jueves, 20 de abril de 2006

Nuevo ensayo dantesco (II)

Ayer, me encontré con un señor de visita, sentado en el sillón de mi despacho. Mi mujer no me había dicho que me esperaban, pero como aquel hombre sorpresivo transmitía serenidad, no me asusté. Además, me disponía a leer la prensa y me alegré mucho de que una visita me librase del diario encontronazo con la actualidad.

--Me he tomado la libertad de venir para aconsejarte que no te preocupes tanto porque censuren tal o cual pasaje de mi Commedia...

--Oh tú eres, entonces, mi maestro, tú mi guía...

--Bueno, bueno, no me plagies, hombre, no me plagies. Lo importante es que no te preocupes por el futuro de mi libro: yo me pasé la vida exiliado, incómodo para un bando y para otro, comiendo la sal de mano ajena, subiendo y bajando la escalera de otra casa. Es lógico que la Commedia sufra un poco la suerte de su autor, en unas épocas por una razón, en otras por otras. Quien se retrata, al fin y al cabo, es cada época...

--Y otra cosa, Enrique --dijo volviéndose desde la puerta, cuando ya se iba-- tú, que te acabas de preciar de ser discípulo mío, recuerda las palabras del único Maestro verdadero: "el discípulo no es más que su maestro." Así que vete, vete preparando.

2 comentarios:

Alberto Tarifa Valentín-Gamazo dijo...

Cierto, hay que estar preparados, porque llueven piedras; en este país estábamos mal acostumbrados, ahora se verá qué tiene cada uno dentro de su corazón.

Jesús Beades dijo...

Muy bueno. Guarda este mini-articulo, adosado a su antecedente.