A mí me interesa no tanto la revelación del misterio, como su consecuencia.
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Una vez desmontado el artefacto no hay manera de que vuelva a funcionar el mecanismo. Por eso me gustan las historias resueltas a medias, que piden relecturas.
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Soy más constante que veloz.
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Escribir es para mí un ejercicio terapéutico, no tanto de desahogo personal, como de tranquilidad de espíritu. Escribo porque si estoy ocioso lo paso mal. Mi espíritu judeo-cristiano me machaca si no trabajo.
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Un escritor es un cleptómano […] Gracias, Dios, por crear al prójimo.
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A mí no me gusta escribir, pero [cita a Paul Auster] si no escribo lo paso peor.
Vuelve a gastar la broma de que Van Gogh, si no hubiese pintado, se habría cortado las dos orejas, que ya perpetraba en El equilibrista. Tratándose de alguien que se suicidó, no deja de ser un extraño ejemplo de las virtudes terapéuticas de la creatividad.
3 comentarios:
Ni siquiera falta quien diga que la oreja se la cortó Gauguin...
La primera para mí.
SaludEs.
El el caso de Van Gogh creo que se puede hablar del arte como espita de salida de cosas que andan hirviendo ahí dentro.
Que al final no fuera suficiente no le quita su virtud. En efecto, creo que sin la pìntura VG se habría suicidado antes.
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