lunes, 7 de marzo de 2011

Tres del Ies

REMINISCENCIA

El alumno que en el exámen óral o a una pregunta de clase te contesta: "No me acuerdo" cuando, en realidad, no ha estudiado, no te está mintiendo, no. Es platónico.
***
PALABRA DE DIOS


Los inspectores de educación reúnen a unos cuantos profesores para explicarnos el nuevo sistema de evaluaciones. Desde el principio, me llama la atención el temor reverencial que muestran hacia los decretos y órdenes. El catolicismo —me distraigo, como un mal alumno— presenta una firme resistencia al positivismo jurídico. Por su propia legislación positiva y, sobre todo, por su defensa cerrada del derecho natural. La reforma protestante al crear iglesias nacionales, cuyas cabezas ostentan también el poder civil, sentó las bases de un férreo formalismo forense, que los totalitarismos laicos explotarían y explotan al máximo… “¡Me he ido demasiado lejos!”, me recrimino a mí mismo. Vuelvo a atender, con renovada aplicación. Y justo entonces el señor inspector está clamando: “… porque el Boletín Oficial es palabra de Dios”. 

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DONDE DIJE DIGO

La profesora de literatura me pidió que diese una charla sobre Baudelaire a los de segundo de bachillerato. Allí me encontré a mis conocidas de los pelos de colores. Y la normal que dije, ¡qué lista! Hizo unas preguntas finísimas, tuvo unas intervenciones sorprendentes, unos silencios atentísimos, unas sonrisas de complicidad impagables y hasta me llevaba la contraria cuando era necesario con tanto afán de verdad que ni me escocía el amor propio. La inteligencia es, entre otras cosas, un elemento esencial del atractivo. No veo ya diferencias entre ellas.

29 comentarios:

Ignacio Trujillo dijo...

Querido Enrique,
Con referencia al asentimiento reverencial y casi indiscutible de la sociedad a lo que dice el BOE, me parece muy lúcido lo que comentas. La cuestión, debatida hasta la saciedad, es si existe un derecho natural más allá del derecho positivo y al que éste se debe. Si no es así, todo es admisible si se logra “legalmente” por mayoría. Ayer hablaba con un amigo jurista, que sacralizaba la grandeza de la democracia. Yo le daba la razón…hasta cierto punto. ¿Todo está permitido si se hace respetando las reglas de la mayoría? ¿Se puede instaurar por mayoría democrática una norma que discrimine a los negros? ¡Ya estás con tus demagogias!- me respondía,- la democracia tiene sus resortes para evitar eso…-¿Ah, sí? -Le respondía. ¿Cuáles son? Permíteme que lo dude- Es qué tu eres un fascista, que no crees realmente en la democracia- volvía a repetir. Y es verdad, (¡no lo de fascista, claro!) pero si lo de que no creo en la democracia como valor absoluto, aunque claro está, mientras no se invente otro, es el mejor sistema que tenemos… Estoy contigo, Enrique, para mí el BOE, todavía, no es palabra de Dios…

marinero dijo...

El problema, entiendo, es que la "palabra de Dios", para algunos, sí es "palabra de Dios". Me explico: en ciertos casos -no todos, ni siempre, afortunadamente-, quienes tienen creencias religiosas consideran que lo que dispone su religión está por encima de cualquier posible regulación humana, y es intocable. Y eso aunque en los textos revelados que invocan no se disponga específicamente nada acerca de un determinado tema: no importa. Hay una, llamémosle así, "jurisprudencia eclesiástica" para estos casos (que, a pesar de su pretensión de eternidad, cambia con el tiempo), que para ellos, y al menos mientras esta vigente, también es intocable. De ahí que se pueda llegar a enfrentamientos verdaderamente feroces, entre partidarios de concepciones religiosas distintas: ambas creerán tener a Dios de su lado, y tendrán a gala no ceder ni un milímetro; los otros no serán ni siquiera equivocados, sino herejes, lo que es infinitamente peor.

El sistema democrático respeta la creencia de cada cual, pero trata de gobernar para todos: para los que, teniendo incluso las mismas creencias, las interpretan de modo distinto (las diferentes posiciones cristianas, digamos); para los que tienen creencias distintas (cristianos y musulmanes, por ejemplo), y para los que no tienen ninguna. Y trata de hacerlo por medios humanos, ya que la apelación a una divinidad, la que fuera, excluiría todas las demás posibilidades.

