martes, 18 de abril de 2006

La Pascua

Me empeño en felicitar la Pascua a todos los que me cruzo, alumnos y compañeros, y nadie deja de extrañarse. Y tienen razón: suena raro. Hay que reconocer que aquí la Pascua se hace (o nos la hacen) más que se celebra y felicita.

En los museos de Italia ya me sorprendió la cantidad de representaciones de Cristo resucitado, en contraste con nuestro interés por los crucificados. Como en todo, cuánto cuesta encontrar el perfecto equilibrio. Pero hay que intentarlo. Insisto, pues: ¡Feliz Pascua!

28 comentarios:

E. G-Máiquez dijo...

Magnífico nombre del blog: "lo trágico cotidiano" y estupendo nombre, "sangre azul", sobre el que tendremos que ir hablando. Sobre su nota, que agradezco, una primera objección: ya en las tablas góticas del italiano vi algunas representaciones de Cristo Resucitado. Puede que sea porque la Edad Media es el origen del Renacimiento (sin ruptura) o porque la alegría sea algo genético en los italianos, o ambas cosas.
Seguiremos hablando...

E. G-Máiquez dijo...

Y una tercera objección, España tuvo su hermoso Renacimiento también, como puede verse, por ejemplo, visitando Úbeda y Baeza, o más fácilmente, leyendo a Garcilaso, que a usted, de sangre azul, le gustará sin duda...

E. G-Máiquez dijo...

La visita fue un placer. Y el terreno ése es difícil para todos: ¿ruptura o evolución?, ése es el problema. Probablemente, hubo ambas cosas, pero la ruptura realmente la protagonizó la Reforma protestante, creo.

Jesús Beades dijo...

A Dios gracias, pues -aún a costa de siglos de sutura- era necesaria.

E. G-Máiquez dijo...

Beades, Beades, no me escandalices... Que no tenga que aplicarte el refrán: "De mis amigos me guarde Dios / que de mis enemigos me guardo yo", en un sentido intelectual, se entiende; personalmente ya sé que no.
La Reforma protestante fue una pérdida terrible para la Iglesia y para la unidad de Europa, y, last but not least, abortó la reforma que dentro de la Iglesia andaba en marcha...
Abrazos ortodoxos, mi hereje amigo.

Jesús Beades dijo...

Precisamente me has cogido enfrascado en un tema de estudio, sobre el Barroco, que incluye "Reforma y contrarreforma". Es un tema complejísimo, pero eso de que "abortó la reforma que dentro de la Iglesia andaba en marcha..." no sé de dónde viene. La Contrarreforma fue una reacción tardía, renuente, forzada. Y vengativa, en cuanto a la política, con la idea de un Imperio Cristiano de Occidente, todavía viva. Las 96 tesis de Lutero contra las seguridades de salvación que vendía el Papa -en forma de bulas- tienen más razón que un santo. La Iglesia estaba podrida, y si había una reforma en marcha, llegaba tarde. Como tantas veces, pero eso no es nuevo. La renovación en la Iglesia suele coger con el pie cambiado a la jerarquía. Pero gracias a la Contrarreforma, entre otras cosas, tenemos el Barroco.

Dice Jünger -no entrecomillo, por prurito de precisión- que el problema de la unidad de los cristianos no se resolverá hasta que llegue un Papa con la autoridad necesaria para canonizar a Lutero. Fin de la cita. Es una forma extrema -y curiosa- de decirlo, pero en esencia, estoy muy cerca de ese pensamiento.

Y lo de hereje, que venga Dios y lo vea. O a falta de pan, Ratzinger mismo, que expone (en un libro de entrevistas)una curiosa tesis: cuando la Iglesia no ha sabido renunciar voluntariamente a su poder y su dinero, le han sido arrebatados con violencia. Para bien de la Iglesia, concluye. Vaya con el Papa. Pero está muy bien visto.

Anónimo dijo...

¿Pero ustedes no hablaban en este blog de poesía? ¡Me aburro!

