lunes, 25 de abril de 2011

Los flamencos

Como si fuera poco privilegio tener un trabajo, al mío además voy y vuelvo cruzando en coche un paisaje de marismas y salinas. Por la mañana, los dedos rosados de la aurora rozan las láminas de agua, como mirándose en su espejo levemente rizado por la brisa. A juego con el estallido de malvas y rosas, se posan allí, mayestáticos, los flamencos. Dentro del coche, yo voy oyendo las terribles noticias de cada día, y me asombra la tranquilidad de las graciosas aves y del mundo en general. El contraste es extraordinario y me hace mucho bien. Me enseña a no tomarme las noticias demasiado a pecho. Y cuando los flamencos levantan el vuelo no me extraña. No permiten que nada les pese demasiado.

5 comentarios:

Pablo dijo...

Comento porque me he visto muy reflejado en tus palabras. Me ha pasado en varias ocasiones pensar en lo mismo que dices, si sustituímos las marismas por una marea de gente y los rosados flamencos por los grises gorriones, que uno es de la capital. Claro está que los primeros tienen tinte más poéticos, pero para el caso, es lo mismo.

Y aprovechando este huequito, quería decirte que me pusieron en mis manos tu libro De ida y vuelta, y estoy encantado. He pasado muy buenos ratos leyéndote. Y como guinda, esa sensación de triste despedida al final de una buena lectura, se ve aliviada por este estupendo blog donde seguir leyendo.

Muchas gracias.

E. G-Máiquez dijo...

Gracias a ti, Pablo. Comentarios como el tuyo animan tanto o más que los flamencos. Que por cierto, son demasiado, lo reconozco. Quedan mucho mejor unos gorriones grises, por eso de no elevar el tono de voz (ni en tono rosáceo), pero, ay, son los que veo por las mañanas. Un abrazo agradecido.

Juan Ignacio dijo...

Genial. Y qué palabras usadas. "Mayestáticos", por ejemplo. Será de mi estudio.

Yo creo que hay que aprovechar momentos como ese para flamenquizarse o gorrionizarse y apagar la radio. Sin duda.

Ignacio Trujillo dijo...

Es que a veces la realidad supera a la ficción. ¡Si son flamencos, son flamencos, que le vamos a hacer! Ayer leía al Juan Ramón simbolista y la tarde se desleía en rosas, malvas y nubes increíbles, de un cursi redomado si no fuera porque era verdad...
¡Desde luego los gorriones son mucho menos pretenciosos!

E. G-Máiquez dijo...

Estoy contigo, IT, como siempre: Cuántas cosas hay demasiado bonitas para no ser ciertas. Su realidad las excusa. Una reflexión bonita para un lunes de Pascua. Gracias.