Mi
padre se enfada.-
Los
lectores de mi blog y los de mis artículos me riñen a veces. Y lo dejan dicho
en los comentarios, con cierta brusquedad alguna vez. La prosa no está
perfectamente escrita, o pedía un desarrollo más largo, o una reflexión más
ponderada, anotan. Mi padre lee esas quejas, monta en cólera y me llama para
preguntarme de qué va esa tío. Yo le digo que es normal y, bien mirado, bueno
que me riñan si no les convenzo o o no les encanta lo que escribo, que el tiempo de
cada lector es muy valioso y su atención es una atención conmigo y ni lo uno ni
la otra se le pueden devolver. Si el texto no tiene un gran interés, el lector
se siente estafados. Si exigen, es porque dan (muchas
gracias) y, aún más halagador, porque esperan.
Padre no hay más que uno.-
Que
sea mi padre el que se indigne cuando critican mi sintaxis quizá no le haya
llamado a ustedes la atención, pero a mí me conmueve. Mi madre era mi mentora
literaria, y mi padre veía las escrituras de su primogénito con cierta
distancia, sin ningún desdén, desde luego, pero sin gran forofismo, por supuesto.
Le preocupaba más mi nómina que ni numen. Sin embargo, tras la muerte de mi
madre, ha recogido el testigo y con esa profesionalidad y dedicación que
invirtió durante toda su vida en la alta dirección de empresas. Tanto vigor
contra mis críticos, tanto interés en comprender racionalmente el mundillo
literario, tanto plan para racionalizar mi agenda y para optimizar mis recursos a mí más que nada me
enternecen.
5 comentarios:
Exclusivamente para el padre de Enrique
Que a mi me gustan mucho sus escritos pero como no sé que añadir y no quiero reiterarme en alabanzas, no sea que se lo crea, casi no comento.
Imagino que eso les pasa a muchos.
Pasa como con las cucaracha (no igual, pero parecido. Por cada crítica vista hay un montón de elogios no escritos.
No sueltes a ese manager, Enrique, que no hay más que uno.
Es habitual, iba a decir normal, que los buenos escritores no se van libres de críticas negativas. Parece que sin ellas la república literaria perdería atractivo.
La cuestión es cómo se debe reaccionar ante ellas. Pues en algún caso el obedecer a una indicación externa digamos que no ha favorecido el texto inicial. Aunque sin ninguna autoridad, aconsejo transformar la crítica en autocrítica; y a partir de ésta, corregirse o reafirmarse.
Creo, sin embargo, que lo más interesante de esta entrada es la forma de corresponder, con la ternura, al desvelo del padre, que no es sino una manifestación del instinto de protección.
Jilguero.
Tuve el honor y el placer de disfrutar de la sabiduría de tu padre, hace algunos, pocos, annos a bordo del que entonces era mi barco. Agradécele sus desvelos, claro. Y también, de mi parte, los que tuvo conmigo, y que no supe corresponder adecuadamente. Un caballero, tu padre. BB.
Es que ahora es padre y madre.
Las mujeres a las que les toca hacer de madre y padre -en la medida que pueden- se endurecen, los hombres a los que les toca hacer de padre y madre -en la medida que pueden- se enternecen, y enternecen.
Saludos para tu padre, fue un honor conocerlo en la presentación de "Con el tiempo" y lo recuerdo como un caballero impresionante, atentísimo y absolutamente amable y encantador. Que nos perdone si a veces nos creemos que estamos de tertulia en el bar y terciamos con poca fortuna.
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