viernes, 22 de diciembre de 2006

Luz, más luz...

Hoy comienzan a crecer los días, y se me ocurre celebrarlo con una entrada metapoética. Porque resulta que, según me informaban ayer, el deslumbrante refrán dice así:

Santa Lucía,
que acorta las noches y alarga los días.
Lo cual nos plantea el problema—fundamental para cualquier poeta— de los muy frágiles y sinuosos límites del ripio, que tantos vates han traspasado de forma, en nuestra opinión, bastante lamentable. Teniendo en cuenta que santa Lucía se celebra el día 13 de diciembre, bien podríamos maliciarse alguno que la han traído al refrán para que ejerza de “palabra o frase inútil o superflua que se emplea viciosamente con el solo objeto de completar el verso, o de darle la consonancia o asonancia requerida”. Además, siendo hoy san Floro, se comete con el pobre hombre una injusticia de las gordas. ¿No habría que decir:
Con san Floro aflora
la luz y gana horas.
Pero no, eso no funciona en absoluto. Corriendo un tupido velo de sombras sobre mis carencias líricas, lo de Floro no fructifica porque es un prodigioso acierto poético que sea Lucía, santa patrona de los ojos y de la vista, la que se adelante [el subrayado es mío] a regalarnos, día a día, con una delicadeza muy femenina, más segundos de luz.

Encima, sabemos por la Divina Comedia y por la devoción popular que la santa es intercesora poderosa, capaz del milagro de la luz creciente, entre otros. Seguro que san Floro le cedió caballerosamente esa flor a la luminosa doncellita, virgen y mártir.

En conclusión, cuando existen razones poéticas poderosas, se tiene un margen de nueve o diez días para moverse por el santoral sin incurrir en rima forzada o ripio. Mutatis mutandis, esto se puede aplicar al resto de los supuestos, pidiendo, eso sí, a Santa Lucía que nos conserve la vista.
***
PROPINAS.- Como era natural en tiempos sin OPAS eléctricas y hasta sin luz de gas, el fenómeno o/y milagro de la luz creciente, fascinaba al pueblo, que le dedicó, según me siguieron informando ayer, más gotas o chispas de sabiduría. También se dice o se decía:
Por Reyes,
lo notan los bueyes.
Yo esto lo considero muy inferior a lo de santa Lucía, y no por afición al santoral, no seáis mal pensados, ni por falta de sensibilidad con las bestias, que conste, no vaya a embestirme la Narbona, sino porque me plantea la duda de si el hipotálamo del buey (como aventuraba J. M. G.) es más sensible a la luz o si es, mmmm, un ripio bovino.

Y otro dicho más, que tampoco es perfecto, a pesar de su carácter profundamente devoto, casi teológico:
Con el Niño alargando
y con San Juan menguando.
El paralelismo entre los dos primos —al segundo le convenía, ¿recordáis?, menguar para que el Otro crezca— es precioso y exacto. ¿Por qué no me gusta tanto, sin embargo? Quizá porque la rima en gerundio es una facilidad demasiado grande que el oído puntilloso que tenemos a pares no perdona. ¡Qué de matices!, como los de la luz, que crecen...

5 comentarios:

Aquilino Duque dijo...

Me citó la oftalmóloga del Hospital de San Juan de Dios de Bormujos para una intervención en el ojo izquierdo y sólo me fijé que era un lunes. Al acudir, vi que era el lunes 13 de diciembre, Santa Lucía. ¡Oh, los designios de la Providencia!

Anónimo dijo...

Aquí en el Norte el refrán se dice de otra forma, que quizá tenga más sentido y un punto de broma:

Por Santa Lucía,
se acorta la noche
y se alarga el día,
pero no todavía.

Anónimo dijo...

Traigo, por si no entro estos días, un regalo de buena voluntad navideña, en compensación por todos los comentarios contracorriente que les he hecho soportar.

Es algo que emociona a cualquier ser humano sensible y decente, pero a los creyentes imagino que les supondrá bastante más. Lo encontré por casualidad buscando otra cosa, y espero que no lo conozcan para que el efecto sea el deseado.

(Bueno, y que funcione el enlace)

E. G-Máiquez dijo...

Jo, con el norte. Se me eleva el RH- con esas cosas. Me ha encantado la versión norteña, más graciosa y exacta.

E. G-Máiquez dijo...

El regalo de Ignacio no es talmente navideño, más propio de Cuaresma, pero merece la pena. Y a él se le agradecen, las cruces y las contracorrientes.