jueves, 5 de junio de 2008
Un dilema sexual
Ahora que estoy curado y tengo un oído finísimo, oigo el rumor de una sacra discusión que me llega del Paraíso. Dice Mario Quintana: “Lo más desconcertante de la muerte es cuando la gente descubre que el alma no tiene sexo” [Cuaderno H, 9º edición, Editora Globo, 2003, p. 152]. Replica Joseph Joubert: “Dicen que las almas no tienen sexo, pero por supuesto que lo tienen” [The notebooks. New York Review Books, 1983, p. 111]. Yo no sé qué pensar todavía. Más tarde, con la resurrección de los cuerpos, en el valle de Josefat, la cosa dejará de tener tanta importancia.
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9 comentarios:
Pues no, no dejará de ser importante, porque el ser hombre o mujer individualiza a la persona. Lo contrario sería dar carta de naturaleza (un poco escatológica, es cierto) al asunto ese de la ideología de género.
PD: en el Paraiso seremos -espero- "personas íntegras".
Qué gracia, también salí pensando sobre eso ayer: "Cuando resuciten, ni los hombres ni las mujeres se casarán; serán como ángeles del cielo".
Lo curioso es que dice "no se casarán", no que no habrá ni hombres ni mujeres.
Quizá no son las almas - la Virgen María es mujer-, sino el amor el que no tendrá sexo.
Yerra Quintana. Dios hombre y mujer los creó, tanto corporal como espiritualmente. Hay espíritus femeninos y espíritus masculinos. No somos ángeles en carne, somos seres humanos con cuerpos y almas diferentes. Otra cosa es que tras la resurrección seamos "como" ángeles, como les dijo el Señor a los saduceos. Lo cual desde mi teología pedestre es bastante lógico: con la parusía ya están todos los que son, y no van a venir hijos después...
Jesucristo fue varón y es varón. María, su madre, fue mujer y es mujer. Su condición gloriosa no es a-sexuada. La cuestión es ¿cómo es una sexualidad glorificada? Las almas y cuerpos glorificados son sexuales, porque fuimos, esencialmente, hombres y mujeres, y seremos por tanto, en la otra vida, hombres y mujeres. ¿Cómo? Esa es la cuestión.
¡Anda! Pues yo siempre he pensado que sí, de hecho el sexo es algo sustancial en la persona, ¿no?
Pero si así no fuera, ¿qué mas daría cambiarse de sexo?
Muy a mi pesar, tendré que ponerme del lado de Joubert, aunque no del todo. El problema es la expresión 'tiene sexo' que usan los dos como una especie de post-it que añades a la hoja inmaculada del alma (me temo que piensan en una especie de nube blanca cuando hablan del alma).
Las almas, las personas, son de un sexo o de otro, aquí y en Sebastopol y en el cielo, claro.
A lo mejor ocurre, cuando la resurrección de los cuerpos, lo que Platón opinaba de la almas gemelas, y todos nos complementamos en su justa y fina medida.
Espero, eso sí, que los dioses no nos tengan entonces envidia, y nos separen en desgraciada eternidad.
Un poco platonizante todo el planteamiento -incluida la interpretación del valle de Josafat-. Pero si algo revelará ese momento final es precisamente la mutua implicación de alma y cuerpo en la unidad real de la persona que existe como ser sexuado: y esa diferencia no parece que quede suprimida por el nuevo estado en la Nueva Jerusalén...
Esto acompaña la inquietud de los saduceos en la lectura del evangelio de ayer (Mc 12, 18-27).
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