La democracia, ciertamente, no es "palabra de Dios", ni lo pretende, puesto que para ella no hay "herejes", sólo convicciones distintas. Y por supuesto que puede llevar a resultados erróneos, como humana que es, pero también puede rectificarlos. En cambio, quien cree que una determinada legislación es "palabra de Dios" (o, lo que es casi lo mismo, "derecho natural", único aceptable frente a los demás, artificiales e inferiores), ¿qué rectificación va a admitir? El "asentimiento reverencial y casi indiscutible" no corresponde al BOE; corresponde, por su propia naturaleza, a las creencias religiosas o pararreligiosas, a la fe frente a la razón. Esta última no cree en la infalibilidad de sus propias posiciones, sino en la posibilidad de rectificarlas siempre. Yerra, porque es humana; pero son errores, no herejías. Afortunadamente.

Ignacio Trujillo dijo...

Gracias, Marinero, por, como siempre, tan atinadas reflexiones que me ayudan a pensar. No puedo más que darle la razón. Pero el problema para mí sigue siendo irresoluble, porque yo tengo muy claro algunas cosas, muy pocas, que considero inalienables al género humano, y con las que no se debe transigir, (diríamos mi “derecho natural”) y es claro que no tiene por qué coincidir con el de aquél otro de más allá (aunque afortunadamente casi siempre coincide). Por eso, aunque no me satisface de manera plena, considero la democracia un bien a preservar, pues no encontramos otro sistema mejor. Pero sigue sin resolverse mi problema: ¿Se puede instaurar por mayoría democrática una norma que discrimine a los negros? Habría que contestar que sí e intentar cambiarla democráticamente. Mi único consuelo y esperanza es que como bien dices, la democracia "puede llevar a resultados erróneos, como humana que es, pero también puede rectificarlos", lo malo es qué pasa mientras se rectifica... ¡sobre todo si eres negro!

E. G-Máiquez dijo...

No habría escrito mejor el segundo comentario de Ignacio, tan claro hasta en el ejemplo. Las democracias necesitan un marco de derechos fundamentales que no estén sometidos al arbirtrio electoral. El título I de nuestra constitución pretendió serlo, pero el legislador y el TC lo han interpretado demasiado. Que la democracia haya surgido en sociedades cristianas se debe, entre otras cosas, al hecho de que su marco inviolable es el más apropiado.

BV dijo...

Me deja tranquilísimo eso de que el "razonable" defina la "razón" como el engendro susceptible de rectificarse a sí mismo continuamente. Sin perder un ápice de legitimidad, entiendo. Ole.

Enhorabuena por el tercer apartado del post, Enrique; grata experiencia la de ver a una chica embellecida por su espíritu.

AFD dijo...

A mí lo que más me fastidia de la democracia es que en un blog tan bonito como éste, le quite tanto espacio a temas mucho más interesantes, como el platonismo de los brutos y la inteligencia de las chicas elegantes...

E. G-Máiquez dijo...

Qué bonito comentario, AFD. Dobles gracias.

E. G-Máiquez dijo...

Y a José Luis, desde luego.

Cristina Brackelmanns dijo...

Preciosos los tres apuntes, me gusta especialmente el de la menos guapa de los pelos de colores, que ya es como la otra. Recuerdo que mi madre, cuando de jovencita estaba emperrada en operarme la nariz, un día me dijo: "sin tu nariz no serías tú". Le contesté que claro, que sería chatita y respingona, y sólo añadió: "tú me entiendes". Era así, le gustaba dejar el misterio flotando en el aire. Es de esas cosas que se te quedan, pero no sé aún si se refería a compensaciones de la providencia divina, o a maniobras compensatorias humanas. Las mujeres somos expertas en maniobras compensatorias, y normalmente resultan. Me alegro de que ya no veas diferencia entre ellas.
Y, con perdón, sólo unas cositas sobre lo otro:
La democracia no sé si es un bien y ni siquiera si es lo menos malo, pero más que "a preservar", sería "a conseguir". Al menos aquí. De democracia se ha vestido de todo, menos lo que su nombre indica: partitocracias, gobiernos de grupos minoritarios, que con menos de un 5% deciden para el 100%, pactos bajo cuerda de trincones... hasta Hitler jugó a demócrata, que no dió ningún golpe de Estado ("tapándose las narices" decía, como esos otros que juegan a demócratass ahora). Cabe todo.

