sábado, 4 de febrero de 2012

Inferno, V, 129


Dejan caer el libro, porque ya saben
que son las personas del libro.
(Lo serán de otro, el máximo,
pero eso qué puede importarles.)
Ahora son Paolo y Francesca,
no dos amigos que comparten
el sabor de una fábula.
Se miran con incrédula maravilla.
Las manos no se tocan.
Han descubierto el único tesoro;
han encontrado al otro.
No traicionan a Malatesta,
porque la traición requiere un tercero
y sólo existen ellos dos en el mundo.
Son Paolo y Francesca
y también la reina y su amante
y todos los amantes que han sido
desde aquel Adán y su Eva
en el pasto del Paraíso.
Un libro, un sueño les revela
que son formas de un sueño que fue soñado
en tierras de Bretaña.
Otro libro hará que los hombres,
sueños también, los sueñen.



Técnicamente este poema de JLB es muy interesante porque su verdadero golpe de poesía auténtica está camuflado en medio del poema: “Han descubierto el único tesoro;/ han encontrado al otro”. Lo que le precede es pura preparación; lo que sigue es o simple consecuencia lógica o vaga metafísica de camuflaje. Borges es un púdico poeta amoroso, que es, justamente, lo que él admiraba más de Dante. 

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