martes, 24 de junio de 2008

La Biblioteca

Intento escribir este artículo mientras estoy de guardia en la biblioteca del instituto. El ruido es ensordecedor: charlas, risas, unos se levantan, otros se sientan, la puerta apenas para quieta. Los alumnos están de exámenes y la presencia en la biblioteca es voluntaria: o sea, que buenas intenciones (de ésas que empiedran el infierno y enternecen a los profesores) sí tienen.

Pero son incapaces de mantener la vista fija en sus libros más de cinco minutos. El zapping, el surfing por Internet, la I-Pod, los SMS, los chats y los videoclips han creado una atención que derrapa en las curvas. Eso nos afecta a todos y explica en parte el auge actual de la literatura fragmentaria: en narrativa, el microcuento; en poesía, el haiku; en ensayística, las minicolumnas como ésta y los aforismos. Así las cosas, tendríamos que adiestrarnos en una atención estereoscópica que nos permita disfrutar a la vez del Quijote y de las mínimas Obras completas de Monterroso.

Muy cansado de pedir silencio a voz en grito, pregunto a una alumna porqué viene a la biblioteca y no se va a hablar al bar o se queda estudiando en casa sola. “Necesito que me manden callar”, confiesa. Yo le agradezco la sinceridad. Para empezar, algo justifica este esfuerzo mío de pasarme la hora chistando y, para terminar, quizá ella, poco a poco, con ayuda, aprenderá a hacerlo sola, si quiere de veras. “Venga, estudia”, la amonesto.

11 comentarios:

Adaldrida dijo...

se me hace raro que los profesores se enternezcan por tan poca cosa... Aunque, ahora que lo pienso, "yo" soy profesora y me enternezco, vaya que sí.

Anónimo dijo...

La generación de la llave está tan falta de autoridad y de afecto paterno y materno y tan sobrada de autonomía que el hecho de que alguien les riña les reconforta.

La respuesta de tu alumna es expresión de la necesidad que tienen muchos adolescentes de que a alguien les interese lo que hacen o dejan de hacer en esta vida. No hace mucho una profesora me contaba algo parecido.

Corina Dávalos dijo...

Por cierto, Enrique, ¿has oído/leído/opinado algo sobre el género "vivencias"? Hay un premio, el Orla, al que se ha presentado una barbaridad de gente. Una "vivencia" ocupa 700 caracteres max. Por lo que sé tiene su origen en Ortega y Gasset, pero no he logrado encontrar nada más.
Me ha encantado eso de la atención que derrapa en las curvas, la mía en junio se dedica al enduro...

Escoliasta dijo...

Apocalíptico, lo que no significa desesperanzado porque el final es el Reino de Dios, creo que la invasiva tecnología está tomando (intimidad:intumare)el espíritu hasta deshacerlo.El Espíritu sólo alienta en la duración, es lo perdurable por antonomasia. Al fragmentar no sólo dividimos abriendo paso a géneros menores. Como todo lo vivo, cuando partes el espíritu, lo matas. Sólo la larga duración lo sostiene, es decir, la vida entera imbricada en la tradición de las verdades eternas.
Por otra parte: "vivencia" traduce el "erleben" diltheyano, su sentido actual está en la línea de la mentada "fragmentación" aniquiladora. Las filosofías de la vida reducidas a experiencia psicológica.

Jesús Sanz Rioja dijo...

Los alumnos más díscolos suelen acabar yendo al ejército o a la Guardia Civil... Hay nostalgia de la caña.

Anónimo dijo...

Mucho zapping, mucho I-Pod y mucho mensajito, pero ha sido capaz de decirte en verso libre lo mismo que nos recortabas de Mario Míguez ("Qué delicia fue siempre la obediencia").
Si es que no hay que ponerse tan tremendo, creo yo, que el espíritu sopla donde quiere, a día de hoy como a día de siempre, por los auriculares y los internetes y todo lo que se le ponga por delante.

AFD dijo...

¡Y yo leyendo esta entrada al tiempo que trabajo!

Al menos me consuelo con la idea de que tus Rayos y Truenos me dejan alguna enseñanza (que no vivencia) moral, cuando me salgo de la curva y me tomo un rápido café en los pits, contigo, en lugar de terminar el trabajo que me permite pagar este pernicioso acceso a Internet.

E. G-Máiquez dijo...

¡Qué delicia son siempre vuestros comentarios!

Gracias por los derrapes en este cambio de rasante.

Juan Antonio González Romano dijo...

En mi instituto, por esas curiosidades de la segunda modernización, no tenemos biblioteca. Hace años que nos prometieron una ampliación de las instalaciones que no llegó a hacerse. Ahora nos prometen un edificio nuevo para "mañana", pero, como Lope, siempre mañana y nunca mañanamos. Así que ya me gustaría a mí poder contar anécdotas de la biblioteca de mi instituto, ya...
En cualquier caso, me gusta la sinceridad de tu alumna, muy significativa.

Juan Ignacio dijo...

Genial pintura de una biblioteca estudiantil...

Anónimo dijo...

Que linda esa epoca de estudiantes , lastima que yo las pocas veces que iba a la biblioteca era a estudiar en vez de divertirme...