He sobrevivido a la primera comida con la familia política (que tiene su mérito porque si la ministra de Sanidad llega a ver esas fuentes repletas le da un ataque de histeria), he sobrevivido a los laberintos y a los jardines de las Hespérides de las múltiples librerías (dejándome eso sí, media tarjeta de crédito en el envite), he sobrevivido incluso a una película española (más aún, he salido encantado de Mia Sarah) y parece que voy a sobrevivir al frío.
Tiritando, he caído en la cuenta de que el frío no es otra cosa que la ausencia de calor, y he vuelto a admirar a Dante que, viendo clara la analogía con el mal, puso el centro de su infierno a muchos grados bajo cero en contra de la iconografía clásica. Y he vuelto a adorar al Niño Jesús, que eligió estas fechas, cuando el día crece, para traernos algo de calor del bueno. Celebrémoslo, ahora que nuestra cintura está más chestertoniana que nunca, con el villancico-brindis de Beades.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
3 comentarios:
Feliz navidad, feliz navidad.... (como el Conejo Blanco, voy)... feliz navidad, feliz navidad...
"El colmo del misterio..."
Es lo mejor del poema. Buenísimo.
'Sed contra', Flannery en El escalofrío interminable hace presente al Espíritu Santo por medio del hielo.
Qué exagerados los andaluces: pasáis frío un día y ya os ponéis a pensar en el infierno. ¡Si vieras lo que es el frío en Burgos!
Publicar un comentario