martes, 18 de enero de 2011

Ángel Mendoza 2/4

....................CUATRO OJOS

Me emociona ese niño que está en la biblioteca
mirando viejos tomos
de Juan Ramón, de Rilke, de Alberti (de quien guarda
autógrafo con foto).
Me emociona mirar cómo pasa la tarde
con tanta noche al fondo.
Cómo una voz lo avisa, cómo apagan las luces,
cómo él se apaga, cómo
de regreso a su barrio donde le espera nadie,
donde le esperan todos,
va pensando unos versos, va soñando esa música
que no dirá a los otros.
Golfillo que apedrea las farolas del parque
y gasta malos modos. 

[Cercanias, Pre-Textos, 2001, pág. 48] 

4 comentarios:

Juan Ignacio dijo...

Genial.
Si al menos el niño tuviera un blog...

Cristina Brackelmanns dijo...

A mí también me emociona, aunque se me hace raro que apedree las farolas del parque en vez de hacerles un haiku.

BV dijo...

Muy bonito poema.
Mejor que primero las rompa y luego haga un haiku sobre farolas rotas, que son mas poeticas que las farolas intactas.
Perdonad la falta de tildes, involuntaria.

E. G-Máiquez dijo...

La culpa es mía por soltar los poemas de Á. M. sin explicaciones previas. Su personaje poético (y real) es un niño malote de barrio regular (siendo optimistas) que sale adelante gracias a la poesía. Siendo yo todo lo contrario, partidario de las farolas sin partir, para entendernos, pero del mismo pueblo y la misma edad, y habiendo confluido con él gracias a la poesía, no puedo dejar de emocionarme un poco hasta con esas pedradas,