Entre los diversos acnés juveniles, padecí también cierto esnobismo. Lo confieso sin rubor porque hay cosas mucho peores (jamás me puse, por ejemplo, una camiseta del Che) y porque en ese mismo tic cayeron admirables escritores como Eugenio d’Ors y José Ortega y Gasset, y no por casualidad. Cuando se aspira a la excelencia, se es mucho más sensible al virus esnóbico. Ése fue el caso de los dos maestros y, salvando las distancias, un poco el mío.
De aquel esnobismo de la alta sociedad yo me curé por homeopatía. Tuve una novia estiradísima que no me había roto aún el corazón y ya me tenía saturado de remilgos. Se lo agradezco mucho, lo de los remilgos y la posterior rotura cardíaca, gracias a la cual estoy aquí, felizmente casado con otra.
Pero volvamos al esnobismo, que no hemos acabado con él. Si resulta risible, no es por las jerarquías ni por su aspiración a la nobleza, sino por un sistema equivocado de valores, donde a lo superficial se le presta una atención ridícula. En cambio, si apreciásemos con su mismo rigor insomne la bondad, el conocimiento, la creatividad o la entrega andaríamos por la senda de los pocos sabios que en el mundo han sido.
Nadie podrá acusar a Antonio Machado, el del torpe aliño indumentario, de dandysmo, y, sin embargo, bien que nos avisó el hombre contra la chabacanería y el abandono: “Qué difícil es/ cuando todo baja/ no bajar también”. En estos tiempos que corren (cuesta abajo) habría que aspirar sin descanso a lo mejor, en la cultura y en la moral, sobre todo.
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5 comentarios:
¡Muy bien!
PS: ¿es snob puntuar el título de las entradas? Nunca lo habías hecho... creo.
Snob. es una abreviatura: sine nobilitate, creo.
Con la incursión del escolasticismo en la vida social inglesa las Universidades de Oxford y Cambridge se vieron obligadas a aceptar a estudiantes que sus procedencias sociales no fueran nobles, de ahí que "sine nobilitate" o mejor aún "s/nob" (como abreviatura) fuera firmado al lado del nombre en el libro de registro para aquellos que no siendo de cuna noble habían matriculado en tan alta casa de estudios. Con el tiempo se continúo utilizando pero ya para designar - un poco despectivamente - a los que "sin ser" quieren aparentar más. - Gracias: Jorge Luis Rodríguez
Pero siempre hay más de una versión. Esta otra dice que es verdad que la palabra snob fue usada en Oxford, pero era para referirse a las personas que NO eran estudiantes de la universidad. También dicen que la palabra snob ya existía y que antes de su uso en Oxford era para referirse a aprendices de zapateros. (Ya decía yo...)
El diccionario de Oxford dice que la palabra es de origen incierto, y desmiente la versión de "sine nobiliate" diciendo que su primer uso no tenia ninguna relación con esa frase.
Enrique, ¿no te parece que el deseo mimético -Girard de nuevo- también opera en lo del "bajar también"? Tengo la experiencia de sentir cierta indulgencia, cierta conformidad, cuando lo ambiental, los demás, los usos y costumbres, sancionan una mediocridad, dándole implícita carta de naturaleza. Y esto por algo muy sencillo: la aversión a lo snob produce deseos de sencillez, que a veces se manifiestan como rudeza, tosquedad, e incluso procacidad. El deseo mimético sería: seamos como estos, que no son snobs.
Y es que la actitud de pretendida aristocracia -del orden que sea: intelectual, moral, estética- puede ser tan antipática que anime al deseo contrario. Y esto lleva -ley del péndulo, círculo vicioso- a la medianía y el adocenamiento.
Totalmente de acuerdo, Beades. Aunque creo que son dos cosas, muy bien vistas, pero distintas. Los pendulazos, en parte defensivos, por un lado. Y por el otro, el mimetismo, especialmente eficaz en las bajadas. Gracias por las observaciones.
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