domingo, 10 de marzo de 2013

Cara y cruz


El viaje en tren ha tenido su cara y su cruz. O, como han sido tantas horas: 16 largas de viaje, contando ida y vuelta, contra 15 horas cortas de estancia en Pamplona, contando día y noche, sus muchas caras y sus muchas cruces. La mejor cara, la ventana. La cruz, el revisor. ¿No va el tío y nos echa una bronca por no habernos enterado —unos ancianos malagueños y su hija que vendrían de la Clínica, y yo  de que teníamos que hacer trasbordo —otro más— en Castejón del Ebro? Y vi claro lo autolesivo que es el malage y el mal humor. Podría haber quedado como un caballero andante que nos sacaba de un entuerto, y alegrarse con nuestro alivio, y dignificar su trabajo, pero se fue refunfuñando pasillo abajo, pobre. 

Cara y cruz; y canto. Veíamos por la ventana, precisamente, un paisaje lleno de riachuelos y de pantanos, un espectáculo de agua, con el poderoso Ebro apareciendo cada dos por tres. La chica malagueña, tan solícita con sus padres, exclamó ensimismada: "Aquí haces un pozo, y no veas". Yo vi la sed del sur, sí, y su admiración alegre. 

Y otro canto. Venían en el tren dos despedidas de soltera, dos, que iban a Valencia ambas, no sé por qué. En mi vagón, iba la despedida de Estela, conocida como "la Estela", muy guapa, por cierto, con su belleza abriéndose paso entre el disfraz idiota que le habían puesto sus amigas. Entre ordinarieces y cantos de taberna, de pronto las quince o veinte amigas se pusieron a cantar el himno a la Virgen de su pueblo, que no me enteré cuáles eran, ni la Virgen ni el pueblo, pues a todo esto yo estaba tratando de leer Basic Economics de Thomas Sowell. El himno repetía: "Pues te escogimos de patrona / danos tú tu bendición". Y para mí que efectivamente se la dio. Fue una epifanía inesperada en un tren regional. 

7 comentarios:

Ángel Ruiz dijo...

Me ha gustado mucho, aunque fuera solo de oídas, oír contar lo bonito que está el campo de por Andalucía.
Yo he sentido una punzada de nostalgia; de haber podido, me habría teletransportado en ese momento a La Mancha, ay.

BV dijo...

Iba a tener mucha gracia escuchar o leer las paridas de la Renfe sobre el paisaje.
No ha nacido español que sepa apreciar el paisaje de España, se nos van los ojos detrás de cuatro arbolitos, sólo nos gusta ver verde. Por eso hacemos campos de golf, igual que los chinos -según Conrad en "Victoria"- cavan un hoyo a la mínima que pueden.

Dolores dijo...

Yo que soy más prosaica me lamento de no haber estado en Pamplona. ¡Anda que mudarme en enero! Bueno, a ver si nos cruzamos en una de estas :)

E. G-Máiquez dijo...

Sí, Ángel, La Mancha es un remanso.

Y eso es lo bueno que tiene el paisaje español, Balaverde: nos ha enseñado a buscar y a venerar a los árboles.

E. G-Máiquez dijo...

No hay manera de vernos, eh, Uuq. En Pamplona hablamos mucho de la lectura donostiarra que montó tu hermano.

Ángel Ruiz dijo...

A mí me gusta muchísimo el paisaje de La Mancha y especialmente el de la zona que cruza el Ave después de Sierra Morena: la zona en torno a Almodóvar del Campo, donde di clase. Me gustaban mucho esos campos con encinas desperdigadas y ahora verdes.

BV dijo...

Se me ocurre ahora que una aproximación bastante lúcida al paisaje hecha por un español es aquello de "¿qué fueron sino verduras de las eras?"