viernes, 9 de mayo de 2014
Y nací para padre (o veinte años después)
Hoy hace veinte años, nada menos, que empecé a salir con Leonor. Le regalé un libro (para empezar mezclándolo todo, que quien avisa no es traidor) y le estampé en la dedicatoria el romance —oh, cárcel de amor— del prisionero.
Poco más tarde descubrí que la esposa del prisionero era... Leonor.
(El augurio se demostró cierto.)
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
2 comentarios:
Felicidades a los dos prisioneros. Un abrazo.
Digo lo mismo. Y gracias por la versión extendida, que no conocía, y que me ha parecido de veras interesante; sobre todo (pero no sólo) como prueba de que, en poesía, uno de los grandes secretos del oficio es el saber callar a tiempo.
Publicar un comentario