En cuanto a la jurisprudencia eclesiástica y "el respeto a la creencia de cada cual" (!) por parte de la democracia, la gran diferencia está en que la jurisprudencia eclesiástica ni pretende ni tiene medios de obligar a actuar contra la conciencia (al menos ahora, porque la Iglesia sí se corrige). La Democracia sí, lo pretende y tiene medios: manda a la cárcel o priva del derecho a ejercer al que se opone a practicar un aborto, por ejemplo.
Con lo de la herejía pasa lo mismo (y la herejía toca al dogma: al Credo, ahí no hay evolución de la "jurisprudencia"). Llega el sr. Pagola y le avisan: eso es contrario al dogma, y él rectifica o sigue publicando herejías, hasta puede que venda más. Vete a decir que una ley es un bodrio, que es ideológica y partidista y que no te da la gana acatarla, como la de la EPC, a ver qué pasa.
Sin ánimo de discutir, naturalmente.

marinero dijo...

El tema daría para una discusión interminable. Sólo recordaré dos cosas. 1) Si puede ser cierto que alguien se meta en problemas por no acatar una ley aprobada democráticamente que choca con sus propias convicciones, más trágicamente cierto es que oponerse a una ley aprobada en una dictadura conlleva un riesgo mucho mayor. Como dijera Churchill, "la democracia es el peor de los sistemas posibles, excluidos todos los demás".
2) Sobre el aborto: me parece infinitamente respetable la opinión de quien lo considera un crimen. Pero recordé aquí mismo, hace ya tiempo, que alguien tan merecidamente respetada como Natalia Ginzburg publicó en su momento, con ocasión de discutirse en Italia la despenalización, un artículo (la edición española de sus ensayos, en Lumen, lo recoge) razonando su postura a favor de la despenalización. Equivocada o no, es la convicción no sólo de Natalia Ginzburg, sino de mucha gente más. La democracia no obliga, a ninguna mujer que no desee hacerlo, a abortar; pero, precisamente por ser un sistema de gobierno que intenta dar cabida también a quienes piensan como Natalia Ginzburg, preve la posibilidad de que alguien sí quiera hacerlo, y le da esa posibilidad. Nadie está obligado a renunciar a sus convicciones; pero tampoco puede pretender que tenga derecho a imponerlas a quien, como ella en eso, no las comparte. El problema aquí no está en las propias convicciones, muy legítimas, sino en no aceptar la posibilidad de que otros tengan otras y las defiendan. El racismo está condenado por la mayoría (prueba de ello, quienes son racistas tratan de hacer pasar su averiada mercancía bajo el disfraz de otra cosa), aparte de estarlo por la simple lógica y por la justicia. No es el caso el aborto; repito que, equivocadamente o no, muchas personas a las que, como a Natalia Ginzburg, no se puede acusar razonablemente de ignorantes o fanáticas, defienden su despenalización. Quien no lo acepte, está en su derecho; quien quiera imponer su no aceptación a todos, les guste o no, no lo está. Y a mí (que nunca he tenido que enfrentarme personalmente a una decisión así, de lo que me alegro verdaderamente) eso me parece bien. Lo no democrático se caracteriza precisamente por la imposición dogmática de un criterio. Yo estoy en contra, incluso aunque ese criterio coincida con el mío: tiene que haber espacio para quienes, razonablemente, piensen de otro modo.

E. G-Máiquez dijo...

Estoy muy de acuerdo con su largo comentario, Marinero. El problema del aborto es que se le impone (¡y cómo!) al nasciturus, que se les olvida a ustedes siempre el nasciturus y su inequívoca voluntad de vivir.

Y en el divorcio habría que ver si se le impone o no a una de las partes, que ese es un tema que nadie toca, el de la parte a la que le arrean el divorcio. El matrimonio civil tendría que tener al menos las mismas garantías que cualquier otro contrato, creo.

Pero si digo esto es, porque, en el fondo, como usted, estoy en contra de todo tipo de imposiciones. Son horribles.

E. G-Máiquez dijo...

¡Cuánta razón tenía tu madre, CB! En nuestros encuentros, que siempre saben a poco, pero ya son unos pocos, nunca vi nada raro en tu nariz, y eso que me fijo mucho en las narices.

marinero dijo...