E. G-Máiquez dijo...

Bienvenido, Juan Luis... No te aburras, joven poeta, que estamos hablando, en el fondo, de poesía, concretamente, esta vez, de Poesía.

Anónimo dijo...

Beades, lees demasiado, o eres demasiado listo... Yo no sé si la reforma fue "a Dios gracias" o desgraciadamente, sólo sé que la podredumbre la ponemos los seres humanos, y Lutero era humano. Y que es mucho más difícil y hermoso reformar algo que necesita reforma, sin romper del todo la baraja, como hizo santa Teresa que, a pesar de inquisiciones y blablablá nunca dejó de ser católica.

E. G-Máiquez dijo...

Mi compatriota, camarada y colaborador Fernando do Vale recordaba el otro día estos versos de Rubén Darío, que bien pueden aplicarse a nuestro debate: "abominad las manos que apedrean las ruinas ilustres".
La Reforma frustró esa corriente humanista de Erasmo, de mi Santo Tomás Moro y de nuestro Juan Luis Vives. Fue una de sus lástimas.

Anónimo dijo...

Me encanta lo elegante que eres, Enrique: nunca te sales de cauce y tienes (hasta la fecha) esa mezcla de serenidad y buen humor en los debates qu yo envidio...

Jesús Beades dijo...

La Contrarreforma frustró esa corriente humanista de Erasmo,(que hubiera tirado la Iglesia de arriba a abajo para empezar de nuevo) de nuestro Santo Tomás Moro (que también, pero se vio en el aprieto que se vio, con el bestia de Enrique VIII, por cierto nada luterano) y de nuestro Juan Luis Vives. Fue una de sus lástimas. Tras el "cierre de filas" contrarreformista, empezó a verse mal el libre pensamiento, la traducción a lengua vernácula de las Escrituras (véanse Fray Luis, San Juan de la Cruz, y tantos otros), el no dar culto público -cuasi obligatorio- a los Santos y sus "reliquias", el no venerar al Papa casi como al Emperador de Roma, etc. Contra la austeridad -fruto del escándalo por la riqueza eclesial- de la Reforma, las naciones contrarreformistas se dedicaron a costear exuberancias artísticas, como los cuadros de Zurbarán, en que pinta a las Santas como cortesanas, todo lujo y moda. O esos éxtasis barrocos en que los santos parecen estar en medio de un orgasmo. Arte del que disfrutamos mucho, pero que nace de ese efecto "contra".

No pretendo llevar toda la razón, porque sobre todo aquí no hay blanco o negro. Más bien me gustaría contribuir a que dejáramos cierta visión ingenua, que dice "ellos, los malos", y se queda a gusto por "estar en el bando correcto".

El Vaticano, lentamente, lo va haciendo. Ya no hay bula de ex-comunión universal para Lutero y las naciones reformistas. Juan Pablo II pidió perdón universal por las diversas inquisiciones (que según el apologeta Messori, casi no existieron). Ratzinger habla de tú a tú con las autoridades protestantes, que siguen insistiendo, con razón, en que el centro de la controversia es la figura del Papado.

No sé cómo se resolverá, pero poco a poco vivimos un lento bajarse del burro de la autoridad romana. Se nota en la cautela con que se trata el tema de monseñor Lefebre, pues no se quiere otro cisma. (Por cierto, una de las soluciones que se barajan es que los seguidores de Lefebre -los clérigos- formen parte de una nueva Prelatura Personal. Qué curioso.)

¿Durante cuántos años se ha hablado en las naciones católicas de los protestantes casi como si fueran ateos y demonios? Ahora, según el Papa, son "nuestros hermanos separados".

Continuará.

Anónimo dijo...

¡¿Pero cuándo van a hablar de Lope de Vega o algo así?! A este paso, entraré mejor en artepigmalion.blogspot.com.

Anónimo dijo...

Me gusta este último Beades... Que continúe, que continúe.

Anónimo dijo...

