El sábado me hicieron una resonancia magnética [por algo sin importancia, eh]. ¿Habéis pasado por el trance? Impresiona. Yo llevaba dos polos alternos en la cabeza: un compañero de IES había sido incapaz de hacérsela, incapaz, y mi hermano Nicolás, en cambio, se había echado una siesta, a pesar del ruido, que era la primera vez que lo veía, le juró el técnico. Yo ni una cosa ni otra, sino casi ambas. Impresionante intensidad de media hora. No conté las veces que pasó por mi cabeza la palabra "nicho", la palabra "claustrofobia", la palabra "corte eléctrico", el nombre "Ortega Lara"; pero tampoco lo bien que se reza allí, como en una celda estrecha, en un silencio que no es la falta de ruido, sino algo interior; lo que agradecía que Leonor estuviese en la sala de espera, leyendo En lugar seguro; la de gente de la que pude acordarme, porque pasaron o pasan por trances parecidos y peores; el amor tan grande a esta vida y a la otra que sentía allí, tan encerrado.
Después, todo el fin de semana, me llamó la atención el contraste. Era emocionante observar las cosas cotidianas, que desprendían un misterio brillante, de intensos colores, como si vistas a través de la cámara oscura de Vermeer.
3 comentarios:
Bien, lo mío fue aún peor. Tuve una crisis de vértigos (trastorno del equilibrio), y para descartar un tumor cerebral (que afortundamente se descartó) me metieron en el "parato" y me hicieron colocar la cabeza en todas las posiciones posibles, a fin de obtener imágenes desde todos los ángulos. Con el vértigo que sufría, lo pasé fatal. Menos mal que no llegué a vomitar dentro del tubo. Por cierto, de esto hace unos años y entonces no lo llamaban resonancia sino escáner. Viene del inglés "scan", que significa escudriñar. O sea, que es un "parato" escudriñador.
PD: Pido disculpas porque fui excesivo con lo de la "crema protectora", pero me fastidió que el adjetivo "protectora", completamente innecesario, estropeara la perfección de un poema, por lo demás maravilloso.
(Saludos a toda la peña.)
La verdad es que las experiencias en la vida sirven para darse cuenta de las otras cosas que damos por hechas y pasan desapercibidas. Si que debe ser un buen sitio para rezar, por lo interiorizado que se está y porque imagino que es fácil acordarse de Dios en esas circustancias. Un abrazo
Reconozco que, en el estado actual de la Seguridad Social, no suele ser precisamente de Dios de quien tiendo a acordarme en esas circunstancias, sino del padre o la madre de ciertos señores (y señoras). Puedo contar, por ejemplo, que tengo una hermana, operada hace años de un cáncer, y a quien en una revisión rutinaria detectaron hace cosa de un año un bulto en el hueso de una pierna. Sólo gracias a una insistencia literalmente incansable consiguió que hace poco le realizaran por fin un escáner, que afortunadamente descartó cualquier riesgo. Sin esa insistencia suya, es seguro que ni se lo habrían hecho, ni se lo iban a hacer en el futuro. En esas circunstancias (es decir, con el riesgo de que, si se trataba de algo grave se hubiera agravado todavía más en los muchos meses que hubo de esperar hasta que la atendieron), es más fácil acordarse, como decía, del padre o la madre de alguno que de otras cosas.
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