martes, 7 de abril de 2015
Casi santo
Henry Walpole es un santo entero, de una pieza, si me permiten la ironía con un santo que pasó por los métodos de martirio anglicanos. Es "casi mi santo", porque, aunque yo soy Enrique del Emperador, y no le voy a hacer de menos, qué devoción le tengo a mi tocayo, tanta que un poco le pido padrinazgo. A él, además, puedo hablarle en español, que lo habla con acento de Valladolid y fue, las almas y las letras, capellán de los Tercios de Flandes, nada menos. Su conversión es casi eucarística. Una gota de sangre que le salpicó en el martirio de Edmund Campion le cambió la vida por completo. Hoy, que quiero escribir sobre los mártires de Garissa para mi artículo de mañana, le pido una gota de su sangre en mi tinta. Un regalo por mi (casi) santo.
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1 comentario:
Interesante y tremenda historia la de San Henry Walpole, que no conocía, gracias. Da qué pensar cuando uno recuerda los recientes crímenes contra cristianos. Las atrocidades cometidas en nombre de la religión son una constante en la historia (en nombre de la religión mal entendida, claro).
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