En fin, sé que es tema sobre el que no nos pondremos de acuerdo. Respecto a la "inequívoca voluntad de vivir" de que EGM me habla, le recomiendo repase ya no el DRAE sino, si lo prefiere, cualquier diccionario filosófico solvente, a ver si encuentra base para hablar de "voluntad" en alguien no nacido. Jugar con las palabras, y con los conceptos, es fácil. En todo caso, repito: mi absoluto respeto para quien no comparte mis propias ideas. Pero parece razonable esperar lo mismo a cambio. Y, respecto al divorcio, estoy de acuerdo en lo del respeto a los contratos. Pero cuando un contrato es denunciado, lo es normalmente por una de las partes; es muy difícil que coincidan las dos en hacerlo. Y eso no quita para que un contrato pueda resolverse sólo por la denuncia de una de ellas. En cualquier caso, volvemos a lo mismo: yo respeto tanto a quien se opone al divorcio como a quien está a favor de que esa posibilidad exista. El problema no está en quien dice "no" al divorcio o al aborto, cosa perfectamente legítima, sino en quien quiere imponer su "no" a todo el mundo, piensen o no como él. Como señalaba (de acuerdo) EGM, las imposiciones están muy mal.

BV dijo...

Señor Marinero:

La voluntad de vivir del feto la puede usted comprobar en imágenes en que se aprecia cómo intentan escapar de ser succionados por un aspirador.

Ahora bien, siempre puede equipararlos al atún que intenta escapar de la red, en su absurda y "respetuosa" negación del hecho, que le han dejado meridianamente claro, de que el aborto se impone, y vaya si se impone, a los señores fetos.

Ignacio Trujillo dijo...

Entiendo perfectamente lo que quiere decir Enrique, con "voluntad de vivir". Claro es, que se trata de una forma de hablar. Con ello se hace referencia a la irresistible fuerza de la naturaleza que impulsa al feto a la vida irremisiblemente, que salvo patologías o accidentes, le llevará a ser alumbrado. A las patadas con que golpea el vientre materno "esperando" (es otra forma de hablar) la primera bocanada de aire que expanda sus pulmones. No es la posesión o no de voluntad lo que otorga derecho a la vida o dignidad al ser humano. Habría entonces que que determinar a partir de qué edad se ostentarían tales derechos. ¿Desde los siete año, quizá (uso de razón)?, ¿desde los dieciocho (mayoría de edad)?. Nadie piensa así, es obvio. El ser humano tiene derecho y dignidad por el mero hecho de serlo, los inteligentes, pero también los síndromes de down, ¿o no? Discutir si el feto es un ser humano o no, es irrelevante (además de una falacia) en todo caso lo será, como todos. La cuestión está en que hay quién piensa que existe un derecho de la mujer (¡ojo! además sólo de la mujer, el padre no puede ni oponerse ni provocarlo) a aniquilar la vida de su hijo cuando aún está en su seno por una serie de motivos que superan el valor de esa vida. Y yo pregunto, de verdad ¿Qué motivos hay tan poderosos que justifiquen esta muerte? En todo caso en España hoy no hacen falta justificar ninguna razón, y una de ellas es tan nazi y eugenésica como la de que el feto con 20 semanas (5 meses) sea Down. Todo el mundo puede pensar lo quiera, si claro, ¡pero a mí que no maten en aras de esa libertad! Porque mi libertad termina donde comienza la de un tercero y quiérase o no ese nasciturus, cuyo corazón late en las ecografías, es un tercero.

marinero dijo...

Repito lo que dije antes: sé que no nos pondremos de acuerdo sobre si la despenalización del aborto es o no defendible, y tampoco lo intento. Cierto que, como ya dije, hablar de "voluntad" es, en efecto, un abuso de lenguaje; como también lo es lo que a veces se dice (y que aquí mismo le reproché en su momento a EGM), respecto a que el aborto supone "matar niños" (el DRAE, o cualquier otro diccionario, habla de esa condición, y cito de él, "desde el nacimiento" -no antes). Pero tampoco pretendo convencer a nadie. Digo, sí, que quienes estén en contra de la despenalización cuentan con todo mi respeto. A nadie puede obligársele a abortar si no lo desea, y yo sería el primero en oponerme a ello. Pero que no tienen derecho a imponer su punto de vista a quienes no lo comparten. Y en eso consiste la despenalización: no en que nadie tenga que verse obligado a abortar, sino en que quien desee hacerlo pueda, en efecto, hacerlo, con las garantías (y dentro de los límites) que la ley disponga.

