[Hoy pensaba hacer un (blog) spot publicitario y anunciar mi presentación madrileña. La inagotable generosidad de CB me permite fingir indiferencia y seguir con lo mío, que son los pelos de colores. Muchas gracias.]
Me cruzo todos los días con dos adolescentes. Hace poco las dos han decidido pintarse al unísono el pelo de un color naranja, casi rojo, pero raro, porque uno juraría que da reflejos semi azules. Hasta ahí todo normal (dentro de lo que cabe). Lo curioso es que a una de las chicas ese pelo le queda bastante gracioso, pues ya se sabe que la primera juventud lo aguanta casi todo. En la otra, sin embargo, el resultado da pena. Ésta es particularmente guapa y uno lamenta (aunque jamás se lo diré) que no se dejase a sí misma como estaba. No lo cuento por cotillear. Más allá de la anécdota, hay toda una lección de estética: los adornos y las extravagancias tapan y distraen. Eso, a veces va más o menos bien, a veces —en los mejores casos— muy mal.
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5 comentarios:
Me encantaría estar allí (Madrid) pero tengo que estar aquí (Sevilla). ¡Que te vaya muy bién!
Quién pudiera estar ese día en ese lugar... seguro que será un fiesta.
Dios queriendo, allí estaré.
A mí también me gustaría. Que lo disfrutéis.
Muchísimas gracias a todos, es especial a T, por razones obvias.
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