miércoles, 6 de diciembre de 2006

Metacolumnismo

Soy tan antiguo que en materia de ingeniería naval los compartimentos estancos todavían no han llegado a mi alma. Lo malo —seamos sinceros— del artículo de hoy es que resulta llorón. Estaba triste por razones estrictamente privadas, y se me contagió a la columna, que pasaba por allí. Y es una pena —valga la redundancia— porque en literatura el que llora no mama. Los tics sociales que trato de denunciar se lo merecen, por supuesto, pero la denuncia está desactivada por la falta de unas gotas de lo que Víctor Botas llamaba "coña beatífica", que en mi caso al menos es beatífica (o tiene que serlo) en todos sus sentidos.

11 comentarios:

Enrique Baltanás dijo...

"en literatura el que llora no mama". ¡Blanco! (pero no Pepiño).
Sin embargo, conviene recordar que en esta vida no todo es literatura.
Por veces, al menos.

Adaldrida dijo...

La coña beatífica es algo muy tuyo...Vuelve, Enrique, a lo que eres. Y pronto, que te echamos de menos.

Anónimo dijo...

Lo del titular de periódico con los obispos cuando conviene tiene su gracia, hombre.

Anónimo dijo...

Que gran atractivo tiene sentirse perseguido , acallado , censurado . hasta los que tienen radios propias , columnas propias , o son mecidos por otros se sienten perseguidos , les gusta ser políticamente incorrectos , infractores (perdón por la palabra , juro que no soy pariente de tu poeta jerezano favorito ) . quizas ese sea el problema de los conservadores ; la rebeldía les gusta hasta a ellos .

E. G-Máiquez dijo...

Esta vez, querido anónimo, nada que objetar.

E. G-Máiquez dijo...

Aprovecho la ocasión, que pintan calva, para señalar que mi poeta jerezano favorito es éste.

Anónimo dijo...

Lo de la coña beatífica es muy bueno. No pasa nada, no por llorar un día eres un llorón, ni creo que vayas a serlo. ¡Ánimo y gracias por el link a Mateos!

QRM dijo...

Cierto caballero victoriano de cuyo nombre siento no acordarme resumió perfectamente lo que yo pienso sobre el tema:

-Llorar en público es como mear en la alfombra.

No seamos groseros. Pero en la literatura hay páginas desgarradoras de lágrimas y sollozos. Yo he llorado a moco y baba, pero no en público, con el capítulo de Ana Karénina titulado "la muerte" -de hecho, es el único que lleva título. En el se relata la muerte del hermano de Lievin, trasunto de Tolstoi (la pista hasta en el nombre, Lev). También su hermano murió de tuberculosis como en la novela.
Claro que yo lo leí mientras mi padre agonizaba por el cáncer de pulmón, con unos síntomas parecidísimos, y con un sufrimiento intolerable que sólo de recordarlo se me sale el corazón por las orejas. En fin.

Para descongestionar, les diré que no entendía el título de la entrada, pues creí que trataba de algún problema de sección sindical; una y otra vez leía "Metalcomunismo", y no me salían las cuentas.

Saludos.

Adaldrida dijo...

Lo de sentirse acallado y perseguido no le puede gustar a nadie, hombre.

Jesús Sanz Rioja dijo...

Bien, ya quisiera yo tener el don de escribir sin cabreo mediante. Por lo general escribo a impulsos de toque de narices. Y lo siento, porque es menos eficaz que la coña.

qrm, coñón.

Pablo Buentes dijo...

Me gusta el artículo Enrique, y coincido contigo en poeta jerezano favorito, ahora que besa La Niebla mi ventana.