Ahora pasa que las tortugas son grandes admiradoras de la velocidad, como es natural.La pregunta que corresponde es: ¿y tú de quién eres, de la esperanza, de la fama o del cronopio? Los más gallegos contestarán: "¿y tú?. Yo aquí llegué el primero y mi corazón se ha pedido ya, rapidísimo, la tortuga.
Las esperanzas lo saben, y no se preocupan.
Los famas lo saben, y se burlan.
Los cronopios lo saben, y cada vez que encuentran una tortuga, sacan la caja de tizas de colores y sobre la redonda pizarra de la tortuga dibujan una golondrina.
jueves, 1 de marzo de 2007
Una golondrina sí hace primavera
Hace unos días vi la primera. Para celebrarlo mi corazón de piedra se acordó de esta taxonomía de Julio Cortázar en Historias de cronopios y de famas:
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8 comentarios:
Por lo que me ha contado la wikipedia* (ay!, que no el propio Cortázar)acerca de los cronopios, yo debo de ser una mezcla de tortuga y cronopio.
(*)Los cronopios son presentados como criaturas ingenuas, idealistas, desordenadas, sensibles y poco convencionales.
Y las tortugas, pues ya se sabe.
Eso de tu supuesto corazón de piedra suena a falsa modestia. Con ese cuento a otros, no a nosotros, tus fieles lectores...
Cortázar no es lo mío. Nunca pude con Rayuela, y con el resto ni lo intenté.
Qué bien, Carlos, me lo tomo como que me has pintado una golondrina en el caparazón, gracias.
Desde luego, tortuga. Siempre admiro lo que me falta.
Aunque la definición de "cronopio" que aporta Anacó, como alguien un poco "freakie" y al margen de las normas, también me gusta.
Yo aún no he visto ninguna golondrina. Aunque en el tejado de mi casa, como en el verso de Bécquer, dejaron colgados sus nidos, y supongo que volverán por sus fueros de un momento a otro.
Yo, según lo que dice Anacó, tres cuartos de cronopio y uno de tortuga. Y lo de corazón de piedra me ha parecido algo poético, eso sí, que sea piedra medieval, ojival y azul. Entonces me apunto.
Así termina un hermoso poema de Joaquín Moreno: "puesto a sus pies mi corazón de piedra". Lo que resulta muy acertado porque el que habla es un enano de Tolkien, que, como todo el mundo sabe, proceden de las rocas.
Y, Dal, siento mucho que empezaras por Rayuela; yo, gracias a no haberla leído nunca, disfruté mucho de sus cuentos -la autopista del Sur, el Perseguidor, son geniales-, y de los Cronopios y sus Famas, perfectos en su limbo del lenguaje.
Me he acordado de un personaje de Tolstoi (creo que en Guerra y Paz), un monje que reza todas las noches algo muuy hermoso: Señor, haz que me acueste como una piedra y me levante como un pan.
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