo en la sangre

La humeante entrada de Beades, umm, me ha recordado el único poema que un tío bisabuelo mío escribió en su larga y torrefacta vida. Se titula "Oda al café":
Hazme promesa formal
de no faltarme en la vida,
pues eres una bebida
para mí fundamental.

¡Huy!

Cuando despertó, el despertador todavía estaba allí, sin pilas.

lunes, 2 de marzo de 2009

mallo.zip

Mientras yo maquinaba esta reseña a Carne de píxel de Agustín Fernández Mallo, el Barbero comprimía este archivo:

Ahora yo ya sólo aspiro a las enumeraciones.
*
La verdad es a veces tan verdad que se vuelve 100% cristalina y así innombrable.
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Quién deja a quién si todos andamos diferidos de nosotros mismos.
*
Los recuerdos se construyen para el último día aunque nos engañe su gen de pasado.
*
Pero diga lo que diga Oriente, el mal existe, […]
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Podría llamarlos pixelado nº 2, pero aquella noche devino puramente analógica
*
en otra cosa más compleja [que no complicada]
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las flores con el tiempo (...) despuntarían al calor del PC
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estética y ética son lo mismo, una pose ante el mundo.
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Las fotos son recién nacidos que no crecen
*
siendo sincero no sé qué significa la palabra lluvia, ni la palabra ojos, ni perder ni ver, (…). Sólo sé que entre tus brazos fui una estrella mundial [bendita seas]
*
ingenua tarareas con la radio,
to die by your side, such a heavenly way to die.