Vestido de luto, con mi barba nazarena y mi breve sombrero negro, debo cobrar un extraño aspecto cabalgando en la blandura gris de Platero.
Cuando, yendo a las viñas, cruzo las últimas calles, blancas de cal con sol, los chiquillos gitanos, aceitosos y peludos, fuera de los harapos verdes, rojos y amarillos, las tensas barrigas tostadas, corren detrás de nosotros, chillando largamente:
--¡El loco! ¡El loco! ¡El loco!
...Delante está el campo, ya verde. Frente al cielo inmenso y puro, de un incendiado añil, mis ojos --¡tan lejos de mis oídos !-- se abren noblemente, recibiendo en su calma esa placidez sin nombre, esa serenidad armoniosa y divina que vive en el sin fin del horizonte...
Y quedan, allá lejos, por las altas eras, unos agudos gritos, velados finalmente, entrecortados, jadeantes, aburridos...
--¡El lo... co! ¡El lo... co!
Mi co-colega los gritos de sus alumnos los oía también entrecortados, jadeantes, aburridos, velados finamente… por la prosa juanramoniana.
7 comentarios:
Qué espléndida evocación juanramoniana. El "loco" debe ser un clásico de los motes infantiles, yo también lo recuerdo en mi infancia. Tengo entendido que uno de estos días toma la haikupista, que alguien dijo aquí, para presentar libro en Sevilla, en horario docente de quien esto escribe, lo que siento de verdad por mi interés en escuchar y saludar a presentador y presentada.
Un texto admirable: me pongo en mi lista leer Platero y yo.
Unamuno hablaba en algún lugar de la bárbara costumbre de los motes, o "motajos" como decía él. La verdad es que lo solanesco sigue estando muy cerca.Más de lo que pensamos.
Por otra parte la identificación del artista o el poeta con la locura no es nueva. Todo esto, por ejemplo, fue muy cultivado por los románticos. Hugh Honour, en su obra El Romanticismo, le dedica un capítulo.
Reciba usted un cordial saludo de su seguro lector.
Precioso velo para tanto ruido.
¡Qué bueno!
Ser llamado loco muchas veces es síntoma de salud.
(Siempre que hablan de locos recuerdo un poema de Padaric Pearse que conocí en lo de Hernán, poema que Castellani tradujo como "El loco").
¡Gran Platero!
Admirables JuanRamón y tu co-colega, sobre todo recordando la maldición del profeta Eliseo a los chicos que le gritaban "¡sube, calvo! ¡sube, calvo!" (imagínate qué estrago, dos osas por los pasillos venga a zamparse insultones...)
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