lunes, 25 de mayo de 2009
De Cádiz a Catay
Ayer estuve en China. Fue gracias a Ezra Pound y a su famoso libro de traducciones, Cathay (1915). El primer poema es la “Canción de los arqueros de Shu”, escrita por Bunno aproximadamente mil cien años antes de Cristo. “Here we are” cantaban entre la nieve los arqueros en la frontera, hechos polvo, tiritando, tristes, aterrorizados, sin parar un momento por culpa de los mongoles, sabiendo que la vuelta es imposible, que el ejército imperial, tan deshilachado, no puede permitirse los permisos. Han visto cruzar a su general en una carroza y han quedado desmoralizados por el aspecto de esos caballos que fueron de buena raza, que estuvieron bien entrenados. Si hasta los caballos del general se desmoronan… Ellos tienen hambre y sed, y recuerdan que su enemigo es rápido. Añoran la primavera que dejaron atrás cuando partieron, con mimosas dobladas bajo el peso de sus flores amarillas. Van terminando su canción: “Our mind is full of sorrow, who will know of our grief?” Me nombran en Catay, hace más de mil años. Con ojos entrecerrados me atisbaron entre la bruma: yo sé de su pena.
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6 comentarios:
Y sin embargo... non praevalebunt...
Te sigo...... desde tan lejos, que China está aquí al lado.
!Que alegría al conseguir abrir Rayos y Truenos!
Un abrazo
Manupé.
Qué alegría leerte, Manupé, y que alegría que me leas (tan bien), Auberon Quin.
Uno es el hombre.
Curioso, ayer en China noté que no estaba solo.
La estepa se ha helado.
En el desierto sur, la noche hace caer enfermos a niños y viejos.
Los caballos tienen hambre y las mujeres ya no encuentran leña para calentar el agua.
Muchos tendremos que morir bajo las flechas chinas para alimentar a nuestros hijos.
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