E. G-Máiquez dijo...

Hablar de voluntad en este caso es tan abusivo o menos (como ha explicado JL) que hacerlo de la voluntad popular expresada en las elecciones o de la voluntad del genio de la especie. Vea usted, llevado por su afán de información ecuánime y completa, los vídeos sobre el asunto.

Me asombra que le dé tanto valor al DRAE, y hasta autoridad científica, pero que yo valoro mucho sus aportaciones, en aras a la exactitud terminológica, no hablaré más de "niños", y sólo de vidas humanas, donde la ciencia no le dejará corregirme.

Y, por último, Marinero, usted, tan partidario de las prohibiciones de fumar en según qué espacios o de bajar las velocidades y eso, ¿no ve al tercero en cuestión, que se liquida, en el asunto del aborto? ¿Es una imposición la prohibición del asesinato? Y si esto le parece excesivo a su exquisita sensibilidad, ¿lo es la prohibición de robar? ¿Y la de fumar en un comedor? ¿Y la de gritar en un pasillo de hospital?

marinero dijo...

Repito un comentario de esta mañana, que no ha aparecido. (Ruego obviamente a EGM que no lo publique dos veces). Decía así:
"Pensaba no intervenir más sobre este tema; mi postura, creo yo, ha quedado clara. Pero vuelvo a hacerlo para reprochar a EGM que caiga en esas simplificaciones, según las cuales puede juzgarse todo lo que piensa una persona sin más que conocer su postura sobre determinados temas; lo demás puede deducirse, viene con el lote. Se equivoca: no todos (yo creo que ni siquiera la mayoría) somos cerradamente partidarios de uno u otro lote, y podemos diferir, y lo hacemos, en muchísimos aspectos: no pensamos por lotes. Así, él, que no puede conocerme puesto que firmo con seudónimo, da por hecho que yo soy "tan partidario" (subrayo el "tan") de, cito, "las prohibiciones de fumar en según qué espacios o de bajar las velocidades y eso". Hace mal. Yo no imagino que él no piense por su cuenta -aunque se confiese católico, es decir, partidario de un conjunto de dogmas, creencias e ideas que no son obra suya-; sé que se puede ser católico, o cualquier otra cosa, y tener (como él) muy inteligentes ideas propias, e incluso diferir de otros católicos. Tenga él el mismo respeto hacia quienes piensan de modo distinto, y no prejuzgue. Y recuerde, y termino, que es exactamente eso lo que pido desde mi primera intervención: no que él se deje convencer por ideas distintas de las suyas, sino que respete a quienes, como Natalia Ginzburg o yo mismo, piensan de modo distinto. Y eso incluye la ilegitimidad del deseo de imponer a todos las propias ideas, por convencido que uno esté de que son las únicas "naturales", además de amparadas por el Dios en el que cree. Piense que exactamente eso mismo aseguran, con convicción que puede llegar hasta el sacrificio de la propia vida, los partidarios de Al-Qaeda: también para ellos no hay más que una única Verdad, la suya, y se sienten del todo legitimados para imponerla a todo el mundo. Es la marca del dogmático. No lo sea EGM, a quien admiro y respeto, y acepte que, por convencido que él personalmente esté de sus ideas, puede haber, y hay de hecho, quienes, desde una postura honesta e inteligente, piensen de modo distinto. Y vuelvo a citar a Natalia Ginzburg, por si mi propio ejemplo no valiera".

E. G-Máiquez dijo...

Siento haber incurrido en lesa generalización con las ideas de Marinero, pero no lo hice tanto llevado por la inercia ideológica como porque cuando, en un artículo, reconté prohibiciones de la era zapatero, advirtiendo de entrada que lo hacia a lo bruto y sin matizar, simplemente para observar la tendencia general, el sr. Marinero tuvo a bien matizar a lo menudo, a pesar, ya digo, de mi advertencia previa, una de ellas meticulosamente y con su característica insistencia. Pensé que, siendo él tan propenso a la matización, y no diciendo nada de las otras prohibiciones, las aprobaba por silencio administrativo. En todo lo que esté equivocado, doy un paso atrás y pido disculpas. No sin agradecer esa estrecha vigilancia a la que me somete nuestro amigo. Sinceramente la agradezco, pues me hace estar vigilante o, si no fue el caso, arrepentido.

