viernes, 1 de mayo de 2009

13

No os asustéis porque hoy hable de suicidio cuando ayer no más lo hacía de mis desgracias. Simple casualidad: me ha tocado el canto XIII del Inferno. De hecho, me he llevado, gracias a él, una alegría vivificante, dicho sea con todos los respetos. Como aquel país tan vasto, del que habló Aquilino Duque, en que las aves migratorias se convertían en autóctonas, mi admiración por la Divina Commedia apenas tiene límites. Pero alguno hay, como obra humana que, aunque parezca mentira, es. El límite que a mí me estrecha, o mejor dicho, me estrechaba es que en el infierno, por unas elementales exigencias de la estructura, Dante se vea obligado a poner a cada condenado en el compartimiento de un pecado. Se da la idea así de que cada persona se condenó por uno, el suyo. Esto, que sirve, indudablemente, para meditar sobre la gravedad de cada acto, y que le sirve a Dante para ir dispensando su piedad y su compasión por la ciudad doliente, es, en realidad, abusivo. Un abismo invoca a un abismo y, para irse al infierno, hay que tener el pack completo, como pasa, uf, con las virtudes y el Paraíso. Sin embargo, he vislumbrado que Dante se dio cuenta del problema. Por encima de la necesaria arquitectura de su obra, nos lo avisa con un guiño. A ver si lo veis tan claro como yo. Sabiendo lo que le interesaba al poeta la simbología de los números no nos puede pasar desapercibido que el canto XIII sea el dedicado a los suicidas. El 13, como se sabe, es el número de Judas, recordando el número que hizo en la Santa Cena. Por eso trae mala suerte que haya 13 comensales. Según Dante, Judas está en lo más hondo del Infierno, con los traidores, dando incluso nombre a su lugar; y, sin embargo, su sombra se balancea entre los suicidas. No se le nombra, pero ahí está, siniestra. ¿Sólo el número 13? No. Sobre todo, que el epítome del suicidio sea el ahorcamiento de un árbol. Dato que es mucho más significativo si caemos en la cuenta de que el suicida que lleva la voz cantante es Pier Della Vigna, que se mató dándose un tremendo cabezazo contra un muro; y el otro suicida que habla algo, Rocco dei Mozzi, se ahorcó, sí, pero en una viga de su casa. El asunto no es muy alegre, no, pero el genio del florentino no deja nunca de deslumbrarme.

9 comentarios:

Manupé dijo...

Dante,13,Judas,Suicidio.
Lagarto,lagarto.

Luce el sol, es festivo, hay feria, hemos cobrado y los centros comerciales están cerrados.
A disfrutar.

E. G-Máiquez dijo...

Los centros comerciales están cerrados..., ¡bien visto ese ingrediente de la felicidad!

Anónimo dijo...

me ca! qué temita!

Si alguna vez me lo planteo, y puesto que mi casa tiene las vigas ocultas y siendo de cemento armado son más prosaicas que las de madera, buscaré un buen árbol.

Ya dicen que "quien a buen árbol se arrima..."

E. G-Máiquez dijo...

Lo último que haría yo, querida Isabel, es darte ideas, pero aprovecho la ocasión para indicarte que el árbol que escogió Dante fue el pruno. Mejor imposible: un árbol de luto y melancólico.

Anónimo dijo...

¡un pruno! ¡Qué gran marco para los últimos segundos!

Y qué doble sentido escatológico...

Nodisparenalpianista dijo...

Tratar del suicidio el día del trabajo con cuatro millones (o casi cinco, según las cuentas) es sobrecogedor.
Vuelvo a ratos, EGM.

Miguel Ángel Borrego Soto dijo...

Tal vez, como sabes, parte de esa simbología haya que buscarla en las tradiciones islámicas sobre el infierno. Es Asín Palacios en su La escatología musulmana en la Divina Comedia el que nos pone sobre la pista. Ésta es obra clásica (la has consultado) y de obligada referencia para todo estudioso de la obra de Dante. No se pueden pasar por alto las leyendas islámicas de la ascensión de Mahora a los cielos y otras como por supuesto la obra de Ibn al-Arabi, místico murciano, las Futuhat. Es normal que Dante, hombre de vastísima cultura se interesara por la producción de ese gran desconocido o intencionadamente ignorado Renacimiento que se dio en al-Andalus entre los siglos VIII-XV. Claro, como fue en lengua árabe no lo notamos como nuestro actualmente, a pesar de la profunda huella que dejó en la Europa Medieval. Que sí, que a muchos les cuesta reconocerlo y todo se distorsiona desde la perspectiva actual que tenemos de lo islámico. No hay peor ciego que el que no quiere ver.

Dice el Coán:

Ciertamente el infierno es una trampa fatal,
Es el lugar de reunión de los transgresores,
en el que permanecerán eternamente.
Sin disfrutar ni de frescor ni de bebidas,
sólo de agua hirviendo y pus.
Única recompensa que merecen.
(78,21-26a)

Y sobre los hombres que se destruyen los unos a los otros (¿incluiremos aquí a los suicidas?), que

A quien obre así por malicia y siendo injusto le haremos sufrir el fuego y, ciertamente, eso es fácil para Dios (4, 29).

E. G-Máiquez dijo...

Jo, con el Pianista. A él que no le disparen, pero bien que tira con bala. Suicidio y trabajo, ha sido una asociación inconsciente de ideas, lo prometo.

Y claro que leí el Asín, gracias a ti, MABS. Ilusiona pensar en que un español (¡y murciano!) dejase su huella en la Commedia de Dante. Aunque hay muchos extremos que son comunes a las dos religiones, es cierto que hay influencias sorprendentes. Gracias de nuevo por aquella recomendación.

Nodisparenalpianista dijo...

Es que tengo tan poca conciencia de clase...
Un abrazo.