jueves, 6 de agosto de 2015

Rosa de madrugada


"¡Papá, papá!", me llamaba Carmen, tras la valla de la escalera, a las 4 de la mañana. Leonor ha empezado a trabajar y no sé si la niña ha deducido solita que ahora hay que llamar al cónyuge de vacaciones o si alguien se lo ha explicado. 

Bajé.

"¿Me ayudarías a dormirme?", me pidió educadamente Carmen. Me pregunté si las eses las pone tan bien solita o si se le han pegado de algún veraneante...

Hice lo que pude y se durmió. Entré en la cocina a beber un vaso de agua sin encender la luz y entonces vi lo que vengo a contar. Una luz roja del lavaplatos brillaba a través del mármol de la encimera, que la difuminaba y hacía suave, viva y delicada. Era muy bonito. Como una rosa, una de un cuadro de Gaya, dejada caer al lado de un vaso, sobre el mármol. 

La encimera de nuestra cocina sueña que es un alabastro muy fino, muy clásico, traslúcido. Y la bombillita del lavaplatos se imagina en la noche una rosa de luz. ¿Qué estarían soñando Carmen, Quique, Leonor...? ¿Qué soñaría yo en cinco minutos?




1 comentario:

torquiles dijo...

No sé si le saldrá muy bien lo de "hacer endecasílabos de la prosa cotidiana", que decía San Josemaría, pero me encanta cómo hace poesía de las cosas cotidianas. Nunca creí que se pudiera hablar así de la luz del lavaplatos. Muchas gracias.
Un saludo.