Antonio Machado lo supo: “A las palabras de amor/ les sienta bien su poquito/ de exageración”. Yo estoy de acuerdo, y, todavía más, creo que una pizca de exageración también les sienta de maravilla a las palabras de crítica literaria. Ojo, no para adornarse (si el libro es bueno) o para cebarse (si el libro es malo), sino para ser más objetivos. A la exactitud por la exageración, sería el método.
Lo explico. Mientras examinamos un texto, procuramos usar un instrumental ponderado y aséptico. Por eso, una vez que un juicio se tiene claro, conviene sacudirlo un poco en un sentido o en otro, para soltar esa frialdad de analista que se nos puede haber quedado entre los dedos.
Además, sucede que el arte verdadero está vivo, y crece. Lo he comprobado con asombro: años después, el libro que reseñé se ha hecho mayor y más maduro que cuando fue sólo una novedad. Las críticas, sin embargo, no crecen y, si no les dimos unos centímetros de ventaja, se quedan cortas enseguida. Con los libros mediocres pasa lo contrario. Aunque nada más salir parecían algo más, luego, como no tienen vida, o se pudren o se momifican. Una crítica negativa tiene que prever que, si algo es malo, seguirá empeorando.
No creo que esta columna en La Gaceta de los Negocios la lean muchos críticos literarios, pero no importa. Para todos es esperanzador ver que lo bueno mejora, y cómo lo hermoso brilla cada vez más alto, ¿verdad?
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
4 comentarios:
Completamente de acuerdo, Enrique. Tu tocayo Thoreau dijo algo semejante en el verano de 1845:
"¿Se habrá atribuido a alguien una virtud sin exageración? ¿Habrá habido algún vicio sin una infinita exageración? ... El relámpago es una exageración de la luz. Vivimos por exageración. La poesía es historia exagerada
... Por una inmensa exageración apreciamos nuestra poesía y filosofía griegas, las ruinas egipcias, nuestros Shakespeare y Milton, nuestra libertad y nuestro cristianismo..."
Jo, con Thoreau. No deja de sorprenderme. ¡Y yo que creía que iba a ser muy original! Voy a tener que leer ese libro suyo que editaste para Pre-Textos. ¿Cómo se llamaba?
Tranquilo, Enrique, que coincidir con Thoreau en estos tiempos es un signo inequívoco de originalidad. Ya lo dijo Chesterton (en Heretics, 1905).
El librito es una antología de fragmentos que fui seleccionando durante casi diez años y recoge sus opiniones sobre literatura y poética: Henry David Thoreau, Escribir, Valencia, Pre-textos, 2007. La entrada sobre la exageración está en la p. 39.
Un abrazo.
Todo se momifica, y se pudre, con el tiempo.
Lo bueno es efímero, lo sublime escaso.
Buena cita la de Thoreau.
Un abrazo.
Publicar un comentario