miércoles, 27 de diciembre de 2006

El gran silencio

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8 comentarios:

Anónimo dijo...

¡Ay, hijo!, yo, a pesar de mi condición de eso que has dicho (pero no laicista, gracias a Dios), tenía un grandísimo interés en ver esa película. Desgraciadamente no ha sido estrenada en la provincia de Cádiz (o eso creo, durante semanas repasaba la cartelera completa), aunque no ha faltado espacio para "Por qué se frotan las patitas" y ensayos existencialistas similares. Tampoco he tenido ocasión de ir más allá de las fronteras de El Cuervo para verla. Estoy seguro de que debe ser una cinta maravillosa, un remanso de paz en 8 milímetros. La veré, seguro, en DVD, pero ya no será lo mismo. Gracias por compartir un poco de tus sen/saciones/timientos al verla.
Un abrazo.

Anónimo dijo...

Buen artículo, veré la película. Gracias.

Joaquín dijo...

Aún no la he visto (y sí que la han estrenado en Sevilla), porque estoy esperando, claro, que pase el bullicio de las fiestas y pueda verla en las condiciones que merece.

Anónimo dijo...

Vi, mi querido Enrique, El gran silencio. Es película para promocionar, por lo que trata. A mí, pese a todo, no me gustó nada. Quizás porque tenía la referencia de otra película que se había realizado en España de la cartuja de Porta Coeli (creo que era), infinitamente menos aburrida. La película El gran silencio la vi reiterativa, parecía que iba a acabar continuamente, tontamente minimalista, anecdótica; con escenas (el monje tocando la campana) de casi cinco minutos; con repetidas citas bíblicas (“me sedujiste y yo me dejé seducir...”); con un final desagradable: el director dice que le dieron permiso para grabar la película a los dieciséis años de solicitar la realización (¡como exigiendo encima más rapidez!). Además, si te fijaste, sólo se hacen toma de dos celdas: la del último que entra (el de raza negra) y la del ciego (le podían haber recortado las cejas como un detalle de caridad y de cariño con él); los demás, supongo, no estaban por la labor: algo de eso se nota en la escena de la peluquería. En cuanto a vistas, cualquier película americana o inglesa actual tiene paisajes más sobrecogedores, más hermosos, más apetecibles. Para colmo, vi todo muy desordenado. Por ejemplo: ¿te enteraste de a qué hora acuden los monjes a rezar en comunidad? Para gente que desconoce el mundo monacal, fue una lástima que se desaprovechara ocasión tan magnífica para meter a Dios en las almas. Quienes no tienen referencias intensas religiosas no se enteran más que de la escena de los gatos; pregunta, si no, a la gente. En fin, ya he charlado un rato contigo: opinión frente a opìnión.
Carmelo Guillén Acosta.

Anónimo dijo...

carmelo, estoy de acuerdo en mucho de lo que dices: repetitiva, minimalista de más, pedante en algunas cosas, arbitrario... Pero creo que ese desorden le da cierta verosimilitud a la intromisión en los cartujos, a que no sea un buen documental, y a la sutil transformación del director, que parece que se va encendiendo poco a poco. En algún momento uno piensa que no se ha enterado de nada, pero eso le da -quizá- una cierta limpieza o inocencia a lo que dice. Por acabar con una paradoja: ¡habría mucho que hablar sobre el gran silencio!

Anónimo dijo...

Después de esta sinopsis gráfica, y depués de los 164 minutos de El gran silencio es casi irreverente decir/escribir algo pero...

Tenía mucho interés en verla y digamos que no me disgustó. Pero cuando uno tiene tantas expectativas es fácil que no se cumplan. Le sobran algunos minutos y, desde luego, los somnolientos precoces como yo no deben ir a la última sesión.

Tiene fotogramas que son como cuadros de Zurbarán y las pocas palabras que rompen el silencio son memorables: la conversación de los monjes sobre los símbolos o el testimonio del ciego.

Pero es verdad lo que se apunta más arriba, es reiterativa y no será por falta de tiempo por lo que uno no se entera de cómo es en realidad el día a día de los monjes, está todo muy desordenado.

E. G-Máiquez dijo...

Muchas gracias a todos y qué pena que los lectores del Grupo Joly no lean vuestras comentarios, que complementan mi columna. Cierto que a menudo no sabes qué están haciendo los monjes y que es reiterativa, pero creo yo que es para que no nos conviertamos en curiosos, en fisgones de la vida de un monasterio, y vayamos más allá. De esa manera se nos dice que lo importante tampoco es las labores del día a día. Y la reiteración funciona con un ritmo de jaculatoria, ¿no?

Anónimo dijo...

Tengo muchas ganas de ver esta película, hace un mes estuvo en mi universidad Jerónimo J. Martín y la puso por las nubes.