lunes, 24 de enero de 2011

Las cosas de Palacio

Entre las muchas agudezas de Manuel del Palacio, ésta en que da las gracias a su traductor de dos poemas al sueco allá por 1892:
 
¿No han reparado ustedes
que estoy muy hueco
desde que Goran Bjorkman
me vertió al sueco?
Mil gracias al amable
doctor de Upsala
por el precioso libro
que me regala;
y en prueba y testimonio
de simpatía,
pues su lengua no entiendo
y él si la mía,
mi ruego no desoiga
ni lo desdeñe:
remítame una sueca
que me la enseñe.
Lo que demuestra, de paso, que la cosa aquella con las suecas no fue, como nos hizo creer la leyenda negra, un producto más del tardofranquismo.

1 comentario:

Ángel Ruiz dijo...

Creo que Manuel de Palacio era el medio poeta de los dos poetas y medio que decía Clarín que había en su época.
Y Manuel de Palacio se picó: qué raros son los poetas.