Esto de la reforma-contrarreforma me interesa, acabo de escribir un largo artículo que he acabado borrando porque quiero pensar más en el asunto y ya te escribiré, Beades, lo que opino exactamente. Lo que sí puedo decir ahora es que la Reforma fue algo necesario que desgraciadamente la Iglesia no llevó a cabo (porque no quería) y finalmente tuvo que ser realizada por un cretino. A pesar de lo que la gente suele pensar, el luteranismo (como casi todas las herejías, particularmente las que emprendieron la reforma, Calvino pues incluido) no eran formas "liberalizadas" o "modernas" de cristianismo, sino que justamente lo que echaban en cara a la Iglesia era su "laxitud". A Lutero no le molestaba que el Papa VENDIERA bulas, sino que EXISTIERAN bulas, es decir, que la Iglesia perdonara los pecados (v. 2ª tesis), y estaba obsesionado por una visión casi sádica del cristianismo (tesis 93-94-95). Lo mismo ocurría con su visita a Roma: le molestaba la "mundanidad" de la Iglesia, la grandiosidad del Vaticano, etc. Como decía de él Nietzsche, un "plebeyo resentido" al que le molestaba la "vida" que bullía en la Roma del momento.
Otro problema de la Reforma -y va en serio- es que fue alemana. Alemania había sido a lo largo de toda la Edad Media fuente de todo tipo de movimientos milenaristas, revueltas campesinas, asesinatos provocados por grupos heréticos contrarios al poder eclesiástico, etc., y ese espíritu de odio impregnó la Reforma de Lutero. (Hay un libro muy bueno, "En pos del milenio. Revolucionarios milenaristas y anarquistas místicos de la Edad Media" de Cohen)
Pero bueno, con independencia de esto, creo que simplemente Lutero, en general, planteó mal la Reforma. Sin embargo, como tal la Reforma era necesaria. Era demasiado grande la distancia creada por la Iglesia entre Dios y los fieles. Creo que el asunto Lutero pone una y otra vez sobre la mesa una cuestión que aún no ha sido capaz de solucionar la Iglesia, que es la necesidad de compatibilizar la capacidad de crítica, desacuerdo, etc. con la permanencia en el seno de la Iglesia. Mientras la Iglesia no de esa capacidad a la conciencia privada, seguirá habiendo tensiones, y no se podrá reprochar a Lutero (ni a nadie en el futuro) provocar, como dice Enrique, "una pérdida terrible para la Iglesia" por no haber querido ésta dar a tiempo una respuesta a las inquietudes de los fieles y parte del clero.
(Ahora me acuerdo de que el protestante Novalis esperaba que, después de la Reforma, se iniciara una tercera época -algo así como la "Edad del Espíritu" del florentino Joaquin di Fiore- que superara los dos períodos anteriores) Será eso el ecumenismo..? Otro día digo algo más serio.

E. G-Máiquez dijo...

Da un poco de pena que la entrada se haya quedado tan atrás, ¿verdad? Algunos visitantes no sabrán que aquí, sepultada entre disquisiciones sobre el haiku, estamos dándole vueltas a un tema central del Cristianismo y de la unidad de Europa. No sé si introducir una señal que avise de que esta entrada sigue viva.
Tu última reflexión, Beades, me ha gustado tanto como a Adaldrida.
Muchas gracias, Alejandro, por la entrada. El final es sorpresivo: "otro día digo algo más serio". ¡¿Más todavía?!
Creo yo que, sintiéndolo por Juan Luis de Soria, está siendo muy fructífero el coloquio éste.

Anónimo dijo...

Tuerzo mi brazo:
¡Vengan las teologías
a mi regazo!

Jesús Beades dijo...

Muy fácil, Enrique: pon una entrada en el blog avisando de la que se está montando aquí, como he hecho ya en DI AMIGO Y ENTRA. De todas formas, hay blogs que se pueden ordenar por temas, que son más como una web. Visita si quieres el de un buen amigo:http://www.edcrane.net/, que sirve de ejemplo. Por cierto que Breo Tosar (por lo que he visto en las primeras entradas de su blog) es de un círculo literario de Barcelona, y su musa tiene una web chulísima de arte gráfico: http://www.artegalatea.com.

