domingo, 1 de junio de 2008

¿Mande?

Guillermo de Torre, casado con Norah Borges, oía nada más que regular, pero ponía todo su empeño en participar de la conversación. Eso suponía interrupciones, repeticiones a mayor volumen, malentendidos. De Torre, encima, no le entraba por el ojo a su cuñado Jorge Luis Borges. Éste, observando cómo transcurrían las tardes, pontificó: “No hay peor sordo que el quiere oír”.

No querer oír es malo moralmente, pero quererlo hacer a toda costa es pesadísimo para los demás. La gracia de Borges radica en su egoísmo y, por eso, además de un chiste, es un síntoma. Yo ahora, en cambio, me siento solidario con los sordos. Solidario en el sentido estricto de la palabra porque un problema pasajero (dicen) me tiene como una tapia. Uno se pone bien en el lugar de los demás cuando la vida te coloca ahí a la fuerza. Pocas cosas tan mareantes y desorientadoras como no enterarte. Intelectualmente resulta agotador porque hay que construir grandes hipótesis para tratar de seguir a medias la conversación más trivial.

Como lo de Borges me tiene algo acomplejado, en vez de interrumpir la tertulia cada dos por tres, yo me entretengo solo jugando a las etimologías. Y es curioso que se asocien a la sordera palabras del ámbito militar como el “¿mande?”, para pedir una repetición, o como “estar teniente”, para describir nuestro estado auditivo. Quizá la asociación provenga del arma de artillería, donde los bombazos destrozarían los tímpanos. Con todo, no deja de ser tentador imaginarse cierta reticencia psicosomática de los mandos inferiores a entender las órdenes. Si fuese así, también podríamos decir “estoy funcionario”. O en los últimos tiempos, “estoy de lo más Rajoy”, al comprobar cómo éste no atiende a las inquietudes crecientes de sus votantes.

Bromas borgianas aparte, tiene un punto sórdido la sordera. Quien oye mal queda más aislado que los que padecen otras minusvalías. La importancia de la palabra para el hombre no se puede exagerar, y no es por casualidad que la Segunda Persona de la Santísima Trinidad sea el Verbo, ni que fides ex auditu, esto es, que la fe se transmita precisamente por el oído. Cuando se me cure esta sordera, seré mucho más cuidadoso con los que no oyen bien, hablaré alto y claro y repetiré las veces que haga falta… ¿Qué? ¿Que qué? ¿Qué? Ah, ¿que y si no se me cura, qué? Pues ya ven: ármense de paciencia.

16 comentarios:

Anónimo dijo...

Sus angustiadas voces nos buscan, los oímos y no los escuchamos.
¿Sordera general y voluntaria?

Jesús Beades dijo...

¿Y lo de "sordo como una tapia"? Es igual de arbitrario -y divertido- como lo de "ve menos que un gato de escayola". Ánimo y que te recuperes, pero para lo que hay que oir... (porque a Beethoven -otro sordo- te lo puedes poner con auriculares a más volumen, y ya está).

Anónimo dijo...

Y también hacer "oídos de mercader", aunque este refrán puede tener más fundamento.

Anónimo dijo...

Bueno, puedes aprovechar y hacer una "audición selectiva". Oidos que no oyen, corazón que no siente.

Anónimo dijo...

Piensa en Teresa de Cartagena y su arboleda de enfermos.Entiende su sordera como una liberación frente a la vanalidad.Suerte.

Mery dijo...

Pues me ha encantado lo de "estoy funcionario".

Que se te cure pronto.

Juan Ignacio dijo...

Es que si has estado escuchando mucho a los políticos quizàs se te ha hecho carne lo del dicho: "a palabras necias, oidos sordos".

Ahora en serio, desenado que tu mal se pase te mando un saludo.

PD: por cierto, la sordera temporal no afecta la calidad de las entradas.

Anónimo dijo...

Si Rajoy fuese capaz de escuchar, sin más desconfianza que la prudente, a quienes le rodea...

Juan Antonio González Romano dijo...

Decía una vez Luis del Vals (y supongo que algunos otros) que todos somos discapacitados en esta vida. Yo, por ejemplo, soy discapacitado para pintar -incluso con brocha gorda- y para muchísimas otras cosas. Pero por mucho que conozcamos nuestras discapacidades para determinadas tareas, realmente no nos hacemos conscientes de lo que supone ser un discapacitado "de los de verdad" hasta que no pasamos por un trance como el que nos cuentas (yo padecí pérdida de audición durante un verano; ay, mi osteotistis crónica: ojalá no vuelva a darme la lata). Que te sea, pues, leve, y que dure poco.

Anónimo dijo...

"Total, pa' lo que hay que oir...". Que se te pase pronto.

Carlos RM dijo...

Es tremendo esto: a veces duele escuchar y otras lo que duele es no oír. Ánimo y sana-sana.

Jesús Sanz Rioja dijo...

Por cierto, el cuñado vanguardista se llamaba "De Torre": alguna décima he quitado estos últimos días por poner "De la Torre", je.

Qué envidia: ya te comentan hasta los columnistas veteranos.

Anónimo dijo...

Si te lee mi madre, que lleva dos semanas así... El otro día mi padre le resolvió los efectos del problema a su modo: le colocó una grabadora con auriculares en posición de "Rec" y listo. Ahora le hablamos al micrófono y se entera perfectamente. La estampa no tiene desperdicio. Todo esto mientras llega la cita del SAS...

Adaldrida dijo...

Ánimo... quequequé, yo también debo estar un poco tapia, porque no paro de decir qué. Gran Beades, no conocía eso del gato de escayola...

Antonio Rivero Taravillo dijo...

De un viaje a México (Guadalajara) me traje la sorpresa de que el ¿Mande?" está allí a la orden del día, en vez del más directo y abrupto "¿qué?". Como aquí en los pueblos y antaño. Sabor del idioma que, es sabido, en nuestra América se mantiene más rico y respetuoso de la cortesía y la educación.

Anónimo dijo...

En mi casa siempre fue ves menos que un gato de escayola liado en una manta.

Por cierto, ¿y lo de oído al parche? Que te mejores. jmn