Nunca me he atrevido a decir que a mí el Principito no me gusta. Sé que me sitúo enfrente del resto de la humanidad a la que sí le gusta.
Probablemente no he recuperado la mirada del niño y, por eso, no lo he comprendido.
Hoy lo confieso y espero misericordia.
Aún así, puedo afirmar sin temor a equivocarme, no por decisión moral ni por fe religiosa, que fui niña y fui bebé, fui un embrión e incluso un cigoto y una mórula. De unos 6 años de mi vida apenas soy consciente y si me reconozco en las fotografías de mi infancia es más por fe en lo que testimonia mi familia que por parecido físico.
Y sí, ese embrión era yo. Si alguien lo hubiera matado, me habría matado a mí.
3 comentarios:
¡Naturalmente!
Nunca me he atrevido a decir que a mí el Principito no me gusta. Sé que me sitúo enfrente del resto de la humanidad a la que sí le gusta.
Probablemente no he recuperado la mirada del niño y, por eso, no lo he comprendido.
Hoy lo confieso y espero misericordia.
Aún así, puedo afirmar sin temor a equivocarme, no por decisión moral ni por fe religiosa, que fui niña y fui bebé, fui un embrión e incluso un cigoto y una mórula. De unos 6 años de mi vida apenas soy consciente y si me reconozco en las fotografías de mi infancia es más por fe en lo que testimonia mi familia que por parecido físico.
Y sí, ese embrión era yo. Si alguien lo hubiera matado, me habría matado a mí.
Publicar un comentario