En cambio, creo que se confunde cuando apunta el derecho a la vida al dogma católico. No. Es puro sentido común, y prudencia, cuando en caso de duda, se opta por la protección a la vida. Habrá observado Marinero que ni a él ni a la Ginzburg les afeé jamás que no crean en el gozoso dogma de la resurrección de la carne. Entiendo que la fe no se le puede exigir a ninguno. El aborto es bien distinto, como demuestra el hecho de que hasta hace casi nada y prácticamente en todo el mundo y en todas las religiones se ha considerado un crimen horrendo. El supuesto argumento de autoridad de Natalia G. puede ahorrárselo Marinero a partir de ahora, y se lo agradeceré. La defensa del aborto me produce (porque amarga la verdad quiero echarla de mi boca) una invencible repugnancia moral e intelectual y no me gusta que me la recuerden en personas que admiro y aprecio, léase Natalia Ginzburg o usted mismo.

marinero dijo...

No insistiré, pues, sobre el tema: ni el del aborto ni el de la opinión al respecto de Natalia Ginzburg. Y no lo haré a pesar de estar seguro de que EGM sí seguirá insistiendo, cuando tenga ocasión para ello, en la suya, según la cual el aborto es un crimen, su despenalización idem de idem, y quienes no nos oponemos a ella, por lógica extensión, criminales. Si a él (cosa que comprendo y respeto) le produce "una invencible repugnancia moral e intelectual" el que le recuerden su disidencia "personas que admira y aprecia" (gracias de veras, por lo que me toca), imagínese el placer que puede producirme a mí semejante calificativo, expreso o tácito (pero fácilmente adivinable) por parte de personas a las que yo igualmente, como es el caso de él mismo, admiro y aprecio. Pero en fin, resignación. Aunque me temo que muchos (no todos) los partidarios de la ilegalización del aborto sienten esa misma repugnancia frente a argumentos contrarios a los suyos, pero no les preocupa ni mucho ni poco lo que puedan sentir, frente a los calificativos que ellos tan fácilmente les aplican, quienes piensan de modo diferente. En otras palabras, que el respeto a convicciones y sentimientos no es mutuo. Mala cosa.

E. G-Máiquez dijo...

Lo siento mucho, Marinero. Para mí el aborto legalizado se parece bastante al exterminio nazi de los judíos. Ya Ignacio, que piensa más o menos como usted, se lo advirtió, con muy buenas razones y le instó, recuerdo, a ponerse en nuestro lugar para entender el horror que nos produce el aborto. Revisite los sentimientos que seguro que le produce el nazismo, y comprenderá (aunque no comparta) mucho mejor mi posición, desde luego muy arisca y exaltada. Yo aquí y donde pueda seguiré insistiendo desde luego. Tengo cargos de conciencia de no hacer suficiente contra el aborto, le confieso. Y no olvido la posición de la Ginzburg ni la suya, aunque siempre podrá contar usted con mis compartimentos estancos. Más no le puedo ofrecer, pero en ellos tiene su casa.

marinero dijo...

Sólo una precisión: ya entiendo ahora (y desde hace mucho tiempo) el horror que a los contrarios a la despenalización les produce el aborto. Sólo recuerdo que hay posturas diferentes. Un ejemplo distinto: en el último texto aparecido en el blog de Arcadi Espada (quien quiera puede verlo allí) se habla de una iniciativa legal en USA para que una mujer que pretende abortar haya de oír obligatoriamente, antes de hacerlo, el latido del corazón del feto. Espada asegura que no sólo le parece muy bien, sino que él extendería esa obligación, por ejemplo, a quienes son responsables de la ejecución de un reo, allí donde existe la pena de muerte. O sea, que estén obligados a escuchar su corazón, hasta que deje de latir. Hay gente a quien la pena de muerte le parece un crimen (es mi caso). Hay gente a la que no. Y a mí no se me ocurre llamar criminales a quienes no coinciden conmigo. Creo que se equivocan, pero los respeto. Llamarles criminales no me parece una forma de respetarles. Esa misma moderación respecto a quienes disienten de uno quisiera yo verla en los contrarios a la despenalización del aborto. Pero ¡es tan rara!

