sábado, 24 de junio de 2006

Visita al oculista

Me ha recetado retórica: un colirio de lágrimas artificiales.

(Aunque si yo fuese político, la receta hubiese sido demagogia, que es lo mismo adaptado a los medios de comunicación de masas.)

6 comentarios:

E. G-Máiquez dijo...

Gracias por la precisión, oportunísima, no vaya a parecer que yo defiendo el gruñido prehistórico. Sólo que la retórica, cuando buena, deja de ser retórica. Se convierte en la manera exacta del lenguaje.

La misma diferencia, en fin, que entre las lágrimas y las gotas de lágrimas artificiales. Nadie piense que prefiero los ojos secos.

Enrique Baltanás dijo...

Me atrevería a decir que la retórica, desde el punto de vista moral, es neutra, indiferente. Se puede usar para el bien o para el mal. Como la energía atómica, como los cuchillos de cocina, como casi todo.

E. G-Máiquez dijo...

Gracias por la precisión, oportunísima, no vaya a parecer que yo defiendo ahora que sólo la retórica empleada en abonar las flores del bien es meritoria. Me refería a la "buena retórica" en un sentido estético: la que funciona. Y su manera de funcionar es disolverse, como la sal en un guiso.

E. G-Máiquez dijo...

Entonces, vae mihi si non rhetorizare bene!

Ángel Ruiz dijo...

Rhetorizavero .
Envido con otra cita:
Ars est artem celare (aquí en un colofón.

E. G-Máiquez dijo...

Gracias por la precisión, oportunísima, Arp, no vaya a parecer que yo (o Mora-Fandos) defendemos el latín macarrónico.
El lema quede (si no hay más correcciones) así:
Vae mihi si non rethorizavero bene.