jueves, 27 de abril de 2006

Popsía

Prometí que hablaríamos de Sabina. A un cantautor hay que juzgarle por las canciones que compone, no por sus libros de poemas ni por la pose de intelectual comprometido de izquierdas. Ser fiel a ese principio con Sabina cuesta mucho, porque él va de lo que va, de poeta y de faro ideológico de la posmodernidad, y se lleva a muchos al huerto. En el prólogo a Ciento volando catorce, Luis García Montero le llamó sin rubor “Baudelaire con guitarra”. Y los locutores de los Cuarenta Principales siempre exclaman, a modo de epíteto homérico, “Sabina, nuestro poeta urbano”. Pero de su faceta como vate dio cuenta definitiva este soneto clandestino, que circuló hace unos años y que retrata con exactitud lo que hay [o no].

ROCK & ROLLO

De catorce haces ciento tú volando,
Baudelaire con guitarra y con palmeros.
Lo malo es que los versos van en cueros
sin coros que los vayan arropando.

No se escribe con micros ni tocando
la batería, el bajo o los panderos,
sino oyendo, en silencio, a los luceros
y con ellos la voz acompasando.

Ve con tu música a otro arte: al cante
que sabes dar, pues para ser poeta
vender miles de libros no es bastante.

Y puestos a pedir, en tu maleta
mete a algún camarada: de cantante
sería Jovellanos con trompeta.


También va de intelectuprogrecomprometido. La mejor parodia de su pensamiento es, claro, su propia obra, pero tampoco se queda corto el desternillante libro de Ignacio Vidal-Foch, Turistas del ideal.

Puntualizado lo cual, nos podemos centrar en sus canciones. Si Joaquín Sabina es creativo y talentoso como músico, es algo que nos tendrá que explicar Beades, por ejemplo, porque yo de acordes no entiendo nada y sólo me permito el lujo de hablar de aquello que entiendo a medias. Sobre sus letras, lo primero que hay que dejar claro es que no son poemas, ni mucho menos, digan lo que digan los pinchadiscos. Un poema requiere, como explicaba Jaime Gil de Biedma, que su música salga de dentro, que no sea un sobreañadido. Lean, sin música, cualquier letra de Sabina, y verán como no resisten (ni ustedes, ni la letra). Un poema, además, ha de ser una unidad, donde todo tiene un sentido y una meta, y las letras de Sabina son, en el mejor de los casos, enumeraciones —verdaderamente— caóticas, con ripios a punta pala. En poesía, como escribió Javier Salvago, “un mal verso puede hundir un poema”, mientras que a esto, que llamaremos popsía, si la música lo acompaña mínimamente, no hay quien lo hunda.

Así las cosas, a pesar de todo, hay que dar a cada uno lo suyo. Sabina, en sus canciones, alcanza momentos inspirados. El asunto tiene su importancia social, pues para mucha gente esos instantes de las letras de las canciones son el único contacto con algo análogo a la poesía. Y tiene importancia también para nosotros, porque, como creo recordar que decía Yeats, quien ama la poesía está dispuesto a recorrer cualquier desierto para encontrar aunque sea un destello.

Pondré ejemplos. Es un hallazgo de Joaquín Sabina decir que tardó en olvidar a su amante “diecinueve días y quinientas noches”. En ese contraste entre el ajetreado día y las noches memoriosas e insomnes hay verdad, y gracia, y dramatismo. En la misma canción, tiene una imagen muy bonita, cuando cuenta que ella, al irse, “sacó del espejo su vivo retrato”. Y, luego, un quiebro chulesco, en el tono de El mal poema, que es muy sugerente: “lo nuestro duró lo que duran dos peces de hielo en un whisky on the rocks”. Con ese trazo captura todo el ambiente recalentado de la noche, de la movida, con su humo y su música a tope. En otra canción, de tema canalla, como todas las suyas, tiene este hermoso piropo: “Porque una casa sin ti es una oficina”. Son fragmentos, vislumbres de poesía, aunque no poesía. En el mejor de los casos, popsía. En lo que vale, se le agradece, por supuesto.


22 comentarios:

Anónimo dijo...

ya sabes, enrique, la enorme decepción que yo tuve cuando me compré las letras de Silvio Rodríguez en un libro: qué malas, pero, pero qué malas. Que ahora recuerde, creo, que no aguantaba ni una sola como poesía. Quien me lo iba a decir. En fin, "cada mochuelo a su olivo": la palabra a los poemas/ las letras a las guitarras

Anónimo dijo...

Otra posibilidad sería distinguir entre el mester de juglaría y el mester de clerecía, ¿no?