E. G-Máiquez dijo...

Comparto lo de Espada: oigamos los corazones. Y no contesta a mis preguntas: ¿hasta dónde respeta usted a los nazis?

marinero dijo...

Mi respeto por las atrocidades nazis es, evidentemente, nulo. Y señalo lo de las atrocidades porque nazi fue mucha gente, en los años de la guerra e incluso en los años previos; y no incluyo en mi execración a gente como Gunther Grass o el Papa actual, Benedicto XVI, ambos pertenecientes en sus años mozos a las Juventudes Hitlerianas (el Papa lo reconoce en su autobiografía, según tengo entendido). No se puede juzgar igual a todos los que tienen las mismas ideas; hay que tener en cuenta las circunstancias, que pueden ser muchas y muy distintas.

BV dijo...

El Sr. Marinero conjuga en sus comentarios a este post el verbo "respetar" 14 veces.

Sr. Marinero, si vertiera usted su respeto en vez de en ideas, convicciones y demás abstracciones, en algo tan simple como la vida humana... qué gran respetador sería usted.

Aunque los fetos no tenga opiniones ni puntos de vista aún, aunque no hayan escrito "Léxico Familiar" todavía, también son respetables, hombre.

Ángel Ruiz dijo...

Marinero, miraba callado esta enésima discusión, pero me tiro al ruedo.
Veo que se te ocurre arrastrar por el lodo a Benedicto XVI, alistado obligatoriamente en la 2ª Guerra Mundial: por cosas como esa me entran dudas de tu bonhomía, dudas que espanto asustado, diciendo: no puede ser, no puede ser que por vencer en una discusión recurra a cosas así. Bastaría que dijeses que estás en contra del nazismo, que es la verdad y ya está. Y Grass se presentó voluntario a las SS: Ratzinger fue obligado y acabó huyendo. Y no vale que argumentes ignorancia.

El artículo de Arcadi Espada es tontorrón, to say the least: "aborto, vale, venga, pero vosotros con la pena de muerte más": vergüenza debería darle caer tan bajo. Si fuera coherente con lo que plantea, estaría en contra de las dos cosas y no acudiría a argumentos repugnantes de eugenesia (eso de que "si supieras que tu hijo iba a ser un criminal, mejor que lo abortases").

marinero dijo...

Para "José Luis": a mí me parece muy bien que respete la vida de los fetos. Pero decir que "vierte" ese respeto en ellos, EN VEZ (es cita; el subrayado, mío) de en "ideas, convicciones y demás abstracciones", me parece peligroso. Precisamente quienes "vierten" su respeto únicamente en aquello que les parece la Verdad Absoluta, y se creen con ello dispensados de respetar las "ideas, convicciones y demás abstracciones" que no coincidan con las propias son los que, por su intolerancia, hacen difícil o imposible una convivencia razonable. No, amigo "José Luis": las "ideas, convicciones y demás abstracciones" de los demás no son algo desdeñable; son algo cuyo respeto es la base misma de la convivencia no asentada en la imposición del Criterio Único, es decir, de la convivencia democrática.
Respecto a Ángel Ruiz: ya sé que cualquier cosa que a él le parezca ofensiva o poco respetuosa para con la iglesia católica o sus jerarquías le pone sumamente nervioso. Si volviera a leer mi nota, vería que yo no pretendo "arrastrar por el lodo" a nadie: mi respeto por Grass, por ejemplo, es grande. Sólo señalar, con ejemplos, lo que digo: nazi fue mucha gente, no se puede condenar por igual a todos. Quienes lo fueron obligadamente, o quienes lo fueron por la comprensible ignorancia de una edad muy temprana (y, además, en situación de guerra), no me parece a mí que sean condenables, ni fueron efectivamente condenados en su día. Respecto a lo de que Espada "caiga tan bajo", ésa es una opinión suya que yo, desde luego, no comparto. Me temo que, para Ángel, cualquiera que tenga la osadía de pensar, en los terrenos que para él son sensibles, de un modo distinto al suyo, "cae muy bajo" al hacerlo. Como en el caso de "José Luis", no hay para él, en esos terrenos sensibles, dos o más opiniones distintas y respetables, sino sólo una (debiera haber escrito Una), y lo demás es "caer muy bajo". Aclararé, espero que de un modo definitivo, que, siendo personalmente agnóstico, nada tengo ni contra el cristianismo en general ni contra el catolicismo en particular, y sí mucha admiración por muchos grandes hombres (y mujeres) cristianos y católicos. Mi oposición NO ES contra ninguna de esas creencias, que respeto, sino contra lo que me parece intolerancia, en ciertos creyentes (y en ciertos no creyentes también), frente al derecho legítimo de otros a pensar de otro modo. Y eso, por lo mismo que ya dije a "José Luis": por lo difícil que hace una convivencia respetuosa con las ideas ajenas. Le guste o no a Ángel, es mucha la gente que acepta la despenalización del aborto y está en contra de la pena de muerte. Está en su derecho al disentir de ellos; no lo está al suponer que la defensa, con mejores o peores argumentos, de sus convicciones, es "caer muy bajo". Yo no pienso que nadie "caiga muy bajo" por oponerse a la despenalización o por apoyar, si es el caso, la pena de muerte: sólo que difiere legítimamente de mí mismo. Pero me temo que, para "José Luis" como para Ángel, esa posibilidad, la de diferir legítimamente de ellos en determinados terrenos sensibles, está excluida de antemano. No admiten más que una verdad, la suya. Eso (no el pasado, del todo inocuo, de BXVI, y que yo cité precisamente para exculparlo) es lo que me parece criticable. Lo que, para decirlo con una palabra, y conociendo la cainita historia de este país, me da miedo.

