miércoles, 15 de febrero de 2012

Mala conciencia

... por haber vampirizado el estupendo libro de Ramón Eder para escribir mi artículo. Sólo me consuela que gracias a la cantidad ingente de cabeceras del Grupo Joly, quizá pueda desayunarse bien quien dice: "Un desayuno magnífico tiene que tener café, pan tostado con mantequilla, mermelada, zumo de naranja y dos o tres periódicos que hablen de uno mismo". 
*** 
Y esperando que él tenga a su alcance un buen zumo de naranja, que se lo merece, para que usted tampoco se quede sin un buen desayuno, esta selección de veras: 

Se es igual de inteligente a los veinte años que a los cuarenta, pero con un poco de suerte no se es igual de tonto.
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No se puede ganar al ajedrez si no se es un malvado, al menos mientras dura la partida.
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La inteligencia, a partir de cierto grado, se vuelve inevitablemente humorística.
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Los sueños que no son eróticos suelen ser inconfesables.
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Lo bueno de leer muchas veces el mismo libro es que poco a poco se va convirtiendo en música.
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La vida es bella, pero como una pantera.
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Leer es dejarse de tonterías.
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Cuando la frase da en el blanco se oye un sonido especial.
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Los libros también son jónicos, dóricos o corintios.
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Cada día es una odisea y cada noche una ilíada.
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Dormir bien es tener solucionado un tercio de la vida.
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La alegría nos hace invulnerables.
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La vida consiste en utilizar bien las palabras "sí" y "no".
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Escribir es construir frases que es mejor que existan a que no existan. 

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Geniales aforismos. Estoy sin teléfono ni internet. A base de pinganillo.Véase Diario de Sevilla sobre Las crónicas del sochantre.

ACdR dijo...

Vaya, Enrique, ¡te me has adelantado! Yo todavía estoy releyendo, pero es un placer compartirlo y comparar notas.

Dice Eder que todo libro de aforismos debe tener "una docena que nos acelera el pulso". Veo que en tu selección hay dos extra, así que chapeu, Ramón. Pero me queda la duda de si los mejores te los has reservado para rl artículo.

Un abrazo.

Juan Ignacio dijo...

Estoy de acuerdo con Beades en que la alegría nos hace vulnerables. En el sentido de la vulnerabilidad que nos da también el amor.

Y estoy de acuerdo con Eder en que la alegría nos hace invulnerables, en el sentido de invulnerabilidad que tiene quien se ríe un poco de sí mismo.