Anónimo dijo...

El progre, odioso. El cantante, sin garganta. El "poeta", aficionado. Y la persona...
En el año 1992, viviendo yo en México, Sabina actuó en el Auditorio Nacional. A mí me daba igual, pero a un amigo mío le encantaba, y no se pudo resistir a intentar saludarlo la mañana del concierto. Yo fuí con él. Tras arduas negociaciones con los guardias de seguridad ("somos paisanos" y todo ese rollo), conseguimos camelarlos, y colarnos en el ensayo general, que estaba terminando. Finalmente nos acercamos a "la estrella" y mi amigo, todo emocionado él, se presentó, le saludó, y le quiso dar la mano y obtener un autógrafo. El "semidios" respondió de malas maneras que si queríamos verle, que fueramos al concierto por la noche, y pasó de nosotros. Téngase en cuenta que todos eramos andaluces y estábamos a 7.000 kilómetros de casa.
Realmente no me extraña que Sabina sea el tipo de personaje público capaz de romper un vaso en la cara de la admiradora que le pide un autógrafo.

E. G-Máiquez dijo...

Tu anécdota con Rodríguez, Jaime, está, supongo, en el fondo del subconsciente de esta entrada. Y tienes toda la razón con lo de que "cada mochuelo a su olivo..." Me imagino cantando y sé que lo haría mucho peor, no ya que Silvio, sino que Sabina.
Al sr. Anónimo le agradezco la perspectiva histórica, muy al caso, creo.
Y a JN su anécdota. Casualidad (aunque yo, como Dios y como V de Vendetta, ni juego al azar ni creo en la casualidad) que ocurriese en México, que es donde transcurre "Turistas del ideal", esa novela mondante que protagoniza, entre otros protoprogres, Sabina. La duda que me queda es si tu amigo siguió siendo Sabiniano.

Jesús Beades dijo...

También está el Mester de Progresía, como nos recuerda el sevillano Francisco Robles en su último libro.

Enrique, sí que me parece que es un buen músico, pero más que nada cantautor. Te recomiendo (y es una recomendación argumental)la versión de "La canción de las noches perdidas", que hace Pasión Vega en el disco "Entre todas las mujeres". (A funcionar, E-Mule). Ahí se ve la categoría del autor, porque no canta él sino el prodigio llamado Pasión Vega.


Don José Nadie, me importa un pepino la persona que es Sabina. No engaña a nadie, se ve su mierda porque la proclama. Esas anécdotas las tenemos por cientos entre los literatos; contemporáneos -todos sabemos algunas- y clásicos, y no dejamos por ello de leer sus libros. O con los grandes del Pop: conozco varias anécdotas clavadas a la de usted, con los Beatles.

Lo que estábamos tratando es su mérito como autor de canciones, y es un asunto dificil, mucho menos mensurable que el de los poemas, pues en el rock y el pop influyen decisivamente -más que en la música clásica- las experiencias generacionales compartidas, lo emotivo y la empatía. Hay gente a quien le amarga el dulce por completo encontrarse con una blasfemia, u obscenidad, en una canción. Miguel d'Ors, por ejemplo, a quien la canción de la Magdalena -de Sabina- le quitó las pocas ganas que tenía de "documentarse", animado por Ángel Esteban.

Para más información, consúltese mi blog.

Anónimo dijo...

Pues mira, Enrique, el muy tonto siguió siendo sabiniano, fue como una especie de Síndrome de EstocD.F. Y, lo que es más, yo seguí siendo amigo de mi amigo a pesar de ello. El mundo está lleno de tontos y de buenazos (yo soy el buenazo).

Jesús Beades dijo...

Ah, Enrique, la cita exacta es:

"lo que duran dos peces de hielo
en un Whisky on the rocks".

Que es mucho más poético. Los dos amantes son peces de hielo -dos torpes figuritas que nadan, entrechocando al agitarse, en un líquido de sabor intenso pero aguado, y se deshacen mucho antes de acabar la noche.

E. G-Máiquez dijo...

Ahora mismo me corrigo, gracias. Es muy mala mi memoria y mi conocimiento de Sabina es débil. La versión exacta, como muy bien ves, es más "connotativa". Y tu comentario musical es más de lo que estaba esperando, y te lo agradezco muchísimo, pues complementa este juicio sobre Sabina en lo musical, que es donde yo no podría decir ni "mú". Y ahora a la Vega, con Pasión: -Arre, arre, e-mule... Ya te contaré.

Anónimo dijo...

