miércoles, 28 de agosto de 2013

Jogging


Ayer, por una serie feliz de circunstancias, a las 19: 15 había leído todo lo que tenía planificado. No lo podía creer. Eso no me pasaba desde hace cinco años. Me sentía eufórico. El día, además, estaba precioso. Decidí salir a correr un poco. Mis zapatos de deporte —¡los encontré!— tienen lo menos quince años, pues los compré cuando opositaba. No puedo presumir diciendo que están como nuevos, pero sí que yo soy inocente de su desastrosa condición física: los he prestado a veces a mi cuñado, que olvida los suyos en Madrid de vez en cuando cuando nos visita de vez en cuando.  

Antes de salir, me despedí de Corina. Estaba hablando por teléfono. Colgó y vino a la puerta, corriendo, con los ojos muy abiertos, a preguntarme, incrédula, si iba a hacer deporte. "Sí, sí", dije, aparentando una inmensa naturalidad. 

Ya en la calle, mi trotecillo fue más digno de lo que yo esperaba. Me fijé en los coches y nadie sacaba la cabeza del coche, desternillándose. Mantenía cierto anonimato digno. Bien. Los riñones respondieron. 

Llegué a casa a los 40 minutos, sudando como hacía siglos. Enriquito señala los zapatos de deporte con una enorme fijación. Mi hermano Jaime, al oírme la voz jadeante por teléfono y enterarse de la causa, se frotó los ojos con tal ímpetu que lo oí por el móvil. Luego llamé a mi padre. Al enterarse, aparentó naturalidad, aunque espero que yo lo hiciera mejor con Corina. La dulce Carmencita sí disimulaba bien una gran naturalidad, la única. 

A las 2 de la madrugada, Leonor me dijo: "¿Estás despierto?" "Sí, sí". "Oye, ¿te ha entrado ahora la crisis de los cuarenta, eh?" 

Lástima hoy de agujetas, porque, con tanta repercusión, dan ganas de echarse a la calle otra vez. 

2 comentarios:

Kris Kelvin dijo...

Hay un escritor japones muy famoso que escribe libros acerca del correr. Creo que cuenta que escribir una novela requiere disciplina, como preparar una carrera de maratón. A ver si lo del narrar que explica usted más abajo viene por ahí y lo suyo son paseos breves y líricos... (Sin ánimo de desmerecer)

Un saludo

Ignacio Trujillo dijo...

¡Enhorabuena!. Me siento identificado. Yo tambien he corrido por la playa estos días, pero descalzo (me olvidé los zapatos de hace mil años también, en Sevilla) y lo peor es el "calentamiento" previo que he de hacer, pues a mi edad, si no, me dan unos tirones musculares de no te menees... La "pandilla" de amigos y familiares que me ven haciendo flexiones imposibles y ridículas se parten de risa mientras yo lo hago en dos.