¡Esto engancha, señores!

Anónimo dijo...

Celebro que mi hermano Ale y yo hayamos llegado, por no sé qué raros caminos convergentes, al libro de Cohen, y a las teorías de ese predialéctico hegeliano tan curioso que es mi tocayo, el abad calabrés de Fiore. Se me hace la boca agua pensando en ese artículo que nos tiene preparado. Respecto al Renacimiento, cada vez lo veo más como algo parecido a la época helenística para la cultura griega, una época de decadencia -también en el sentido de refinamiento-, de reelaboración de modelos anteriores, con frecuencia brillantes (a mi me encantan las "Argonáuticas" y Miguel Ángel). Por suerte, ya es innecesario repetir que la Edad Media -especialmente en Inglaterra y Centroeuropa, hasta lo que era Bohemia- era un hervidero de herejías, contraherejías, movimientos y teorías enfrentadas a veces hasta llegar a las armas; es decir, que fue un período de intensa polémica intelectual. En el Renacimiento veo más la consolidación de la religión como una raison d'Etat, con las Inquisiciones anexas, y aquí la Reforma también les fue útil a los príncipes germánicos para conformar sus Estados nacionales unitarios, como lo fue la católica para los del Sur. Personalmente, le agradezco a la Providencia la Reforma, y no puedo negar que, como cristiano, también le agradezco el neopaganismo que Ratzinger detecta en la sociedad occidental, y aun los cutres codazos zapateriles, a pesar de los pesares, que son muchos. Porque no veo nada más dañino para la Iglesia que las épocas de seguridad, en especial las de arrimo a los gobiernos mundanos. Mientras la Iglesia sea crisis, se sienta amenazada, o tenga la sensación de tener que empezar de nuevo, las reformas necesarias podrán irse resolviendo en ella con cierta puntualidad, como en los Hechos. Y no quedarán en manos de ningún cretino.

Anónimo dijo...

A mí no me gustan nada los curas. Pero no sé si detesto todavía más los empellones de chulo escolar que Zapatitos le está propinando, con muy poca perspectiva histórica, a buena parte de los españoles, entre ellos a los cristianos o, por mejor decir, a los católicos.

Anónimo dijo...

Coincido con Álvaro, y preciso: las persecuciones pueden ser buenas para los perseguidos -al menos, en el sentido en que se está hablando aquí-. Pero indudablemente son una grave responsabilidad para los perseguidores, y si éstos son los gobernantes de una nación democrática, tanto peor. Tal como está el patio, incluso vincular las rabietas irresponsables de zp con la Providencia es irresponsable. Es mejor dejar a Dios lo que es de Dios, y a Zapatero lo que es de Polanco. Qué pena que la sombra del Gran Simio sea ya capaz de llegar hasta conversaciones como ésta.

E. G-Máiquez dijo...

Muchas gracias, Beades, por el enlace y por resucitar [nunca mejor dicho] esta conversación. Como decíamos ayer...

Anónimo dijo...

Me han encantado todas las reflexiones. Os veo a todos basntante puestos en la materia. Un día más hablando del tema y os propongo que escribáis un librito compartido de artículos titulado "RENACIMIENTOS Y MUERTES antes y después del renacimiento" publicado evidentemente por..... (¿Renacimiento?) Númenor. Abrazos

Juan Ignacio dijo...

Oigan, señores, que poco sé pero sólo aplico la lógica: que se hayan sacado buenas cosas de la Reforma no quiere decir que se pueda decir así frescamente "la Reforma fue buena".

Si debo decir, digo: la Reforma no fue algo bueno, pero de ahí pueden haber surgido cosas buenas.

¿O no han dicho por aquí -o por allá- que esos artistas de mala vida han compuesto grandes cosas?