Anónimo dijo...

Sr. Marinero,
Pese a su acreditada impermeabilidad al razonamiento, le diré un par de cosas más antes de dejarle a usted con la última palabra:

1) Yo "vierto" mi respeto sobre muchas cosas, de lo más variopintas: incluido usted.

2) Sólo le digo que en vez de llenarse la boca de inanidades, empiece por respetar lo esencial: la vida. Si no, respete al feto al menos como votante democrático en potencia, hombre.

3) No nos venga usted con el "qué miedo" y el "que Dios nos coja confesados" cada vez que alguien le pone en su sitio. No tema: ni yo ni nadie instigará que le limpien el forro o le piquen el billete, por más despreciable que sea su postura en algunas cuestiones.

José Luis (no consigo dejar el comentario con gmail)

marinero dijo...

En fin, no quiero, como cree José Luis (suprimo las comillas porque deduzco de su último comentario que es su nombre real), "decir la última palabra"; añada él mismo, o cualquiera, todas las que desee. Pero quiero señalar, en su texto, el problema que decía: la intolerancia frente a quienes piensan de otro modo. No soy yo quien debe defenderse de sus, digamos, poco gratas imputaciones (por no emplear un término más fuerte); pero véase el tono en que yo me dirijo a él, y la única acusación que le hago (precisamente la de intolerancia frente a los otros), y compárese con la sarta de perlas que me dedica: "acreditada impermeabilidad al razonamiento", "inanidades", "despreciable"... No tema que yo le replique en términos parecidos. Sólo las destaco porque ellas prueban, mucho mejor de lo que yo pudiera hacerlo, ese carácter feroz e intolerante de quien no sabe dialogar sin agredir. Ésa misma, por desgracia para la convivencia de todos, es la actitud de otros; y eso -no sus ideas, repito que del todo respetables- lo que yo les censuro. Yo sé que puedo convivir, y lo hago, pacífica y razonablemente con personas que piensan de un modo incluso opuesto al mío; José Luis, como otros, parece tener a gala, como si fuera algo de lo que sentirse orgulloso, la negativa a la convivencia con el otro. "O eres de los míos -únicos poseedores, exclusivos y excluyentes, de la Verdad Absoluta-, o el único trato que quiero tener contigo es el del insulto y el desprecio". Actitud que, ya lo dije, me da miedo. Y añado ahora que también pena: por ellos. Puede que la democracia, como apuntaba la primera nota del foro, no sea un absoluto (nada humano lo es); pero desde luego José Luis, con su arrogancia y falta de respeto, no está, como sin duda piensa, por encima de ella: se queda muy por debajo. Le supongo muy joven, por el modo en que se expresa; ojalá tenga tiempo y ocasión de madurar. Se lo deseo sinceramente.