domingo, 14 de octubre de 2012

Donde rojeo bastante

Rojeo, pero de Enrique Rojas. Eso le parecerá a algunos un alivio, a otros peor, ad libitum. Yo no me he podido resistir, porque da pena lo poco que se quiere la gente y, al menos en eso, en tenerme cariño, sí puedo dar ejemplo.

5 comentarios:

Jesús Sanz Rioja dijo...

Hay que mirarse en los que nos quieren y que no son nuestra tía ni nuestra abuela, porque ahí salimos bastante deformados.

E. G-Máiquez dijo...

Touché, aunque yo soy bien de Borges, que dice que el amor permite ver al prójimo como lo ve Dios, y en esa mirada sí que aprende uno a tenerse cariño, aunque sea con tía abuela interpuesta. Gracias mil.

Dolores dijo...

No pillo lo de Enrique Rojas...

Y aquí mi comentario que contiene palabras prohibidas según el periódico... :S

Mucha razón. Me ha recordado que después de 9 años viviendo en Navarra, ver una bandera española me llena de recelo y me parezca facha (una pena). Pero lo preocupante fue oír a uno de mis hermanos que estudia en San Sebastián, que él no juraría bandera alegando objeción de conciencia. Y yo le dije: "Te respeto, pero ¡qué asco de país este en el que nos avergonzamos de nuestra bandera!".

E. G-Máiquez dijo...

Era una broma tonta, metiéndome con el tono más o menos psicologizante de mi texto, y así su mensaje asertivo.
Lo de la bandera y la nación también puede despertarnos ternura y ganas quijotescas de defenderlas, tan pobrecitas y desamparadas.

Dolores dijo...

El apellido Rojas me hizo dudar...

Y me gusta lo de ser don Quijote :)