¿O no sacamos a veces, en las peores situaciones, lo "más mejor" de nosotros?

Dios dio al hombre y al cristiano, la libertad de hacer "reformas" malas y de sacar de ahí cosas buenas.

Digo yo...

E. G-Máiquez dijo...

Desde luego, Juan Ignacio. La Reforma, con sus cosas buenas, abortó o retrasó la Reforma católica y suposo una fractura para Occidente de la que aún no nos hemos repuesto del todo. Gracias por tu aportación de lógica.

Anónimo dijo...

Pero, ¿seguimos por esta trocha...?

Jesús Beades dijo...

¿Pero qué reforma Católica, por Tutatis? ¿La que llegó con el Concilio Vaticano II, siglos después? Pues menos mal que estaba en marcha.

La fractura de Occidente ¿es culpa de las naciones reformistas, de Lutero, del Papa con sus ejércitos, o de la Iglesia por no haber cogido el toro por los cuernos a su debido tiempo?

Lo mejor de la Reforma es la herida que causó a la prepotencia papal, que, aún contrarreformando -es decir: reaccionando-, ya no sería lo mismo.

“¿En dónde consta que el tema de la salvación debe asociarse únicamente con las religiones? ¿No habría que abordarlo, de manera mucho más diferenciada, a partir de la totalidad de la existencia humana? ¿Y no debe seguir guiándonos siempre el supremo respeto hacia el misterio de la acción de Dios? ¿Tendremos que inventar necesariamente una teoría acerca de cómo Dios es capaz de salvar, sin perjudicar en nada la singularidad única de Cristo?”. De “Fe, verdad y tolerancia. El cristianismo y las religiones del mundo". Joseph Ratzinger.

¡Anda que no hay distancia entre este texto y el símbolo atanasiano (quicumque)*, según el cual perecerá en el infierno todo aquel que no sea bautizado y crea en la Santa Iglesia Católica!:

"1. Todo el que quiera salvarse,
es preciso ante todo que profese la fe católica:
2. Pues quien no la observe íntegra y sin tacha,
sin duda alguna perecerá eternamente.(...)"

Esa distancia, ese esfuerzo de la teología por pasar de una posición de poder a ser un servicio al hombre (la teología es la verdad eterna traducida al lenguaje de cada tiempo, que decía Balthasar), es posible gracias a un proceso que comienza con el Cisma de Lutero, que puso el dedo en dolorosas llagas, aunque fuera un fanático (antisemita por cierto).

Es sospechosamente simple ese planteamiento de: Reforma-los malos, Contrarreforma-los buenos, que sacaron algo de bien de ese mal, porque Dios estaba de su parte. Omnia in bonum, etc, y todos tan contentos.

Y la unidad de Europa (incluso de España) no es un bien absoluto, que pueda medir la bondad de una reforma en la Iglesia. "Un sólo Señor, una sola Fe" no significa "una misma comunidad cultural". Aunque entiendo que, teniendo al Turco levantisco, se añore un poco de espíritu cruzado.

Joaquín Moreno apuntaba una gran verdad: "Mientras la Iglesia sea crisis, se sienta amenazada, o tenga la sensación de tener que empezar de nuevo, las reformas necesarias podrán irse resolviendo en ella con cierta puntualidad, como en los Hechos." Lo peor para Pedro es recordar de continuo
que se le confió el rebaño, y olvidar que Le negó tres veces.

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*: y que, curiosamente, todavía se reza una vez al mes, y en latín, en todos los centros del opus dei.

Jesús Beades dijo...

Y desde el punto de vista de la Teología, la dicotomía Fe-obras (el nervio del Cisma) es de gran provecho para nosotros, pues nos recuerda el continuo peligro de cosificación de la Fe, de cuantificar el Bien: a más obras buenas (limosnas, jaculatorias, ratos de oración), más Gloria futura. Olvidando que "misericordia quiero, y no sacrificios". Y olvidando también lo de Chesterton: "Dios sólo sabe contar hasta uno".