Y el "Mester de cibervía", coño, que es un libro mío, publicado en Pre-Textos, premio Arcipreste de Hita (fijaros bien, que es "arcipreste", que os gustará). A ver si me leeís, que no salís de d'Ors ni de Chesterton ni de los Salmos del Rey David, incultos, antiguos, prepostmodernos...

E. G-Máiquez dijo...

Ay, amigos, que toda conversación termina exigiendo una nueva entrada, y me pone tarea para casa. Ésta no sé si seré capaz de cumplirla, así que no prometo nada. Pero en el cruce de espadas entre Beades y Nadie, los dos tienen razón. Acierta Beades al decir que aquí juzgamos obras y no comportamientos personales, claro que sí, pero también es verdad que, al fin, no somos compartimentos estancos y, de una manera u otra, los defectos y virtudes personales se comunican a las obras. ¿Cómo? ¿Por qué? ¿Hasta qué extremo? Son las preguntas cuyas respuestas probablemente no seré capaz de dar.

P.S. Y claro que leemos a VLM, con gusto y aprovechamiento, a pesar de nuestra preposmodernidad.

Jesús Beades dijo...

1. No soy prepostmoderno, nadie es prepostmoderno,-ni tan siquiera Enrique-; es imposible.Incluso d'Ors es lo más postmoderno que existe: es una reacción ante lo que se llama "postmodernidad", con la mentalidad, la cultura, el cabreo, la desazón, la ironía y la nostalgia de absoluto propias de nuestra época. Su pretendida manera de ser antiguo, no es sino una vía propia de la postmodernidad para escapar de tanto ahogo, y sentir que se es algo, aunque sea en contra de algo.

Decir "no salís de Chesterton" es como decir "está usted encerrado en su galaxia".

Lo de "a ver si me leéis" me ha hecho gracia, me ha sonado como a la voz de Dante surgiendo en medio de la noche. Tan prepostomoderno él.

Anónimo dijo...
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Anónimo dijo...

Enrique, soy Vicente Luis Mora y el comentario colgado arriba con mi nombre, como podrás imaginar por el tono y otras cosas, no es mío. Enhorabuena por tu página. Un abrazo.

E. G-Máiquez dijo...
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E. G-Máiquez dijo...

Misterios de la red. El Vicente Luis Mora que entró primero y que enlaza con su blog, no es el auténtico. O sea, que su comentario no es más que una broma de alguien. Debería, pues, borrarlo, pero no, porque ha servido para 1) recordanos el "Mester de cibervía", 2) para la reflexión beadesca sobre la posmodernidad, que es muy buena, y 3)para que mi amigo VLM, el auténtico, entre en mi blog y nos demos un abrazo.

Anónimo dijo...

Interesante reflexión sobre las letras y los cantautores como poetas o no... ¿Qué opinais de las letras de Aute? ¿Superarían la prueba de la lectura?

E. G-Máiquez dijo...

Gran pregunta pregunta don Usuario, gran pregunta. Hay una cosa clara: las letras de Aute soportarían la prueba mejor que sus poemas, publicados (en malahora) en Hiperión. Así, a bote pronto, hay una letra, que sin duda, creo. La de la canción "De alguna manera" que es un gran poema.

Anónimo dijo...

Señor beades, quise decir Síndrome de Mextocolmo. Del mérito como autor estaría hablando usted, porque yo hablaba de anécdotas personales (y de fobias). Ya sabe, aproveche cuando Enrique hable de los Beatles.

Anónimo dijo...

Preposmodernos:
aprender, siempre hummildes,
de los maestros.


Don José Estéves de Almada se ha puesto al día y sus haikus(?), haikillas(?) o lo que sean están ganando en inmediatez. Apenas me da tiempo de traducirlas!

Un saludo a todos. Lástima por los impostores, que no llegan ni a los pies de sus impostados.

Una muestra de elegancia la tuya, Enrique. Un abrazo.

Anónimo dijo...

Perdón, me corrigen al momento desde tierras lusas. Don Luis y no don José. Disculpe usted, amigo.

Anónimo dijo...

La verdad, yo en esto de Sabina estoy entre mi padre, por un lado, y Beades y Pablo, por el otro. Qué gran dificultad, ya que ambas son autoridades de peso, y los comprendo a los tres...
a mí no me cae nada bien el tipo, pero es que si vamos así se nos cae la mitad del "santoral" de ídolos. Algunas canciones de Sabina las tengo muy grabadas. No sé. Seguiré leyendo.

E. G-Máiquez dijo...

La cuestión "sabina", querida Llir entre cards, la ha zanjado el gran Beades es su blog con una entrada magistral.