sábado, 14 de junio de 2008
Súplica
A menudo tengo la sensación de que soy, como escritor, un lápiz en las manos de otro. Os puede sonar pretencioso, pero fijaos que digo un lápiz, no una estilográfica. O también os puede sonar humilde, pero no olvidaos que digo de otro, nada menos. Y cómo os suene, no importa. Lo que de verdad me preocupa es que tendrían últimamente que sacarme punta.
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6 comentarios:
Ya le sacas tú punta a todo, y con fortuna. Saludos.
"(...)Tiempos dichosos en que se pedía el favor de los Invisible para tratar de cosas inteligibles"
(Marechal, Descenso y ascenso del alma por la belleza, Cap. 1)
Y qué más da como suene (aunque suena bien): es así. Tu lápiz siempre está afilado: a veces escribe, a veces pincha como un alfiler, otras redobla como palillo sobre un tambor...
Yo suelo usar mucho el lápiz para escribir: siempre uno de aquellos negros y amarillos que eran casi un lujo cuando mis tiempos escolares.
Habría que hacer un elogio del lápiz en estos tiempos con tantos recursos tan buenos para escribir.
Yo creo que lo mejor, Enrique, es precisamente eso, que eres a la vez el lápiz de otros, de muchos otros, sin dejar de ser tan tú como tú.
En tu "Casa propia", a la que amablemente me invitaste, he aspirado siempre lo tuyo nítido. Pero también, en eso mismo, lo de tantos que se sentaron en tus sillones.
En fin, no te ensalzo más que dicen que no es bueno. Pero lo dicho, un gran reserva. No te preocupes mucho de vigilar aquellos que escriben a través de ti, no se vaya a aligerar el caldo.
That's my view, at least.
ahí le duele. Yo siento lo mismo...
O igual no, vete a saber. Los lápices muy afilados son pinchosos y muy frágiles, se despuntan a la menor.
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