miércoles, 12 de enero de 2011

Ea

Lo que más me emociona es la épica de la alegría. Hay a quien le emociona el drama o la tragedia o la melancolía, y a mí también, pero mucho menos; o a quien le basta la risa fácil, suelta. A mí, no. Ayer volvimos a llevar a Carmen a vacunar, que es asombroso lo vacunados que están los bebés. Le clavó la enfermera la aguja y no lloró en un primer momento. Puso cara de sorpresa. Dos segundos de ojos verdes bien abiertos y silencio. Luego soltó un “ayayay” hondo con su boca de dos dientes y se le escaparon unas pocas lágrimas redondas. Enseguida, cuando le frotó la enfermera el algodón en la piernecilla, de nuevo cara de sorpresa, esta vez fresquita. Su madre susurró: “Ea, ea”. Y la niña se tragó sus tres lágrimas; y sonrió de tal manera que me volví buscando el arco iris al fondo de la enfermería. La enfermera estaba estupefacta, halagada con su parte alícuota de sonrisa: no había visto a un bebé tan simpático y valiente nunca. Si hubiese sido algo mayor, habría salido Carmen cojeando un poco y consolándonos: “No es nada, ea, ya está” con una mirada dulce. También, si hubiese sido mayor, le podría haber ido explicando por qué me emocionó tanto, pero como es tan chiquitita la saqué en brazos, como a hombros, orgulloso. Ella iba riéndose, feliz, épica. 

6 comentarios:

Juan Ignacio dijo...

notable

Ángel Ruiz dijo...

Un texto admirable. Y una niña muy valiente.

Cristina Brackelmanns dijo...

Épico y emocionante. Y exactísimo el arco iris que buscabas: como el arco iris tras la lluvia, el "ea ea" y el mimo tras la vacuna.
Mérito de Carmencita fijarse más en el arco iris que en la lluvia.
¡Y tiene los ojos verdes!

Marcan dijo...

Esta niña promete.

AFD dijo...

¡Ea!

maria jesus dijo...

Bien por la niña